Suma de días, kilómetros y rutas distintas; desvíos inesperados. No tener la menor idea de quién era ella, y terminar siguiéndola por todo su recorrido porteño. La tarde de aquel miércoles en Malba donde viajamos, decididos, a los tiempos de Arturo; desciframos símbolos, y despejamos mitos. Me lo juré al salir: toda actividad sería interrumpida, hasta haber transitado por los tres encuentros. La duplicidad de caminos, la decisión, la pregunta, la no pregunta y su consecuencia. Epicentros.
Y cuánto cuesta salirnos de nuestros yo e interpelar, permitirnos ver y vernos. Porque de haberlo hecho el resultado hubiese sido otro.
Y cuánto cuesta salirnos de nuestros yo e interpelar, permitirnos ver y vernos. Porque de haberlo hecho el resultado hubiese sido otro.
La noche en Palermo, en una Fundación a metros de casa, donde nos detuvo Jung y su libro rojo. La letra D, la E, las ilustraciones; los signos. Los dilemas.
Nada anticipaba para ese entonces la mañana mágica que sucedería a aquella noche, tan imprescindible como ardua. Porque por más que la ida de Saturno haya traído la pausa, los avatares no cesan.
Nuestra segunda foto, cuando la primera tenía ya dos años y algunos meses. Nos habíamos conocido en aquel contexto donde los laberintos condujeron a la magia y al cambio, a tantos porvenires inesperados.
Confirmar que también te inunda la claridad, el andar calmo. No, si no te eligió por nada...
Ya veníamos de un brindis muy especial, de una noche mágica del pasaje a esta reciente cifra, con la posibilidad de descubrir un nuevo Aleph, cuando todas las coordenadas coincidieron para que así fuese. Descubrirme bajo los eucaliptos de una noche muy arbolada y diáfana en su Adrogué. Magia y azar comulgaron. Con aquellos otorgamientos que nos da el don de la aceptación, cuando dejamos de culpar externos.
Y cedieron las demoras, hasta aquella del arribo de las primeras "letras de molde", desde la madre patria... Los textos que quiso la ventura o el destino, fuesen esos y no otros; coronando encuentros y celebrando por tanto de lo recibido.
Y cedieron las demoras, hasta aquella del arribo de las primeras "letras de molde", desde la madre patria... Los textos que quiso la ventura o el destino, fuesen esos y no otros; coronando encuentros y celebrando por tanto de lo recibido.
Pero tanto, y no era todo. Después de veinte años de aquella vez, cuando zambullirme en sus letras significó el hechizo y la fascinación, la conclusión de aquel camino. Su Ética para Amador fue eso y más, y pude contártelo. Descubrir otro rincón en el mundo. Sí, porque mi paisaje está lleno de rincones, de esquinas y lugares que hago míos.
No hace aún un mes, la suerte también quiso, que el río se enangostase una vez más, y a pesar de las lluvias plateadas se tratase de tres días de ensueño. Donde todo lo que fue debía ser, y por algo. Gracias, paisito, porque siempre estoy en casa...
Para ese entonces faltaban treinta y cinco días para volver; hoy falta sólo una decena, y entonces un cuento me abrirá sus puertas. Muros que hablan. Historia para nada vacía...
Estaré ahí y me entrego a lo que el destino tenga escrito. Solo auguro estar bien despierta, porque es atentos como mejor vemos, y lo suficientemente distraída para que nada apremie, para perderme entre tus calles sin tiempo, dispuesta a todos tus acaso...
Estaré ahí y me entrego a lo que el destino tenga escrito. Solo auguro estar bien despierta, porque es atentos como mejor vemos, y lo suficientemente distraída para que nada apremie, para perderme entre tus calles sin tiempo, dispuesta a todos tus acaso...