sábado, 18 de enero de 2025
LOS CORRESPONSALES DE GUERRA
sábado, 30 de noviembre de 2024
LA LEYENDA MEXICANA DE SILVIA PINAL
sábado, 4 de mayo de 2024
LA CASA DE LAS BRUJAS Y TEQUILA COXIS

viernes, 9 de febrero de 2024
¿QUO VADIS GARCÍA AGUILAR, ESFUMADO DEL DISTRITO FEDERAL HACIA EL PARÍS DE NUEVO SIGLO?
In Memoriam: Teresa Velo, alumna del Centro de Capacitación Cinematográfica, Distrito Federal, México. Clase 80 – 81.
SECUENCIA PRIMERA: DISTRITO FEDERAL, MEXICO, EXTERIOR REVENTON…
En los años que el Distrito Federal dicen era habitable, dicen los nostálgicos de México en los años 80, cuando la mugre y el humo de ciudad se hacía todo una pasta que se alojaba dulcemente en los hoyuelos de nariz limpia de todo polvo maligno y resacón, había una escuela de cine situada entre General Anaya y Río Nazas, bambúes erguidos y todo eso, era el CCC (para los alumnos más nihilistas, la primera C era de dónde la espalda pierde su anatómico nombre, la segunda de Cara por lo costosa y la tercera C era la primera letra del diccionario mexicano popular por excelencia Chingue su madre Guey)…
La descripción anterior podría ayudarnos a detectar la mezcla de alumnos y alumnas que esa escuela de cine tenía, siendo en su tiempo la más sofisticada y pequeño burguesa de todo México.
Allí en el Centro de Capacitación Cinematográfica, allí mismo en el bullicio de Qué hondón Ramón, en la fuerza de la rebeldía de la inteligencia y la sed de saber, allí, repito, donde el cielo tenía que pedirle permiso al ollín, para dar un poco de azul, estaba con todos nosotros Eduardo García Aguilar, colombiano nacido en Manizales, que hacia esos tiempos ya había estado en París y habíamos coincidido en México iniciando aquella década en que Peggy Sue, o Kathleen Turner, llenaba las pantallas con gringas y bellas pantorrillas de rosi, rosi sin bom bá, y el resto era una sonrisa de muchacha a lo Fitzgerald, sanota y de ojos grandes como la tierra, Peggy Sue se quería casar…
Eduardo García escribía en el Excelsior, tenía una de esas columnas matutinas cada dos días, que en América Latina suelen alegrar la mañana, porque a decir del resto de las noticias, como siempre, eran tragedias diarias ya imaginadas en las calles entre tacos callejeros y voces infantiles al sonsonete de señor deme para mi camión, que no era otra cosa que eso que nosotros llamamos la guagua, que en ese rico laberinto de la lengua latinoamericana, para los chilenos es el transporte de la mujer grávida…
Él siempre tuvo la disposición de ser un buen escritor, aún recuerdo las agradables conversaciones entre quien iba a ser uno de los narradores jóvenes de México (Héctor Perea, entonces en el CCC con nosotros) y Eduardo García Aguilar: las conversaciones eran de arcas perdidas, de sueños no negociados, de añoranzas fílmicas y literarias entertenecidas, de vocación y lirismo en pleno VIP del Patio de la antigua Cineteca Nacional de México, aspiraciones sobraban y rebeldía había de sobra.
Porque todo aquello era una transición latinoamericana, vivida junto a las ideas de grandezas de López Portillo, con su política sobre el Caribe, Castañeda padre obliga, que hizo llegar a nuestras costas el único Padre Montesinos Rastafarian, que bien alguna vez conmoviera a Antonio Zaglul.
Aquel México que ya no existe más donde bien podías encontrarte en una casa de los viejos generales o emparentados de la Revolución, troncos apellidos, reventón obligaba también: eran los tiempos de Campestre Churubusco, la fiesta todos los días, lunes, martes, miércoles y jueves habían perdido nombre, se llamaban viernes y sábado y la vida del mundo exterior transcurría desde los cielos de México en rebeldía por ser visto y parir colores.
