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martes, 21 de enero de 2020

ADOCTRINAMIENTO

Estoy desolado. Tristón. Hecho mierda. A mi niña, que me la han adoctrinado. Esto lo veía yo venir, os lo juro. Mi hija, de 16 años, cursa Primero de Bachillerato en la rama de Humanidades en un IES público. Pues llega ayer la menda del instituto y así, como si tal cosa, sin vaselina, va, y me suelta:
-Papá, quiero decirte algo.
Yo, que estaba comiendo espaguetis a la boloñesa, pensé (en un ejercicio espontáneo de lo que James Joyce denominaba “flujo de conciencia”): ésta ha roto el móvil y quiere que le compre otro.
Pero no, no iban por ahí los tiros. Lo que me ha dicho es que ella IDOLATRA a un tipo de Granada que escribe versos y obritas de teatro, de esas con mensaje. Por lo visto el individuo en cuestión, además de maricón y muy sensible, se maneja muy bien con el lenguaje y encima, y esto es lo peor con diferencia, es, no se lo pierdan, lo que se viene conociendo como socialanarcobolcheviquebolivarianoprocubanofeminazifiloetarrayquiereromperEspaña, o sea, que quiere imponer la dictadura progre. Entonces yo, con la parsimonia que me caracteriza, la he mirado fijamente a los ojos y le he pedido que me dijera el nombre de ese individuo:
-Federico García Lorca, -ha contestado.
Y después ha añadido:
-Papá, ese hombre escribió:

Debajo de las multiplicaciones
Hay una gota de sangre de pato.

Y ya me ha roto todos los esquemas.
Del disgusto que me he llevado, sólo me he podido comer el plato de espaguetis, dos naranjas (tamaño XXL), medio kilo de nueces y después, un café con leche, porque no me pasaba nada más.
Moraleja: esto me pasa por no usar el pin parental de los cojones. ¿Alguien se sabe el teléfono de Hazte oír, para que me pongan encontacto con un buen exorcista?

domingo, 10 de febrero de 2019

La venezuelización de España



Hoy hemos asistido al primer acto de la venezuelización de España. La han puesto en marcha los trillizos naziliberales: Albertito, Pablito y el del caballo (no digo su nombre porque ya lo dijo Mamadou en su genial vídeo: nombrarlo acarrea siete años de mala suerte). El plan consiste en sacar al facherío a la calle a decir que el gobierno no es legítimo, que el presidente es un felón (son carcas hasta para el uso del lenguaje), a pedir la abolición del aborto, y la reposición en TVE de la filmografía completa de Mariano Ozores. Todo aderezado con mogollón de banderas made in China hechas de plástico barato. En breve se referirán a él como “dictador”, como hicieron en Venezuela los colegas fachas de estos fachas con Nicolás Maduro, y si Sánchez aguanta mucho, pedirán que intervenga el ejército, la guardia civil, la policía nacional y hasta protección civil. Después vendrá lo de la ayuda humanitaria. Se repartirá básicamente en el barrio de Salamanca. Será caviar y burbon de Kentucky. En las 3000 viviendas el menú será distinto: mortadela y vino peleón. Al final uno de los trillizos naziliberales, está aún por determinar quién de ellos será, se autoproclamará Presidente del Gobierno. A Sánchez no le hará ni puta gracia. Y tratará de defender su legitimidad con uñas y dientes. Pero ya será demasiado tarde porque Donald Trump, junto con los gobiernos de Argentina, Colombia, Canadá, Alemania, Francia, y otros mamporreros del imperio yanqui, habrán invadido España y habrán llevado a Sánchez, a Carmen Calvo, a Grande Marlaska, a Borrel (sí, también a él, aunque gritará con todas sus fuerzas mientras le ponen los grilletes, que él no es culpable, que él se llevó el salivazo de Rufián) a Guantánamo, con el mono naranja incluido y los torturarán obligándoles a oír sin parar, las treinta horas del día (en Guantánamo los días tienen treinta horas) los discos de Alejandro Sánz, Juanes, Miguel Bosé, y los vídeos de Boris Izaguirre. En Venezuela tienen petróleo, pero aquí tenemos algo mucho más importante y estratégico: gin tonics baratos. Que no se os olvide.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Víctor Jara

