martes, octubre 27, 2009
SF - Kitu... y mi eterno retorno
lunes, octubre 26, 2009
Una joya de la historia del blues
domingo, octubre 25, 2009
Marylin and me
viernes, octubre 23, 2009
Ali Mongo y los 40 platillos
Ali en Caffe Trieste
Ali en Specs
Con Ali nos llevamos de maravilla. Quizá por eso me hizo parte de ese selecto grupo de personas que han probado su sazón. Ali me invitó a almorzar hoy en su casa, que -como la mayoría de artistas en el barrio- en realidad es un cuarto de hotel. Ali es otro de los que respeta y quiere a Mark, por eso me dice que lo llame para comer todos juntos, pero M. hoy trabaja, así que voy sola y con el estómago completamente vacío, pues he escuchado comentarios de que la comida de Ali es buena, pero abundante. Con Ali hay un nexo muy bonito de camaradería, y ya sabe que conmigo no surten efecto sus tácticas de seducción (Ali es un amante compulsivo de las mujeres), más bien soy yo la que de vez en cuando le ayuda a escribir algún mensaje para sus amiguitas de intrernet. Ahí donde lo ven, Ali tiene mucho pegue con las muchachas. Desde luego también hay aquellas que se acercan infundidas por la ternura del menudito artista asiático, y una vez que preguntan por el precio de alguna pintura, Ali no escucha bien y responde con un "I´m horny" (estoy listo), dejándolas estupefactas.
En su mesa de trabajo. Caffe Trieste
Frágil. Sostenga con cuidado (foto by Mark Álvarez)
Salimos del Trieste y, a pocos metros, en plena calle Grant, se encuentra el Hunan Hotel. Subímos por las escaleras (el edificio es antiguo y no tiene ascensor) y nos encontramos con un par de conocidos que también viven aquí: un artista cuyo nombre no recuerdo pero siempre me saluda, y el judío bohemio, que salía apurado con uno de sus libros antiguos y que aprovechando me preguntó por Mark ya que de vez en cuando se juntan para estudiar. Finalmente llegamos. Habitación 33. Y -a diferencia de la fotografía del perro rabioso en la puerta de Larry- Ali Mongo tiene unos símbolos tántricos debajo de su nombre. Abre la puerta y enseguida escucho la música de fondo. No puedo creerlo, se trata de El chulla quiteño, una especie de himno de mi ciudad. Yo soy el chullita quiteño / la vida me paso cantando / no hay mujeres en el mundo / como las de mi canción... La música es instrumental, pero es inevitable no cantar. ¿Cómo diablos llegó ese cassete a manos de Ali? Simple. Ali visitó varias veces Ecuador a finales de los 70 durante su travesía por América Latina. Entre las canciones que siguieron habían san juanes, capischcas y pasillos. Ali me pregunta si quiero cerveza o vino, me inclino por el segundo, así que de inmediato trae una botella de Sonoma y una copa. Es cara -advierte refiriéndose a la copa-, quizá lo único caro en esta habitación. Yo me río porque lo mismo hizo Larry cuando me invitó. Ali dice que me ponga cómoda. Pero la verdad es que ya lo estoy. Aunque el lugar no de para moverse mucho por los escasos metros que tiene el cuarto, ocupados casi en su totalidad por una cama litera, una cocina y un escritorio rodeado de plantas. Doy un trago largo a mi copa. Alzo el volúmen. Me relajo. Ali saca los primeros ingredientes. Me siento en casa.
Vista del Hotel Hunan (edificio blanco) foto by Mark ÁlvarezMúsica de los Andes
Ali ofreciéndome vino
y más...
y más comida
jueves, octubre 22, 2009
Next Stop: Petaluma
Algunos poetas tuvieron que retornar a sus países durante la madrugada. Ignatius Mabasa, por ejemplo, se despidió muy temprano antes de partir a Zimbabue, al igual que la poeta iraní Ziba Karbassi. Otros -unos pocos-partieron a otras ciudades de Gringolandia antes del viaje definitivo. Los que nos quedamos, saltamos a la carretera y arrancamos hacia Petaluma por la 101. Alrededor de 35 millas al norte del puente Golden Gate, en el condado de Sonoma. Aquí, Donna Bero -de la Librería Pública de San Francisco- nos esperó en su casa ubicada en uno de los ranchos. De Petaluma no conocía ni el nombre, pero mi inevitable pulso de viajera-investigadora arrojó datos interesantes como que al sureste de Petaluma se hallaba el sitio del establecimiento estacional prehistórico de Miwok y las tribus de Pomo. De hecho Petaluma es una transcripción del lúuma del peta que significa la parte posterior de la colina, y refiere probablemente a la proximidad de Petaluma a la montaña de Sonoma. Además me enteré que este sector es uno de los favoritas de los cineastas en cuanto a locaciones, y que una de las películas rodadas aquí fue Lolita (1997) dirigida por Adrian Lyne con el segundo guión adaptado de la novela de Vladimir Nabokov. Ya sólo con esos datos, el día estaba ganado.
Vista de la entrada a los ranchos
Con los anfitriones: Donna Bero y su esposo
Partimos del hotel Rex en varios autos. Yo me embarqué en el estaba Jack Hirschman, el poeta israelí Chiky Arad, Bárbara Warden y el conductor, quien luego me enteré que era el cantautor Jonathan Richman (quien tocó antes de mi participación ayer, y al cual no alcancé a ver). Lo más chistoso del caso fue que todos fuimos cantando. A mi me dio por cantar boleros y rancheras, y él me sorprendió con una canción de José Alfredo Jiménez. Yo no sabía que él era Jonathan Rischman y empecé a decirle que se mande una canción entera, que no tenga verguenza de cantar, que no importaba si le salía mal, al fin y al cabo sólo era para divertirnos. Él sólo sonrío y me dijo que lo hará en el rancho, que no me preocupara, que hasta trae su guitarra.
El paisaje era amplio y lleno de colinas. El clima mucho más caliente que en San Francisco. Y de rato en rato se veían unas casetitas de frutillas cuyas vendedoras era migrantes mexicanas. Los letreros a las entradas de los ranchos eran de madera y algunos estaban desgastados, pero justamente eso le daba un cierto encanto. Al llegar fue otra historia. El lugar era tan grande que cada uno podía tomar el camino que quería. Había comida, caballos, ríos, senderos. De rato en rato alguien tocaba la guitarra o se recostaba sobre el césped a leer un libro.
Barbara La Morticella, John Landry y Neeli CherkovskiCon BárbaraAggie FalkJack enseñándonos un juego con dados y palabrasCon Tarek EltayebDe der a izq. Alexander Skidan, su traductora y el traductor de la poeta palestinaaquí y ahora El trovador infaltable
Con Jesse y Neeli
Muchas cosas que destacar, entre ellas haber conocido por fin a Jesse, la pareja de Neeli, un pintor filipino con quien tuve la dicha de conversar por largo rato. Ambos llevan una relación de muchísimos años y se nota que Jesse le da el equilibrio necesario a Neeli. Lo entiende y complementa muy bien.
También conocí a una bailarina de folk, ya mayor, y no pude evitar verme dentro de muchos años -si es que sigo viva-. Cuando la vi inmediatamente escribi: De la bailarina/ sólo queda la postura / el cabello largo / los pies arqueados / y el movimiento de su sombra / en la pista de la memoria.