dedicado al bloguero y poeta obrero Gabriel B.
Logotipo del homenaje: atención a la media sonrisa, medio beata y medio pederasta del poeta
Hace un par de años y mientras me documentaba para un artículo sobre la presencia de Bakunin en Cataluña, di con un ensayo menor debido a Jordi de Ferrussola i Masclans: Catalans de soca-rèl a fi de bé (1), Edicions de Migjorn, Calella de Palafrugell, 1978. Se trata de una galería de retratos de insignes patriotas difuntos, desde Jordi Pujol hasta Esperanceta Trinquis, pasando por algunos poetas. Entre ellos nuestro homenajeado Josep V. Foix.
Ferrussola i Masclans relata una anécdota acontecida en la pastelería Foix (calle Mayor de Sarrià, 57), hacia el verano de 1946. Según el autor, los hechos le fueron confiados por un antiguo trabajador que por aquéllos oscuros años ejercía como oficial de primera.
Si nos atenemos a la narración de S.E. (sólo se conocen las iniciales del obrero, curiosamente coincidentes con las de Salvador Espriu y las de Santo Espíritu), el asunto se sucedió tal como sigue:
-José Vicente me había encargado quince pastelitos borrachos (melindros bañados en Ron Negrita), con mucha prisa para satisfacer a un conocido suyo, posiblemente el Abate de Montserrat, un tal Escarré -sí, el mismo que le puso el palio a Franco para que penetrase el santuario de la montaña con los máximos honores. Como era su talante -el de Foix, no el de Escarré ni el de Franco, quiero decir-, me lo ordenó con su estilo bravucón, y cada cinco minutos entraba en el obrador para ver si ya cumplía con su encargo y con la debida presteza e ilusión. Con las prisas, los pastelitos borrachos salieron mal, ya se sabe: la cocina pide calma y modales. De modo que había que tirar los pastelitos: estaban excesivamente impregnados en ron. Cuando José Vicente lo descubrió sacó el fuet(2) que tenía en la trastienda, me ordenó bajarme los pantalones y me azotó sin mover un sólo músculo de su adusto rostro. Delante de todo el personal, dispuesto en fila por orden de antigüedad y rango, y con una estricta separación de sexos. Eso lo vigilaba tan escrupulosamente como los pies métricos.
Al cabo de un rato de maldecir todas las furias y los santos y beatas, dijo algo sobre el dineral que le costaba mi error, y empezó a comérselos. Aquí no se tira nada. Un par de horas más tarde el poeta andaba por la tienda dando tumbos, cayéndose, cantando cuplés de tono picante (recuerdo como entonaba "La pulga") y pellizcando el trasero de las clientas. Su hermana lo retiró a sus aposentos. Fué ese día cuando escribió la primera versión del Sol, i de dol. Aunque bueno, el caso es que esa primera primera versión empezaba con Cony i recony. Todos pudimos escucharlo declamar por el tragaluz. A mi se me quedó grabado el puñetero soneto, casi tanto como las cicatrices que me dejó en las posaderas.
Cony i recony, si em furtes l'esquella
em veig pudint tosques servituds
amb carallots i munts de legionel·la
i roigs cabrons que m'atufen, torçuts.
Li dic: Quant és? Per quatre pessetes
o vint centiments, oh, caratsus, puts.
Calcetes d'or? Vès quina meravella,
rastre ignorat, adéu nassos romputs.
No m'entretinc. Més calent de carnatge
tinc migranys, Maragall no m'engany.
Me l'he pelat, i despert com l'averany.
Em pica un peu, refot, malviatge.
Oh, caganiu i capsigrany...
vull beure'm tot el rom. Tanca el pany.
El erudito crítico Jaume Parrús i Tort (conocedor del soneto descartado) escribió: toda la precisión de la poesía foixiana se encuentra aquí condensada: el gusto por el lenguaje cultivado, el rigor métrico, el espíritu clásico y moderno, el onirismo y ese punto de escatología bellamente oculta que tanto gusta a nuestros barceloneses de Diagonal para arriba. ¡Incluso borracho Foix era Foix! (Els poetes adormits: Joan Gurdulú, Pere Delacullera i JV Foix, Edicions de la Generalitat de Catalunya, col. La barretina erecta, Barcelona 1982, p. 134).
Cabe señalar la reseña que aparece en el Almanaque Lacaniano de 1987, suscrito por el psiquiatra uruguayo Marcelo Tentempié, según el cual Foix es el prototipo de masturbador compulsivo, apoyándose justamente en el soneto que nos ocupa. Dice M. T.:
-Primera estrofa: el poeta alude al temor de la castración. Cree que si le extirpan los testículos será pasto de sodomitas.
-Segunda estrofa: el poeta se afirma como cliente de los chaperos (cuenta una transacción sexual valorada en 4 pesetas y 20 céntimos).
-Tercera: opta por la masturbación, más segura que la visita a los urinarios.
-Cuarta y última: después de sufrir la somatización del deseo reprimido (el escozor en un pie), el poeta decide ahogar el deseo en alcohol.
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(1) Catalanes de pura cepa a fin de bien
(2) Fuet, en catalán, designa tanto el instrumento para dar azotes -el látigo- como un embutido de cerdo de aspecto parecido al de un pene largo y delgado.