Cuarenta y cinco años después de su vil asesinato, seguimos recorcándolo, escuchando y cantando sus canciones, escribiendo poemas dedicados a su memoria, como este que yo le escribí y que está incluido en mi libro CUANDO ATRAVIESAS EL FUEGO LAMIÉNDOTE LOS LABIOS.
Cuarenta y cinco años después, como si no hubiese pasado ni un solo día, VÍCTOR JARA sigue aquí, más vivo que nunca, más sabio que nunca, cantando mejor que nunca.
Para que el fascismo no tenga la última palabra. Ni en Chile, ni en España, ni en ningún otro lugar d
el mundo. 
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros y a otras. Víctor Jara, siempre en nuestros corazones. Viva la libertad.


lunes, 28 de agosto de 2017

Aullido (de asco y rabia)

Yo he visto a las mentes
más cínicas
más hipócritas
más neoliberales
de mi generación
encabezar una manifestación
contra el terrorismo yihadista
en la ciudad de Barcelona
mientras a las espaldas del pueblo
esas mismas mentes
llenas de maldad y de ambición
hacen sus (millonarios) negocios
con dictadores, sátrapas, tiranos
violadores de derechos humanos
explotadores de mujeres
que pagan de su bolsillo
la destrucción y el dolor
que va sembrando a su alrededor
el terrorismo yihadista.

jueves, 24 de agosto de 2017

DIVERSIDAD Y MESTIZAJE

Me encanta la diversidad. Como soy maestro y trabajo con niñas y niños, sólo puedo decir que me encanta que en mi colegio, como en la vida misma, haya niños y niñas musulmanes, católicos, ateos, testigos de Jehová, evangelistas, budistas, judíos y de cualquier otra religión. Me encanta que haya niños y niñas marroquíes, sirios, rumanos, británicos, alemanes, ecuatorianos, franceses, italianos, polacos, argentinos, payos, gitanos, blancos, negros, morenos, rubios, gordos, delgados, altos, bajos, con gafas y sin gafas, listos y menos listos. No me gustaría vivir en un mundo en el que todas las personas rezaran al mismo dios, en el que todas las personas tuvieran el mismo pasaporte, en el que todas las personas hablaran la misma lengua. Quiero diversidad, mestizaje, mezcla. Quiero flamenco, rocanrol, blues, jazz, música clásica y reggaetón. Quiero paella, pizza, gazpacho, cuscús, kebab y ceviche. Quiero cualquier cosa que me haga crecer como persona. Quiero tolerancia y respeto para los otros, de la misma manera en que lo demando para mí. Quiero libertad y paz para todas y todos.

sábado, 19 de agosto de 2017

Vivir sin miedo



Cuando se producen acontecimientos de una magnitud tan devastadora como los que tuvieron lugar anteayer en las ciudades de Barcelona y Cambrills, es muy normal que el miedo se apodere de la gente. Miedo a que se vuelvan a repetir hechos de ese calibre, miedo a que nosotros o alguno de nuestros seres queridos nos veamos afectados por hechos similares, miedo al fanatismo,  miedo a no poder hacer nada para evitar hechos semejantes y,  sobre todo, miedo al dolor y a la muerte.
Hace un momento he recibido un correo electrónico de una amiga que vive en Barcelona y que trabaja muy cerca de la zona donde ayer tuvo lugar el atentado.  Ante mi pregunta sobre cómo se sentía hoy, ella me escribía lo siguiente: “Aunque digan que todo es normal, nadie está normal. No es miedo, es como un estado de shock. No creo que haya ninguna persona que no vaya por allí en algún momento si vives en Barcelona.”
Vivir con miedo es lo peor que puede ocurrirle a un ser humano. El miedo te paraliza, no te permite pensar con claridad, no te deja reír ni relacionarte con tus semejantes. El miedo no deja que tu vida sea plena, y hasta la cosa más nimia se verá afectada por ese miedo. Yo, particularmente, hace mucho tiempo que decidí no tener miedo. Y no penséis que llegar a ese estado mental ha sido fácil, pues soy un tipo cobarde por naturaleza.
Como digo, hace tiempo que tomé la decisión de vivir sin miedo. El fascismo, se llame como se llame, lleve el uniforme que lleve, hable el idioma que hable, o le rece al dios que le rece, nos quiere asustados, sin capacidad de respuesta, sin ganas de ser felices, vagando por el mundo como almas en pena. Y eso sí que no.  Por ahí no paso.
Hoy es más necesario que nunca vivir sin miedo. No podemos dejar que los tiranos, los de dentro y los de fuera, se salgan con la suya. Me da igual el sitio del planeta donde vivan. Me da igual si sus armas son las de la violencia indiscriminada o las de las leyes injustas. Me da igual si la amenaza es la cárcel, el desahucio, el paro o la propia vida. No voy a tener miedo. Y, por supuesto, no voy a permitir que nadie me diga con quien me tengo que juntar o quienes tienen que ser mis amigos. Seguiré siendo amigo de mis amigos musulmanes, igual que seguí siendo amigo de mis amigos católicos cuando el IRA asesinaba indiscriminadamente. Seguiré plantando cara al miedo siempre que este me ataque. Porque si no lo hago, perderé mi dignidad, y si pierdo mi dignidad, ¿qué me queda? Miedo, sólo miedo. 

