jueves, 25 de febrero de 2010
Después de la lluvia
después de la lluvia
de las últimas semanas.
Mi pequeña Adela y yo
hemos bajado hasta el parque.
Había muchos niños
y Adela ha empezado a jugar
mientras se comía
una bolsa de gusanitos.
Yo me he puesto a leer el periódico.
En la sección de “Internacional”
he leído algo que tiene que ver
con unos aviones de la OTAN.
Al parecer, han bombardeado,
por error, objetivos civiles
en Afganistán,
que es lo mismo que decir
(sólo que de una manera
más difícil de entender)
que han muerto veintitantas personas,
entre ellos, siete niños,
que no tenían nada que ver con la historia.
Mientras leo,
me llegan las voces felices de Adela,
las de sus amigos,
y pienso en la suerte
que han tenido estos chavales,
incluida mi hija,
de haber nacido aquí y ahora.
Y pienso en los niños afganos,
pobres criaturas que pagan por pecados
que no han cometido,
niños y niñas (sí, también niñas)
que ya no volverán, jamás,
a jugar en los parques de su país
(aunque no sé si en su país hay parques
donde poder jugar o leer el periódico).
Y pienso en el portavoz de la OTAN,
pidiendo disculpas
por estos “daños colaterales”,
así, entre comillas,
como si el entrecomillado
amortiguara el dolor de las madres
o acaso hiciera que esas vidas rotas
fuesen menos importantes
de lo que son en realidad.
Y me da por pensar que, tal vez,
después de pedir disculpas,
el portavoz de la OTAN
tome a su hija o a su nieta de la mano
y juntos se vayan al parque
(en su país sí que hay parques,
estoy seguro).
Y a lo mejor ella juegue con otras niñas
mientras se come una bolsa de gusanitos,
como hace mi hija en este mismo momento.
Todo eso pienso,
mientras leo la noticia
que, al fin y al cabo,
no es sino un montón de letras
escritas en un papel.
Y si quieres saber la verdad,
no sé ni qué hostias hacer
después de leer la noticia.
miércoles, 24 de febrero de 2010
Escribir un poema
por la autopista,
siempre
hacia el sur.
Las luces rojas y amarillas
de los automóviles
hacían añicos la espesura de la noche
oscura.
Encendiste un cigarrillo.
Dijiste:
Si lo vas a hacer,
abre de par en par
las puertas del poema.
Sólo así puede ser verdad.
Y luego:
Si escribes pistola
has de sentir el frío del metal
en tu piel,
igual que el miedo en tus entrañas
si escribes tormenta.
Sé a qué te refieres —dije yo—.
Es como sentir que tus manos
se mojan al escribir la palabra río.
Porque nada es tan caluroso
como los días de verano
en un poema de Carver.
Porque nada es tan cruel
como la guerra española
en un poema de Alberti.
Porque nada es tan triste
como Lorca
en el amanecer de Nueva York.
Apuraste tu cigarrillo
y me dijiste:
Escribir un poema
es mancharte
los dedos
con el color rojo
de la palabra sangre
o escuchar el sonido melancólico
de la palabra lluvia
repiqueteando en los tejados.
Los versos de tu poema deben
contener todo el universo.
Exactamente así es como es.
Después continuamos en silencio.
Y pensé en los últimos días
cruzando la frontera francesa,
perseguido y derrotado.
abriendo la puerta de un hotel de Turín
decidido a quitarse la vida.
Y pensé
en el viejo Bukowski,
tecleando su máquina de escribir
como si fuese un piano desafinado
en un apartamento solitario
de la ciudad de Los Ángeles.
Y entendí de qué estábamos hablando.
(De Versos de alambre de espino, Editorial Alhulia, 2009)
lunes, 22 de febrero de 2010
Presentación de "Versos de alambre de espino" en Aguilar de la Frontera (Córdoba)
viernes, 19 de febrero de 2010
Un poco de autobombo (II)
Pero vamos a lo que vamos. Resulta que los miembros de este blog han instaurado el Premio Ausias March, para el que ellos consideran el mejor poemario editado durante el año. La votación se lleva a cabo entre todos los libros que hayan recibo durante un determinado período de tiempo. Y la eligen los cinco miembros del blog. La terna del pasado ejercicio estaba formada por 264 libros. Y los premiados han quedado como siguen:
Ganador por unanimidad, es decir, 5 votos: Cuadernos, del poeta recientemente fallecido José María Millares.
Accésit del premio Ausiás March (tres votos): Fámulo, de Francisco Ferrer Lerín y Archivo expiatorio. Poesías completas (1961-2009), de Oscar Hahn.
Finalistas del premio Ausiás March (dos votos): El ave fénix sólo caga canela (y otros poemas), de Ángel Cerviño; Merma, de Benito del Pliego; El camino Ullán, de Eduardo Milán; La marcha de los 150.000.000., de Enrique Falcón y Puerto Rico Digital, de Julia Piera.