En la escuela, entre argentinos (uno de Cordoba y otro de Buenos Aires) colombianos, salvadoreños, brasileños, dominicanos y mexicanos, el CCC buscaba un nivel insólito que generó un gran viraje en aquella escuela modocita hasta que nosotros llegamos, todos, y la pusimos patas hacia arriba (Pepito de la Colina, español, mala leche y profesor no muy querido aun debe recordarse de quienes le curaron aquella amargura manchega que el aula no tenía por qué pagar) para que pudiera respirar de los tabúes y estrecheces, para que fuera Scola libera, entonces nadie puro parar todo aquello: galope de manzanas a trote en plena pendiente, desborde de curiosidad y fascinantes discusiones, nombres en claves que no necesitaban ser descritos, utopías latinoamericanas, en fin, mientras Reagan regaba lo único que sabía: hambre, miedo y luchadores de libertades americanas en toda Centro América, obviamente en este tema estábamos divididos: porque algunos si bien rechazabamos la dictadura de la dinastia Somoza, el cuento Sandinista del poder y su transformación, era una cosa, aunque respetábamos lo que había significado la guerra de liberación contra la dictadura.
El resto de la historia, nos daría la razón a algunos, lamentablemente…
Pero era un tiempo de mucho tránsito por México, su ubicación geográfica, su frontera con Guatemala y los vientos que soplaban le obligaban a ser una discreta frontera de tolerancia, porque Guatemala era una sola nota de desaparecidos.
De ese México habrá siempre un nombre memorable: Alaíde Foppa, la campaña por su aparición viva, la movilización por aquella mujer brillante, excelente poeta, dulce en sus añoranzas silenciada por el servicio secreto del ejercito de Guatemala; se perdía en las tinieblas del oscurantismo militarista una voz, esa Alaíde era la misma que tenía un excelente programa en Radio Educación llamado Foro de Mujeres, Susan Sontag, por cierto por esas ondas había pasado, haciendo dúo de voz con Alaíde Foppa con una ironía en las ideas que solo la gran agudeza puede mostrar sin banalidad…
Mientras todo esto pasaba, en el corazón de los años 80, Eduardo García Aguilar mostraba una peculiar sensibilidad para mirar todo lo que como grupo vivíamos, indiferencia no había, pero tampoco existía aquel aferramiento a esas revoluciones de boquitas pintadas y café, de tedio en mesa y bostezo dorado de no compromisos.
Entonces cuando el chauvinismo mexicano afloraba, enfermizo y letal el arma del desarme era no ponernos nacionalistas y todo se neutralizaba de inmediato, en este punto Eduardo García Aguilar era clave, para hacer entender que los nacionalismos necios no tenían razón de ser, en más de una ocasión fue su tema polémico y la conclusión era la misma: que valorabamos y queríamos a México porque su historia permitía reunirnos en aquella tierra hermosa y sufrida, noble y digna, como su gran pueblo, el fantasma del artículo 22 se alejaba de inmediato, que creo era el de la expulsión con el cual hacíamos bromas todos los días y todas las noches en los inmensos y maratónicos reventones de ciudad grande me he perdido, trágame, estrújame, tiéndeme y avísame cuando llegue el lunes…
De ahí el título de este apartado: Exterior Reventón, o lo que es lo mismo fiesta ciega latinoamericana contra la guitarra de las 10 de la noche, que suele sacar en todo buen mexicano el amargue a lo Jorge Mistral. Exterior Reventón, cuando la calle se hacía grande el viernes en la escuela, cuando las luces del cine se apagaban en historia del Guión en el Cine mudo, el profesor Pérez Turren, sabía que algo pasaba, porque el exceso de ginebra en la oscuridad impedía pronunciar el nombre de F. W. Marnau correctamente, el Exterior Reventón, nombre en clave mexicana de la fiestas, apenas se iniciaban allí, aquello era…
Y en el espíritu de toda aquella gente interesante, de humor y profundidad cuando era necesario, de fascinación por libros y películas, de adivinadores de claves en cintas y libros complicados, de polémicas amistosas, el Exterior Reventón era la clave de una bohemia fértil, el futuro así lo demostraría.