domingo, 30 de julio de 2017

Venezuela y su Revolución, resistiendo



Hoy todo el fascismo internacional, con todos los Trumps, todos los Rajoys, todas las Merckels, todos los Macrons, todos los Peñas Nietos, todos los Macris, todos los Junckers, todos los Sánchez, todos los Riveras, todas las Lagardes, todos los dueños de los bancos y todos los grandes empresarios de este planeta, miran al pueblo libre y soberano de Venezuela. Hoy el fascismo internacional anda preparando las armas que derrocarán al Presidente Maduro, como si no hubiese pasado el tiempo, como si aún viviésemos en aquel septiembre de 1973. Hoy la CIA ultima los detalles para provocar una guerra civil en Venezuela, porque la plutocracia venezolana no soporta la pérdida de sus privilegios. Mientras tanto los voceros de El País, Antena 3, RTVE y toda la mierda neoliberal española anuncian el apocalipsis. Hoy, más que nunca, nuestros corazones están con el pueblo libre y con los trabajadores de Venezuela. Resistiendo, hasta la Victoria.

martes, 17 de enero de 2017

La música militante y combativa de Zapata

El primero que me habló de Zapata fue el poeta extremeño Eladio Méndez. Fue una madrugada del pasado verano. Nos encontrábamos en la Peña del Cante Jondo de Moguer, con motivo del encuentro poético Voces del Extremo que organiza en su pueblo el poeta Antonio Orihuela y la Fundación Zenobria Juan Ramón.
-Tienes que oírlo, es buenísimo, -me dijo Eladio con esa pasión que le pone a todas las cosas que merecen la pena.
Cuando volví a casa, me puse manos a la obra y busqué en internet algún vídeo suyo. Y me di cuenta rápidamente de que Eladio no había exagerado ni un miligramo. Lo que estaba viendo y escuchando en mi ordenador me encantó. Aquella música, aquel artista, aquellos poemas musicados merecían la pena.
Como me ocurre siempre que me quedo colgado con un disco o con un libro, me puse manos a la obra para saber más sobre su autor y para conseguir su material. Y esto, amigas y amigos, es lo que descubrí.
Zapata es el proyecto personal de Emiliano Domínguez. Y Emiliano Domínguez es, nada más y nada menos, que el hijo de José Domínguez, El Cabrero. Y El Cabrero es, con toda seguridad el cantaor de flamenco más comprometido, libertario, honesto y auténtico que ha dado este arte en toda su historia. Así que, con estas credenciales, la cosa pintaba bastante bien. Y es que si uno es el hijo de ese padre, si uno ha mamado de esa fuerza de la naturaleza, de ese lirismo combatiente y de esa poesía de la libertad y del compromiso, pues qué queréis que os diga, que a la fuerza tiene que acabar saliendo eso por algún sitio. ¿O no?
Y sin embargo, no sería justo quedarnos sólo en la anécdota familiar. Porque Zapata tiene vida por sí mismo, como viene demostrando en cada uno de sus conciertos y en el único disco que ha grabado hasta la fecha, el magnífico Poesía en resistencia.
Poesía en resistencia fue publicado en el año 2012 por Atípicos Utópicos, el sello que se encarga también de publicar los trabajos discográficos de El Cabrero. Entre los diez temas que componen el disco, en mayor o menor medida, hay rock, hay canción de autor, hay folk, hay reggae, hay flamenco, hay músicas étnicas, y sobre todo hay pasión y calidad. Todas las músicas fueron compuestas por Emiliano Domínguez, que se encargó también de los arreglos, de tocar los teclados, los pianos, la percusión y la guitarra; la batería la tocó José Mena y el bajo, Manolo Nieto. Y luego están las colaboraciones de lujo, porque en este disco hay muchas y muy buenas colaboraciones. Empezando por el gran Juanjo Pizarro, uno de los mejores guitarristas de este país, como ya demostró en su etapa como Mercenario en aquel mítico grupo sevillano Dogo y los Mercenarios, o en los mismísimos Pata Negra, junto a Raimundo y Rafael Amador. Pizarro tomó el control de la grabación y se encargó de la producción y metió algunos solos magistrales en varios temas. Además entre los surcos de este disco se pueden rastrear las huellas de gente importante, como Fernando Madina, cantante del grupo sevillano Reincidentes; Kutxi Romero, Ignacio Astarida, El Pechuga, Andrés Herrera, El Pájaro y el violinista Alexis Lefebvre. Como digo, colaboraciones de lujo que ponen el listón muy, muy alto.
Y luego están las letras. ¿Qué se puede decir si las palabras de un disco son en su origen poemas escritos por autores de la talla de Antonio Machado, Luis Cernuda, Mario Benedetti, Rafael Alberti y Miguel Hernández? Pues que uno está apostando a caballo ganador. Así de claro. Diez poemas de estos cinco grandes de la poesía castellana. Poesía del compromiso, poesía militante, poesía del ser humano. ¿Se puede pedir más?
Para acabar, sólo decir que estamos deseando que a Poesía en resistencia le siga el segundo disco, y sobre todo, estamos deseando tener la oportunidad de ver a Zapata encima de un escenario, regalándonos toda esa energía, toda esa rabia, toda esa poesía que lleva en su herencia genética. A ver si hay suerte, y se cumple nuestro deseo bien pronto.