A lo que vamos. Uno de estos cinco críticos, en su votación, ha optado por mis Versos de alambre de espino, como uno de los mejores libros de poemas editados en España durante el pasado 2009, lo que no está nada mal. Puede parecer que un único y solitario voto no es nada del otro jueves, pero si tenemos en cuenta que el último poemario de Juan Gelman, el de Rafael Espejo, el de Joan Margarit, el de David González o el de Tomás Segovia, por poner sólo algunos ejemplos de autores de renombre, han obtenido un solo voto, pues qué queréis que os diga, que me parece que está de puta madre. Además hay otros muchos que no han conseguido ni ese solitario voto: Felipe Benítez Reyes, Guillermo Carnero, José Emilio Pacheco, Martínez Lage, Yolanda Castaño, Carlos Marzal y un larguísimo etcétera, por nombrar algunos de los nombres que más cotizan. En fin, no está nada mal para alguien que publica en la más absoluta independencia, apenas sin medios (aunque esto se suple con muchas ganas, ideas frescas, desparpajo y el buen gusto de mi colega Rafael Quintero en todo lo tocante a la parte estética), sin ningún tipo de apoyo institucional, y por encima de todo, algo de lo que estoy ciertamente orgulloso: sin concursos y sin mamoneos. Vamos, que no me llevarán nunca a "La estación azul" de Radio3, ni al programa de Vigorra, pero resulta que los que saben de esto de la poesía, y se atreven a llamar a las cosas por su nombre, me eligen entre los mejores del año. Misterios insondables de la literatura.
jueves, 18 de febrero de 2010
Todo es posible en Granada
Todo este asunto me da que pensar. Por ejemplo, con respecto a la Universidad. No me explico cómo la persona responsable ha podido ser tan cobarde y tan políticamente correcto. La Universidad de Granada tendría que haber mantenido la exposición hasta el último día. No creo que Bayona haya obligado a nadie a ver sus cuadros. Para eso está la libertad individual, para ir o no ir a donde a uno le plazca. A mí (y a mucha gente más, me consta) no me gusta la Semana Santa y no voy a verla. Y no por eso le pido a nadie que la clausuren. Y no me gustan otras muchas cosas, por ejemplo, el Canal Sur. Pero no lo pongo y santas pascuas.
También me da que pensar con respecto al colectivo de intelectuales de este país y de esta ciudad. Me pregunto qué hubieran hecho gente como Muñoz Molina (antiislamista confeso), Elvira Lindo, Fernando Savater, etc., si en vez de Bayona y su Vía Crucis, el amenazado, el atemorizado por la turba ultracatólica y antediluviana, ignorante e irrespetuosa, hubiese sido un artista vasco que se hubiese atrevido a criticar el mundo abertzale o cualquier otro artista que se hubiese atrevido a hacer lo mismo que ha hecho Bayona, pero con el Islám. Dios santo. Eso hubiese sido la hecatombe. Manifiestos a favor de la libertad de expresión, caras de preocupación en los telediarios, la libertad de expresión amenazada por los bárbaros que no atiende a razones, y bla, bla, bla. Pero nadie se atreve a decir nada contra los talibanes católicos, porque claro, esos son nuestros vecinos del quinto, los de la tienda de al lado, o a lo mejor, incluso nuestra propia madre.
No conozco personalmente a Fernando Bayona, pero quiero aprovechar para enviarle un saludo cordial, y decirle que a mí, sus cuadros, me parecen muy interesantes, y que no me ofenden en absoluto, es más, me producen un gran placer estético. No dejes que la intransigencia fascista y retrógrada se imponga sobre tu visión del mundo. Aunque a ellos no les guste. Bastante tenemos que aguantar ya.
miércoles, 17 de febrero de 2010
El número correcto (Microrrelato tecnológico y un pelín surrealista)
- Si buscas unos cuantos polvos divertidos, morbosos, repletos de imaginación, pasión y placer (no necesariamente por este orden), pulsa 2.
- Si buscas tan solo un hombro en el que llorar, pulsa 3.
- Si buscas una amistad a prueba de bombas, larga y duradera, pulsa 4.
- Si buscas una persona que te acompañe para ir de compras, con buen gusto, para que te ayude a elegir los zapatos perfectos, los mejores vaqueros o el complemento ideal, pulsa 5.
- Si buscas la combinación perfecta de todas las opciones anteriores, sentimos decirte que no te podemos ayudar.
Gracias por tu llamada, bip, bip, bip...
martes, 16 de febrero de 2010
El hombre que amaba los perros, de Leonardo Padura
Padura es autor de una extensa bibliografía de novela negra. Creador de Mario Conde (nada que ver con el banquero español, eh) ese policía cuyo deseo principal es convertirse en escritor, protagonista de una serie de novelas altamente recomendables como Adiós Hemingway, La neblina de ayer o Pasado perfecto.
