Soñé
con Antonio Machado.
Se
le veía muy viejo
y
muy cansado
enfermo
y derrotado.
Fumaba
un cigarrillo.
Vestía
un traje sucio.
La
ceniza le caía
sobre
la chaqueta
pero
a él eso parecía
no
preocuparle.
Estaba
de pie
frente
a su propia tumba
en
el cementerio de Colliure.
Había
flores y poemas
sobre
la lápida.
Uno
de aquellos poemas
lo
había escrito yo mismo.
Había
una bandera republicana
que
alguien había dejado allí
como
muestra de respeto.
El
poeta estaba de pie
en
la quietud del cementerio
mirando
la tumba
ajeno
a las flores y a los poemas
ajeno
a la bandera tricolor
ajeno
incluso a las dos personas
que
estaban enterradas allí abajo
como
si esas dos personas
no
fuesen él mismo y su madre.
Hacía
mucho frío
y
estaba a punto de nevar.
Había
mucha tristeza
en
aquel sueño.
Cuando atraviesas el fuego lamiéndote los labios, Ediciones enemigo público número uno, 2017.