En el ensayo “El arte del hambre”, Paul Auster resumía así la novela de Knut Hamsun: “Un hombre joven llega a una ciudad. No tiene nombre, ni casa, ni trabajo. Ha venido a la ciudad a escribir. Escribe o, mejor dicho, no escribe: se muere de hambre.
La ciudad es Cristianía (Oslo) en el año 1890. El joven deambula por las calles, la ciudad es un laberinto de hambre y todos los días son iguales. Escribe artículos para un periódico local sin que nadie los solicite. Le preocupa el alquiler, sus ropas harapientas, la dificultad de encontrar algo que comer. Sufre, está siempre al borde de la locura, siempre a punto de derrumbarse.
Sin embargo, escribe. De vez en cuando, logra vender un artículo y puede permitirse un respiro en su miseria. Pero está demasiado débil para escribir con regularidad y rara vez consigue acabar los textos que comienza. entre sus obras inconclusas se encuentran un ensayo titulado Crímenes del futuro, un tratado filosófico sobre el libre albedrío, una alegoría basada en un incendio en una librería (donde los libros representan mentes), una obra de teatro ambientada en la Edad Media: El signo de la Cruz. Es un proceso inevitable: debe comer para poder escribir pero si no escribe, no come, y si no puede comer, tampoco puede escribir. No puede escribir.
Escribe. No escribe. Deambula por las calles de la ciudad, habla solo en público, asustando a la gente. Cuando por casualidad consigue algo de dinero, lo regala. Lo echan de la pensión. Come y luego vomita. Vive un breve romance con una joven, un romance que no conduce a ninguna parte y que sólo le depara humillación. Pasa hambre, maldice al mundo, pero no muere. Por fin, sin razón aparente, coge un empleo a bordo de un barco y abandona la ciudad.”
La ciudad es Cristianía (Oslo) en el año 1890. El joven deambula por las calles, la ciudad es un laberinto de hambre y todos los días son iguales. Escribe artículos para un periódico local sin que nadie los solicite. Le preocupa el alquiler, sus ropas harapientas, la dificultad de encontrar algo que comer. Sufre, está siempre al borde de la locura, siempre a punto de derrumbarse.
Sin embargo, escribe. De vez en cuando, logra vender un artículo y puede permitirse un respiro en su miseria. Pero está demasiado débil para escribir con regularidad y rara vez consigue acabar los textos que comienza. entre sus obras inconclusas se encuentran un ensayo titulado Crímenes del futuro, un tratado filosófico sobre el libre albedrío, una alegoría basada en un incendio en una librería (donde los libros representan mentes), una obra de teatro ambientada en la Edad Media: El signo de la Cruz. Es un proceso inevitable: debe comer para poder escribir pero si no escribe, no come, y si no puede comer, tampoco puede escribir. No puede escribir.
Escribe. No escribe. Deambula por las calles de la ciudad, habla solo en público, asustando a la gente. Cuando por casualidad consigue algo de dinero, lo regala. Lo echan de la pensión. Come y luego vomita. Vive un breve romance con una joven, un romance que no conduce a ninguna parte y que sólo le depara humillación. Pasa hambre, maldice al mundo, pero no muere. Por fin, sin razón aparente, coge un empleo a bordo de un barco y abandona la ciudad.”