En su última novela, El hombre que amaba los perros, Padura lleva a cabo un finísimo ejercicio de malabarismo literario para narrar tres historias diferentes, que al final, unidas por el hilo invisible de la pasión que tres hombres sienten por los borzois (una raza de galgo) rusos, se acaban convirtiendo en una sola. A saber: los últimos años en la vida de León Trostky, la vida de su asesino, el catalan Ramón Mercader y una tercera historia, la de un escritor cubano repleto de frustración a todos los niveles, Iván, que de manera azarosa, se ve relacionado con un hombre que resulta ser el propio Mercader.
Todas las alabanzas que reciba esta novela son pocas y me quedo corto. Una obra maestra. Está bien documentada, reparte leña a diestro y siniestro, a unos y a otros, y desde el punto de vista lingüístico es impecable, algo que no se puede decir de la mayoría de novelas españolas contemporáneas. En fin, un placer desde la primera hasta la última pagina. Los 22 euros mejor gastados de los últimos meses. Lo único malo que tiene este libro es que después uno no encuentra nada que sea capaz de sustituirlo.
viernes, 12 de febrero de 2010
Grupo salvaje
Los niños son la esperanza del mundo
José Martí
Teníamos once o doce años
y nos reuníamos por las tardes
a jugar en la calle.
Era casi el final del otoño,
cuando los días se acortan
drásticamente y el tiempo
empieza a mudar de piel.
Un perro de raza indefinida,
de color negro y manchas blancas,
y con unos ojos repletos de miedo,
llevaba tres o cuatro días
deambulando por el barrio.
Seguramente había sido abandonado
por sus dueños al irse de vacaciones.
Estaba completamente escuálido.
Lo llamamos y le ofrecimos un pedazo
de bocata de salchichón.
El animal miraba agradecido
mientras engullía la comida.
Le pusimos en el cuello
un trozo de cuerda que alguno
de nosotros había encontrado
tirado en la basura.
Nos fuimos al descampado
que había detrás de las casas,
donde jugábamos al fútbol.
Alguien le dio una patada fuerte,
luego otra y otra y otra y otra más, y muchas más.
El pobre animal no se quejaba.
Bueno, algún quejido, pero poca cosa.
Se notaba que estaba acostumbrado
a que la vida lo maltratase.
Entonces alguno de nosotros,
no importa quien, dijo:
Me cago en la hostia. Es duro el hijoputa.
Y alguien, no importa quien, sugirió
que sería una buena idea ahorcarlo.
Fuimos hasta una de las porterías
y pasamos la cuerda por el palo
que hacía las veces de travesaño.
Creíamos que el palo no resistiría,
que se rompería sin remedio
o que la cuerda se partiría.
Lo colgamos y esperamos allí,
de pie, en absoluto silencio,
con los ojos como platos,
como si aquello fuese la mejor
película de la historia del cine,
hasta que el perro dejó de respirar.
Luego volvimos a nuestras casas.
Hacía un poco de frío
y ya era casi de noche.
Al día siguiente teníamos
que ir a la escuela.jueves, 11 de febrero de 2010
Extraños en un bar
solitaria, en el bullicio de un bar,
sentada, supuse, ante una taza de té.
Vestía de negro y parecía perdida
buscando el camino de vuelta
entre el humo azul de su último cigarrillo.
Pensé: me gustaría ser su ángel de la guarda.
(Hablando de amor con el cobrador del frac, Editorial Alhulia, 2004)
martes, 9 de febrero de 2010
Deseo de ser punk, de Belén Gopegui
lunes, 8 de febrero de 2010
A propósito de Philip Marlowe
sábado, 6 de febrero de 2010
Al trabajo por la oración
viernes, 5 de febrero de 2010
Mi vida
Jorge Manrique
es un río
contaminado
por los vertidos
tóxicos
de tu amor.
Me pregunto
si algún día
irá a dar
a tu mar,
para allí
morir en paz.
(Desorden, 2001)
jueves, 4 de febrero de 2010
miércoles, 3 de febrero de 2010
Ella camina confusa
Se mueve despacio
por una calle
que gira vertiginosa.
Se cruza con gente triste:
otras mujeres,
otros hombres.
Rostros feroces
que no miran
a los ojos.
Ella entra en un bar
y pide un café.
Luego
siente un leve
estremecimiento
en el cruce
de caminos
de su alma,
pues sabe que,
en unos segundos,
empezará a caer
una terrible tormenta
de pétalos muertos.
martes, 2 de febrero de 2010
Un buen negocio
lunes, 1 de febrero de 2010
La banda sonora de una parte de mi vida (III)
2. Shelter from the storm, de Bob Dylan.
3. I'm your man, de Leonard Cohen.
4. The Queen is dead, de The Smith.
5. Berlin, de Lou Reed.
6. Mystery girl, de Roy Orbison.
7. Heartattack and vine, de Tom Waits.
8. The River, de Bruce Springsteen
9. Tonight is the night, de Neil Young.
10. Heroes, de David Bowie.