Porque era imposible vivir el Distrito Federal sin aquellas convocatorias, sin mirar el mito popular del Santo luchando contra las Momias de Guanajuato y las mil operaciones en los ojos de Rigo Tovar a ritmo de música cachaca, ritmo retozón muy lejano de los corridos de polka norteño, mientras Elena Poniatowska, sonrojada nos contaba cómo había conocido a Gaby Brimmer, eso que luego fue reducido a: Gaby a True Story.
Sabíamos que era demasiado, se vivía más de lo que suponíamos y entre ficción y realidad, entre la inmensidad de librerías fabulosas, entre análisis de marxismo transnochado, Bartra y sus cruces, interpretaciones agrarias y agrias aparte, los penkos cuerpos de las chicas de Ghandi y Polanco, una especie de Gazcue en sus albores, Exterior Reventón, possssssí, no había de otra, estudiar el cuete, cuete, que era como decir cohete, definición atinada y espacial mexicana, lo que para los domicanos es el jumazo glorioso, que suponemos en este caso muy tricolor…
Aquel México ya no existe más, en el sortilegio que es siempre volver a México, designio piramidal aún sin descrifar, espacio poseído de una historia invisible todavía no narrada, irrupción de un deseo que se convierte tortuoso e inevitable, hasta que se cumple, para comprender que hay un solo México y cada uno de nosotros lo lleva tatuado por dentro, porque aquel México ya no existe más, fue un momento, un tempo de nuestras vidas, atesoramiento en la ilusion en la que el sueño del maguey gigante que te persigue se detiene cuando el avión vuelve y aterriza en el Distrito Federal, ahí fue la útima vez que vi a Eduardo García Aguilar…
SEGUNDA SECUENCIA (Y ULTIMA):
PARIS EN LE DANTON 2004. EXTERIOR
QUARTIER LATIN…
Mortecino el año 2004 no prometía grandes cosas en un París repasado y recorrido, con un frío nada habitual.
En el mismo mes de diciembre en la Habana había preguntado a unos mexicanos por Eduardo García Aguilar, alguien lo recordó y acotó que no vivía ya en México…
Al llegar a París para el fin de año, había pasado por allí en el 2000, no podía evitar cruzar por Odeon, por el Barrio Latino, entrar a Le Danton y de repente observar una cara conocida, a discresión.
Si esta secuencia se ubica como Exterior Quartier Latin, es porque allí sin buscarnos, nos encontramos con Eduardo García Aguilar y repasamos en París todos los sueños mexicanos, los mismos que casi están narrados más arriba.
Luego de una larga conversación de café, paseo por Luxemburgo, maravillados de nuevo por esa forma de arte público más que centenario, Eduardo se confesó devoto de París a morir, yo no pude compartir aquella idea, me reservé el entusiasmo, pero tampoco le hice sentir mal, lo importante era que esta ciudad nos había reunido y que eé estaba contento con autografiarme su novela Tequila Coxis, donde nuestro grupo del CCC de México era protagonista de espíritu, rebeldía y estampa.
Eduardo García Aguilar ha sido la sorpresa que diciembre guardaba, descubriendo desde el lugar de los mundos perdidos (allí donde un ángel guardián todo lo mira y lo guarda) aquel encuentro entrañable esculpido desde el alma misma de una ciudad fría, angustiosa, que se inquietaba en su frenesí de espera al año nuevo que fue el 2005.
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Publicado en Hoy, República Dominicana. 5 de marzo de 2005.
domingo, 14 de enero de 2024
ALAIN DELON: MITO Y TRAGEDIA
sábado, 30 de diciembre de 2023
EL ESCÁNDALO DE GÉRARD DEPARDIEU
El gran actor francés Gérard Depardieu (1948) se ha encontrado las últimas semanas en el centro mediático, inmerso en una violenta polémica nacional que divide a la opinión, políticos y artistas respecto a su comportamiento en materia sexual, sus declaraciones a favor de Fidel Castro, Vladimir Putin y Corea del Norte y su lenguaje soez y vulgar.