martes, 10 de mayo de 2016

Una idea de la verdad (Homenaje a los aguilarenses que estuvieron en los campos de concentración nazis)


“El que no ha vivido la organización de los campos nazis puede difícilmente comprender su estructura interna y menos todavía hacerse una idea de la verdad. Si acaso, imaginársela.” Estas palabras las escribió Miguel Barragán Criado, tras pasar casi cinco años de su vida en dos de los campos de concentración nazis más terribles que existieron; Mauthausen y Dachau. 
Miguel Barragán Criado fue uno de los cinco aguilarenses que pasó por alguno de los campos nazis. Y uno de los cuatro que pisó Mauthasen, el campo austríaco en el que estuvieron confinados más de siete mil soldados republicanos españoles. Y además fue uno de los tres que consiguieron salir con vida del infierno alemán. Los otros dos afortunados se llamaban Francisco Mendoza Bello y Antonio Urbano Cobos.
Hubo un cuarto aguilarense que acabó en Mauthasen, Antonio García Morales, pero él, por desgracia, no tuvo la suerte de salir con vida para contarlo, y encontró la muerte en las frías tierras austríacas, tras catorce meses de penurias y maldades.
Tras el horror de la Segunda Guerra Mundial y del holocausto nazi, se han escrito miles de libros, se han rodado miles de películas, unas de ficción y otras documentales y sesudos pensadores han tratado de encontrar una explicación a semejante horror: por qué ocurrió todo aquello, por qué el pueblo alemán fue capaz de asesinar impunemente a millones de seres humanos, por qué encerraron a millones de personas, humillándolas, violándolas, asesinándolas con absoluta impunidad. No hay respuestas sencillas ante semejante salvajada.
Y como muy bien escribió Miguel Barragán, si uno no estuvo allí, es prácticamente imposible comprender aquella máquina de muerte y destrucción. Para hacerse una idea real de todo aquello, tendríamos que haber estado allí, como estuvieron nuestros paisanos, Miguel Barragán Criado, Francisco Mendoza Bello, Antonio Urbano Cobos y Antonio García Morales.
Y es que las condiciones de vida en los campos de la muerte eran, sencillamente, terribles. Días interminables de durísimo trabajo (jornadas de doce, trece, catorce o incluso más horas), hacinamiento en los barracones, bajísimas temperaturas que en lo más crudo del invierno podían rondar los menos treinta grados centígrados, miseria extrema y una escasísima alimentación. Desde el mismo instante en que uno ponía el pie en un campo de concentración o de exterminio, dejaba de ser un ser humano para convertirse, instantáneamente, en un número. O mejor dicho, uno pasaba de ser un ser humano a convertirse en un animal con un número de matrícula. Ni en Mauthausen ni por descontado en ningún otro campo nazi, existían los nombres propios ni las identidades de ningún otro tipo. Al llegar a este lugar, al prisionero se le proporcionaba el drillich o traje a rayas, formado por un pantalón, una chaqueta, un gorro y una camisa. También se les daba un par de zuecos de madera, no necesariamente del mismo número. Nada de calcetines. Nada de calzoncillos. Esta ropa era para siempre. Esto significaba que debían llevarla puesta hasta el día de su muerte. De hecho, no era nada raro que muchos prisioneros llevaran un traje con agujeros de bala, del prisionero que lo había usado antes que él. La ropa no se lavaba casi nunca, aunque a veces sí se hacía. Era frecuente llevar la ropa mojada por la lluvia.
La jornada de trabajo empezaba al amanecer y se podía alargar durante doce, trece o catorce horas. No importaba si llovía, si nevaba o si hacía calor.
