Todo lo que rodea a Herman S. Strüch es un enigma nocturno y saturnal. Incluso su nombre incluye un misterio: la
S podría ser la abreviatura de
Salomon (según algunos autores), de
Stein o de
Strauss.
Herman Strüch (a la derecha de la imagen, de civil y con sombrero) en una excursión de la Deustches Ahnenerbe al castillo de Wewelsburg, con Heinrich Himmler.
Pueden afirmarse muy pocas cosas de su vida. Entre las indudables está el hecho de que un niño con este nombre nació en Baviera en 1902. Pasaba los veranos en Danzig, en compañía de su familia. La fotografía siguiente, donde aparece junto a sus hermanas Lotte y Frieda, es uno de los escasos documentos gráficos ciertos que se conservan.
Herman, Lotte y Frieda durante las vacaciones en Danzig. Julio de 1913.
¿Por qué Herman Strüch fue borrado de los archivos oficiales y por que su obra cinematográfica desapareció entre las llamas? Las hipótesis son varias y variadas. Según Margherita Hoffmanstahl (
Deustch Filmgeschichte 1933-1945, Frankfurt 1983) el holocausto sucedió en 1944, mientras que para Walter Dietrich (
Annaherung an die nazi Film, Munich 1990) fue muy posterior, y nunca antes de 1950. Para Héctor Ledesma, sin embargo, nada de eso es válido y sostiene que Strüch murió tranquilamente en 1974, en su cama. Y asimismo afirma que su obra permanece escondida en algún lugar del sur de España.
Estos casi tres minutos son la única secuencia conservada de la obra de Strüch. Su calidad narrativa y técnica es ejemplar, incluso sobrecogedora. Parece que el fragmento formaría parte del film Dresden, jahr null, rodado durante el fin de la guerra. Como se puede ver, se trata de un film crepuscular y pesimista: el Tercer Reich vivia su último aliento. Roberto Rossellini se lo apropió poco después, aprovechando las circunstancias favorables. Francesco Troiano -el historiador del cine italiano- descubrió el robo, pero su descubrimiento fue silenciado.
Hoffmanstahl mantiene una tesis muy atrevida: la historiadora está convencida de que Strüch era de familia judía (otros historiadores coinciden en este extremo), y de que Herman consiguió engañar al régimen nazi durante décadas. Su afán para conducir una carrera exitosa en la industria del cine lo empujó a pactar con el diablo. Colaborador de
Leni Riefenstahl, prosiguió después solo, elaborando documentales y cintas de ficción propagandística por encargo del propio Himmler.
Leni Rieffenstahl durante el rodaje con las tropas en Silesia, poco antes de invadir Polonia. Según Walter Dietrich, el operador de cámara (invisible en la foto) es Herman Strüch.
Siguiendo con la hipótesis de Hoffmanstahl, Herman Strüch filmó sin pudor toda suerte de atrocidades durante los años de la agencia
Deustches Ahnenerbe. Pero finalmente, y hacia el fin de la guerra, alguien reveló el origen judío de Strüch a las autoridades del Reich.
Parece que la delatora fue Sarah Ramstein, amante y actriz principal de sus películas. Ramstein habría actuado motivada por el despecho cuando supo de las aventuras eróticas de Herman con una periodista vienesa: Heidi Hildebrand.
Cuando el régimen conoció el engaño procedió tal como es esperable: se encargó de borrar cualquier rastro de Herman en la historia. Tan solo diminutos olvidos y lapsus han permitido que se salven algunas pistas, escasas y confusas.
Según M. Hoffmanstahl, la fotografía muestra a Heidi Hildebrand en compañía de Kurt Weil, que también intimó con ella.
W. Dietrich posee datos que le permiten elaborar una segunda narración. Según este autor, Herman Strüch engañó al régimen hasta el fin, y una vez terminada la guerra también burló la persecución de los aliados. Fugado con nombres y documents falsos, habría sido el mismo Strüch quién se habría encargado de borrarse a si mismo.
Dietrich cree que la maniobra de Strüch naufragó en 1950, cuando un comando judío de la
Operación Nakam lo sorprendió y lo ejecutó cerca de Innsbruck. En este caso, habrían sido los judíos quienes habrían eliminado los últimos rastros del traidor, para ahorrarles la vergüenza a sus correligionarios.
El comando judío que ejecutó a Strüch, en una fotografía tomada a las puertas deInnsbruck, en fecha muy cercana a los hechos. El segundo por la izquierda es Simon Wiesenthal, que después será el famoso cazador de nazis.
Hasta hace poco tiempo, el misterio parecía circunscrito a las dos opciones reseñadas. Sin embargo, la reciente aparición del segundo volumen de la
Historia de la Cinematografía Andaluza, (Málaga, 2010) ha abierto una tercera posibilidad. Según el compilador Héctor Ledesma, Herman Strüch se escapó de todos y de todo, eliminó su pasado con extrema solvencia y así llegó a Cádiz, donde vivió hasta 1977 oculto tras la identidad de
Germán Estremoz.
Ledesma está convencido de que Strüch era demasiado celoso de su obra como para no haberse guardado copias, y se basa para afirmarlo en la correspondencia entre Estremoz i
Ernesto de Sousa, donde el primero afirma en dos ocasiones que, cuando la posteridad descubra su legado, escribirá su nombre en la historia del cine con letras capitales (
grosbuchstabe).
En este edificio Strüch habría vivido desde 1947 hasta su muerte, en 1977.
Strüch, oculto detrás de
Estremoz, rodó películas documentales de escasa calidad, centradas en la antropología: costumbres y tradiciones, folcklore y
romerías.
En 1964 Strüch-Estremoz contrajo matrimonio con Carmen Henríquez, natural de Huelva. A pesar del compromiso, él nunca le reveló su vida anterior. Henríquez afirma que
Germán hablaba poco o nada de su pasado, cosa que ella respetaba porqué al fin y al cabo Carmen
también había vivido una guerra terrible (en sus propias palabras).
Carmen Henríquez (con vestido rayado, en el centro de la imagen), fotografiada en Sevilla. Abril de 1975, meses después de enviudar.
Fotograma de Romería en Chiclana, corto documental atribuido a Germán Estremoz y rodado posiblemente en 1970.
Ledesma -buen conocedor de las investigaciones de Hoffmanstahl y de Dietrich- está convencido de que Strüch es el paradigma psicológico del autoodio: un judío que no quería serlo y que para negarse a sí mismo se unió al peor enemigo. A quien sirvió con fidelidad y excelencia hasta que, terminada la pugna, Strüch se disolvió en la mediocridad porque la vida ya no tenía objetivos: sin conflicto, Strüch es tan solo un operador de cámara tan competente como anodino. Eso explicaría que el brillante cineasta alemán se convirtiese en un vulgar
reportero en Andalucía.
Este podría ser el aspecto que tenia Herman Strüch cuando llegó a Cádiz, en junio de 1947.
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Nota: Un texto parecido a este lo publiqué unos dos años y medio atrás en otro blog. Hoy me ha parecido que cobraba una tremenda vigencia.
De repente, incontables personas públicas afirman no ser lo que parecen ser: en mi entorno más cercano Oriol i Jordi Pujol, Jaume Camps, Xavier Crespo. Luego están ministros y primeros ministros de España, senadores y ex-senadores.
También (quizás aprovechando la confusión), sus señorías los diputados del Parlamento autonómico catalán se aprueban unos importantes incentivos, tal como relata (¿incomprensiblemente?)
La Vanguardia.