domingo, 1 de octubre de 2023
BRIGITTE BARDOT: SÍMBOLO SEXUAL ETERNO (2006)
viernes, 17 de febrero de 2023
DE RAQUEL WELCH AL CHE GUEVARA
lunes, 13 de febrero de 2023
LO QUE LOLLOBRIGIDA SE LLEVÓ
Cada semana desaparece alguna estrella cinematográfica, gran actriz o director, y por las reacciones amplias y duelos que causan esas partidas, ya sea a nivel local o mundial, nos damos cuenta del papel crucial que el séptimo arte ha desempeñado en casi siglo y medio de existencia entre la población del planeta, ávida siempre de cuentos e imágenes sin fin como en Las mil y una noches.
jueves, 15 de diciembre de 2022
ROMA LA ETERNA
Por Eduardo García Aguilar
sábado, 14 de noviembre de 2020
LOS MILAGROS DE ORFEO NEGRO
Por Eduardo García Aguilar
Tuve la fortuna de que a mi madre Cleo le encantara el cine y me llevara con frecuencia a acompañarla a ver películas inolvidables, entre ellas Orfeo Negro, de Marcel Camus, basada en una pieza teatral de Vinicius de Moraes, que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1959, se ha convertido en un mito cinematográfico sobre el Carnaval de Río y contribuyó a la difusión mundial de la bossa nova, ya que la música estaba compuesta en parte por el gran Antonio Carlos Jobim.
Aquella película, a la que asistimos con una amiga suya y su hijo, se proyectaba en el famoso Teatro Olympia, una de las más importantes joyas arquitectónicas de Manizales, que fue demolida después. Tal fue la impresión de comunicarme a tan temprana edad con ese exótico mundo onírico y trágico acompañado por la pegajosa samba popular brasilera, que durante mucho tiempo me acordé de algunas escenas de la película, sus melodías y la atmósfera que reinaba en aquel majestuoso teatro de amplia platea y varios pisos circulares donde se proyectaron los clásicos de aquellas décadas.
sábado, 29 de agosto de 2020
LAS MIL BATALLAS DE ÁLVAREZ GARDEAZÁBAL
Gardeazábal no se sentó en los laureles conquistados como un guerrero griego antes de cumplir los 30 años. Siempre ha sido un autor incómodo, polémico, odiado y admirado, ya que nunca ha tenido pelos en la lengua para expresar sus opiniones que desde el principio fueron contra todas las corrientes políticas y sexuales. Cuando la izquierda dogmática dominaba el pensamiento en las universidades, el era el único tribuno estudiantil opositor que enfrentaba a las divas revolucionarias, muchas de las cuales, comunistas, maoístas, guevaristas, camilistas, trotskistas, fueron exterminados o se apaciguaron después y entraron al redil.
complejos su homosexualidad con un orgullo en un país que es y ha sido fundamentalmente machista, camandulero y conservador. Varios de sus libros tienen héroes homosexuales como El Divino y la Misa ha terminado y vestido él también como diva sesentayochera con pantalones de rayas blancas y rojas y camisas floreadas, expresaba su elocuencia desde todas las tribunas y púlpitos asustando monjas, horrorizando obispos, alcaldes, presidentes y desestabilizando a los pontífices con sus báculos de hoz y martillo. Tal vez, como destaca Isaías Peña Gutiérrez, esa hidra de varias cabezas, a la vez conservador y volteriano, convencional e irreverente, mojigato y lúbrico, se nutre del contradictorio imaginario familiar, pues su padre fue godo y su madre liberal.
Sentado en su estudio, ataviado con sus inconfundibles, amplias y elegantes camisas, con dicción pausada y mirada de águila, respondió a las preguntas de Isaías Peña Gutiérrez, quien lo conoce y lo ha seguido y estudiado desde el principio. Con Johnattan Tittler, que acaba de traducir al inglés después de arduo trabajo Cóndores no entierran todos los días, habló de las dificultades de trasladar el lenguaje suyo a la lengua de Faulkner y Capote y con Darío Henao abordó sus primeras tareas como profesor de literatura en Cali y Pasto y su rebelión contra las modas semióticas e ideológicas que venían de Europa. Verlo en plena forma y activo después de tantas peripecias extraliterarias ha sido una alegría para quienes sabemos que su obra es rica e imprescindible.
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Publicado en La Patria. Manizales. Colombia. Domingo 30 de agosto de 2020.