En cuanto a la alimentación, a cada preso se le proporcionaba un vaso de agua caliente en el desayuno. El almuerzo consistía en una escudilla con agua y dos o tres trozos de patata, de nabos o de col hervidos. La cena era un trozo de pan con un poco de mantequilla y un pequeño trozo de salchichón. Ese era el menú diario de Mauthausen. Eso es lo que estos hombres comieron durante los meses que pasaron allí.
No es de extrañar, pues, que la mayoría de los españoles que pasaron por allí perdiera la vida, incapaces de soportar el frío, la falta de comida, las infinitas horas transportando bloques de granito de unos veinte kilos de peso, subiendo las empinadas escaleras que llevaban desde el fondo de la cantera a la superficie, las palizas de los kapos y de las SS, o simplemente el gas Zyklon B, que no era el único utilizado en las cámaras de gas, pero sí el más común y el que más famoso se ha hecho. Sea como fuere, en el universo Mauthausen la muerte se administraba de tantas maneras distintas que cuesta trabajo creer que la mente humana sea tan perversa.
El catálogo de maneras de morir era tan extenso que produce pavor. De cualquier modo, al final, en las anotaciones que se hacían en los registros, siempre se recurría a términos imprecisos del tipo, “muerto por parada cardiaca” o “muerto por suicidio”. Exactamente como en el holocausto español.
Y sin embargo, Miguel Barragán Criado, Francisco Mendoza Bello y Antonio Urbano Cobo, nuestros paisanos, consiguieron salir con vida de allí. Las vidas de estos tres hombres, como las del resto de compatriotas que vivieron en primera persona la Guerra Civil, el exilio, la Segunda Guerra Mundial y los campos nazis, fue cualquier cosa menos sencilla. Después del horror nazi, tuvieron que seguir viviendo en el exilio, pues su patria seguía estando en manos del fascismo, ese mismo fascismo contra el que ellos habían luchado enconadamente durante media vida.
Después de la terrible experiencia de Mauthasen, Francisco y Antonio se casaron y tuvieron hijos. Miguel nunca se casó ni tuvo hijos. Instalados en Francia, continuaron viviendo, cada cual como pudo, lejos de España. Tras la muerte de Franco, Miguel regresó a Barcelona para estar cerca de los suyos, de sus hermanas y hermanos, de sus camaradas. Francisco y Antonio continuaron viviendo en suelo francés, aunque alguna que otra vez, regresaron a España, a Andalucía, a Aguilar de la Frontera.
No es posible resumir la vida de un ser humano en unas pocas líneas y mucho menos cuando esas vidas son como la de Miguel, la de Francisco o la de Antonio, heroicas, generosas, rebosantes de dignidad, de decencia, de compromiso. Hoy, que el fascismo vuelve a asomar sus fauces y miles de personas que huyen de la guerra se agolpan en las fronteras de esta Europa hostil y desmemoriada, y no se les permite entrar, las vidas de aquellos hombres deberían de servirnos de ejemplo. Aquellos hombres, luchadores antifascistas, heroicos combatientes del pueblo en armas, que dieron, sin pedir nada a cambio, la única riqueza que poseían, su juventud e incluso su propia vida, para conseguir un mundo más justo, más libre, más humano. Hoy, más que nunca, es nuestro deber evitar que sus nombres se pierdan en los recovecos de la historia. Hoy, más que nunca, es un inmenso orgullo conmemorar sus vidas. Hoy, estoy convencido de ello, si estos hombres estuvieran aquí, sentirían que sus vidas y sus luchas merecieron la pena.
NOTA: Este texto fue mi contribución al homenaje que el pueblo de Aguilar de la Frontera y su Ayuntamiento rindieron el pasado viernes, 6 de mayo de 2016, a los cinco aguilarenses que pasaron por los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial.