Esta semana murió a los 95 años de edad el indignado Stéphane Hessel (1917-2013), adorable anciano, impecable en el vestir, que hablaba un francés de otra época y practicaba la tolerancia y el diálogo en un mundo de fanatismos y culto desbocado a la plutocracia de los capitales financieros y a la narcojuventud arribista.
Gracias a su longevidad vivió todas las tragedias y las glorias del siglo XX, e incluso fue deportado por los nazis a Buchenwald, de donde por fortuna regresó vivo. Estudió en la prestigiosa Escuela Normal Superior y realizó estudios de filosofía antes de que estallara la Segunda guerra mundial. Participó en la resistencia antinazi en Francia y al concluir la conflagración ingresó a la carrera diplomática y participó en el nacimiento de la ONU y representó a Francia ante esa instancia.
Tenía otra gran cualidad y era que amaba la poesía y solía recitar de memoria sus poemas preferidos hasta sus últimas apariciones en público en universidades y escuelas, generando entusiasmo y admiración entre sus escuchas.
Era un dinosaurio humanista en un mundo donde los únicos dominantes son el dinero, la vulgaridad, la violencia, el arribismo, el uso de la bala y el grito para acallar al adversario. Era un pasado de moda que criticaba la odiosa sociedad de consumo y pugnaba por los valores de la convivencia.
En todos los países del mundo, las personas que piensan como él, que son capaces de reflexionar antes de responder y tratan de crear concordia en vez de odio ideológico son despreciadas por generaciones intermedias a quienes tantos años de dominio absoluto del dios dinero, frivolidad televisiva y futbolística y arribismo narco terminaron por lavarles para siempre el cerebro.
Para esas generaciones intermedias que dominan los gobiernos y los partidos políticos en muchos países el que no roba es un tonto, el que no manda matar al rival es un débil, el que no grita y amenaza un pusilánime. Y por supuesto para ellos los humanistas son tontarrones mandados a recoger pues el dinero y la avidez son ley y la trampa y la estafa grandes cualidades.
Los humanistas se sentían derrotados antes de 2008 cuando estalló la crisis económica mundial. En Estados Unidos gobernaba un presidente ignaro que hizo guerras absurdas a diestra y siniestra para beneficio de las industria armamentista y petrolera. En Francia gobernaba un arribista inculto que buscaba imponer la cultura bling bling, versión dulcificada de la cultura popular del narcotráfico dominante en Estados Unidos, América Latina y Asia, con sus limusinas de lujo y relojes de oro con incrustaciones de diamantes. En Italia el impresentable mafioso Berlusconi. En España los nuevos ricos construían edificios sin medida hasta que la burbuja inmobiliaria estalló.
Hessel se levantó contra toda esa vulgaridad del arribismo reinante en el mundo. En 2010 publicó el pequeño y modesto folleto « Indignez vous » que de manera asombrosa se convirtió en el opúsculo más leído por los jóvenes y dio lugar en Europa al surgimiento del fenómeno de los indignados en muchos países del Viejo mundo en crisis, especialmente en España, donde generó multitudinarias manifestaciones.
Grandes sectores empezaron a cuestionar a políticos corruptos, senadores y diputados hinchados de dinero, ministros absusivos que derrochaban y miraban a sus súbditos con desprecio, a reyes borrachines cazadores de elefantes. Y los manifestantes pidieron transparencia y rigor y fin de la impunidad en muchos países e incluso en Wall Street.
Nacido en plena primera guerra, Hessel surge del drama de la historia contemporánea europea y no se olvidó de sus orígenes ni lo obnubiló la comodidad de su vida como diplomático. Su padre Franz Hesel era amigo del filósofo y crítico judío Walter Benjamin suicidado en Port Bout y su madre una joven y bella que fue fotografiada desnuda en su tiempo e inspiro la novela Jules et Jim, llevada al cine por Francois Truffaut en 1962.
Cuando ya pocos se acordaban del anciano jubilado, decidió tomar cartas en el asunto en medio de la terrible crisis que afectó a Estados Unidos y en Europa a partir de 2008 con el hundimiento de múltiples sectores financieros por los abusos del capital y el fin del sueño neoliberal en boga desde los tiempos de Ronald Reagan y Margaret Thathcher.
Cuando el anciano volvió a los escenarios a hablar con su deliciosa elocuencia de otra época, muchos filósofos nuevos lo miraban con soberbia y desdén, como si fuese un viejito idealista pasado de moda. En algún debate televisivo el filósofo Alain Finkielkrault lo fustigó con desdén y Hessel le respondió con inteligencia y rapidez a cada uno de sus cuestionamientos.
Varias generaciones de nuevos filósofos franceses y europeos aburguesados o atontados como André Glucksmann, obnubilados por el reino del capitalismo a ultranza, creyeron enterrar para siempre al humanismo socialista, que consideraban delirio de viejitos gagá en tiempos de realidad y reino de la nueva derecha. Hessel no se amilanó nunca ante ellos y por el contrario ganó cada vez más adeptos en su corta carrera de estrella mundial.
En estos días sentía ya cercana su muerte en París. El famoso Dany el Rojo, líder del mayo del 68 que este año cumple 68 años y era su amigo, lo visitó en casa y casi llora cuando el viejo le dijo que ya estaba pronto su fin.
Hessel le dijo con una sonrisa, « Dany, ¿no te das cuenta que ya tengo 95 años ?». Nadie podía creerlo, pues Hessel era el anciano más joven del mundo y la prueba de que los viejos filósofos vuelven a dar ejemplo de rebeldía en un mundo donde el culto a la soberbia narcojuventud comienza a ser una verdadera trampa.
-----* Publicado el domingo 3 de marzo en el diario La Patria. Manizales. Colombia