Ayer, el cielo de Quito se desató. El granizo decidió matar el silencio inherente a los días domingos y dificilmente se podía observar lo que había de una esquina a otra, porque la lluvía lo había pintado todo de blanco.
Para quienes estamos acostumbrados a caminar largas distancias, aun en tiempos de lluvia (que en Quito es una constante), el pantalón mojado hasta la rodilla y las bastas deshiladas son características ineludibles.
Así, en medio de ese torrencial escenarió, concluyó, en la capital, el VI Festival Internacional de Cine Documental: Encuentros del Otro Cine. Desde luego, no iba a dejar que el diluvio me impidiera asistir a los últimos documentales en cartelera. No me lo impidió, pero sí logró retrasarme y, en consecuencia, los cupos en las salas del Ocho y medio ya se habían agotado.
No importa -dije- tengo el pasaporte ilimitado.
Error. En todas las funciones anteriores había estado puntual y no me había percatado de las letras pequeñas en la parte inferior del mismo, que decían: Es obligatorio tener un boleto de taquilla antes de entrar a la sala. El pasaporte solo no garantiza un espacio en ésta.
¡Rayos!
Era temprano y los boletos disponibles eran para los documentales que empezaban desde las 21h00. Así que aseguré mi entrada para los de ese horario -incluyendo mi documental, que iba a ser proyectado a las 22h30- y me senté en una de las mesas de la cafetería.
Resignación -pensé- resignación. Y saqué de mi bolso -también mojado- un libro. Alessandro Baricco sería mi compañero las próximas 4 horas (tranquilo Carlos Luis el libro estaba protegido de la lluvia). En fin, cuando ya me disponía a leer -aunque hacerlo me resultaba imposible al ver a la gente sonriente, con boleto en mano y con la ropa seca- los asistentes comenzaron a ingresar para ver el documental del alemán Philip Groning, que era el que deseaba mirar.
Mientras tanto, en la mesa del frente estaban dos tipos de buena presencia, a quienes no presté mayor atención sino hasta que una mujer se les acercó para saludarlos y les comentó que ella tenía una entrada extra para el film de Groning, que si querían podían tomarla. Uno de ellos le agradeció, pero le dijo que de nada servía porque estaba con su compañero. Fue entonces cuando abrí mi boca y dije: Si nadie la va a tomar yo puedo hacerlo. Los tres voltearon a verme y ella dijo: ¡Disfrutala! y me entregó la entrada.
Pude sentir que los que estaban a mi alrededor, en iguales condiciones (mojados y sin entrada), tenían ganas de decir ¡por qué no abrimos la boca primero!... pero bue, así toca, a veces. De no haber sido por mi impulso no hubiese leído bien Seda, ni hubiese estado tranquila.
El Gran Silencio
Ya adentro, en la sala 1, conseguí un puesto en la última butaca, en medio de una extranjera que regresaba a verme cada cierto tiempo y un señor que respiraba como si estuviese roncando -lo constaté durante toda la proyección-.
El director del documental estaba presente y ofreció unos minutos para responder preguntas del público, luego de la película.
Mi interés por ver este documental residía en dos elementos. El primero: el tiempo, dura 162 minutos. Segundo: el silencio, el documental no tiene entrevistas, ni iluminación artificial, ni música extra.
Así que pensé que debía ser un film demasiado bueno para que en tres horas no te duermas o salgas de la sala, tomado en cuenta que el único escenario es el del Monasterio La Grande Chartreuse, en los Alpes Franceses, donde se asienta una de las hermandades más estrictas del catolicismo romano: la orden de los Cartujos.
Frente a ello, el manejo de la imagen debe ser muy bien realizada...y así fue.
El trabajo de fotografía que Groning realiza (él tambien estuvo a cargo de la cámara) es simplemente espectacular. Cada plano logra un efecto tremendo en el espectador. Sin necesidad de palabras, uno entiende muchas cosas que ocurren al interior del monasterio.
Claro, no sé si a todos les sucede lo mismo, pero a mí me resulta complicado estar en un mismo lugar o en silencio por mucho tiempo, por lo que tenía mis dudas y pensé que podría resultar angustiante. Sin embargo, a lo largo de la película uno, como espectador, llega a establecer una relación muy estrecha con cada elemento que se observa.
Bueno, no todo era perfecto, el
gran silencio no fue tan silencioso gr
acias al hombre que roncaba a mi oído, pero la calidad del documental superó todo inconveniente.
Hubo momentos en los que ciertas imágenes me invitaban a pensar (¿meditar?) en ciertas cosas. La reiteración es un elemento clave en el film. Me recordó a una crónica: Castidad, de la colombiana Patricia Nieto, en el libro Medellín Secreto. En ella, la autora explica la vida al interior de los conventos. En ellos el tiempo se entiende de manera distinta al tiempo "de afuera". Cada detalle es importante y la reiteración permite el efecto de sentir el peso de esa vida sobre nuestros hombros. Groning logra lo mismo, pero con imágenes y breves frases en latín.
Al final, quedé satisfecha y pude hacerle unas cuantas preguntas al director. Ya afuera conversamos un rato.
Mi documental una vez más...
Luego de asistir el documental de la española Estela Ilárraz, sobre la migración a España (faltaron elementos para mi gusto) proyectaron nuevamente mi docu. Lo bacán es que estuvieron personas a las que no pensé encontrar y que pudieron verlo, mi amigo Rafa, Nelson Scartaccini y mi mamá, que estuvo en Cuba durante el estreno, entre otros.
Jaime Guevara: entre cuerdas libertarias entre los favoritos del público
Hoy me encontré con la sorpresa de que el docu está en el puesto 5 por votación del público, a la fecha 17 de mayo. Lo recibí en un boletín enviado por cinememoria.
Las favoritas del público al 17 de mayo:
1. The Cats of Mirikitani (3.98)
2. Trelew (3.80)
3. My Father the Turk (3.80)
4. La película de la reina (3.79)
5. Jaime Guevara: entre cuerdas libertarias (Ojo con la Democracia) (3.79)
6. Invisibles (3.77)
7. En el hoyo (3.77)
8. Mete gol gana (3.69)
9. La ciudad de los fotógrafos (3.67)
10. Taromenani: el exterminio de los pueblos ocultos (3.64)
A esperar los próximos EDOC para asistir como espectadora y, una vez más, -espero- como directora.
Salud!