Lu se volvió anoche con una "argentinidad al palo", ¿Quién recórcholis cantaba esto?
El pico patriótico lo tuvo en los pasillos del Ministerio de Cultura, mientras yo con un facón miraba el afiche de la película "Mal día para pescar", dirigida por otro Alvaro, y ella se inspiraba con uno que decía "Soy mujer". El precio del facón, cuyo valor omití averiguar, y que Hugo del Carril le regaló a mi padre, ¿o a mí? La historia siempre me la contaron tan camuflada...
Bueno, el tema es así, me lo regalaron cuando filmaron juntos
"Amalio Reyes, un hombre". Sí, esa donde la heroína era su primera mujer, Julia Sandoval, que muere asesinada por un despechado, el mismo día de su casamiento.
Ell cuchillo en cuestión debía ser entregado en la inauguración de la Feria del libro de Buenos Aires (la oficial, la high five), el 20 o 21 de abril. Quedé plantada en el stand de Santillana y más tarde en el de la Cámara del Libro Uruguaya, junto al embajador del Montparnasse de la aldea (palabras de un uruguayo) y un representante de la cultura del mismo lugar, que habitan a cinco cuadras de mi antro laboral, la maldita burbuja azul. ¿La que me da de comer, o la que me prostituye desde hace más de una década?
Por esa cápsula azul no volví a mi sur. Por esa cápsula azul, Claudio, yo debía luchar, era mucha la seguridad".
Pero la burbuja se empañó y se contaminó aún más con la llegada de un ser inmanejable, inadjetivable, que no hizo más que acelerar, incrementar no sólo el ritmo nervioso de la gran ciudad, sino mis ganas de huir, de escapar.
El amor siempre estuvo en el paisito anaranjado. Yo miraba el río desde el año 98 cuando me alimentaba una "corporación mágica", que desde Puerto Madero orientaba para esta orilla. Muchos años más tarde me enteré que tenía más que ver con ella. Lo supe mucho después de enamorarme de sus letras. Mi blog favorito. Yo para ese entonces no tenía el propio. Sólo la leía a Azucena y a Charlotte, mi amiga y vecina, con la que compartimos el angelito que nos inspira y protege en el mismo habitat palermitano.
¿Volvemos? Jamás doy vuelta la página dirían los psi de bolsillo...
El 20 de abril se inaugura la Feria del Libro en Buenos Aires. Para ese entonces hacía ya dos días que Roch había descubierto, en los ojos de aquel hombre, toda la luz del mundo.
Lo vió por primera vez la noche del 19, cuando en el Centro Cultural Recoleta se daba inicio a La Bienal de Borges-Kafka. Lo presentaron como "uno de los hombres que más hizo por la cultura sudamericana". Le saqué una foto porque me impactó su gorrita, sus ojos, su luz. Y era el único que no destilaba oro en la high five inauguración. Yo y mi ignorancia nos acercamos a saludarlo, anticipándole que desconocía quién era, pero que me acababa de devolver al maestro Benedetti y al Gran Pepe. El lloró, yo lo abracé. Se acercó alguien de la movida checa y me contó quién era. Y era nada más y nada menos que "el más gaucho de todos los gauchos".
Automáticamente recordé aquel viejo facón y decido que será de él.
–Llamame cuando vengas a Montevideo, y venime a ver, pedime lo que quieras.
Me anotó sus números, que con el vino y la champaña que corrían en la fiesta bien podrían haber correspondido a "los del cinco de oro" o a los del "Quini 6".
La noche de las copas fue mágica. Ahí también conocí a mi angel, a Monique. Me pateó una copa y desde ese día estamos hermanadas. Ella aparece, no sabés cómo, ni cuando, ni porque, pero siempre está.
Conocí a todos los organizadores de la Bienal. Unos gentleman.
Materialisé a los genios de Polesello, Marianito Sardón y hasta le pude suplicar a María Kodama que entregue algo de la noche en que mi padre, en el año 74, presentó la obra completa de Jorge Luis Borges en el San Martín. Le aclaré el valor sin medida que cualquier recuerdo de la noche en cuestión tendría para mí.
Tratándose de mis tres Jorges, mis tres guías: mi padre, mi maestro –el que me abre la cabeza, el que me inspira a escribir, el que desde los 11 años sigo y considero que nadie superará– el gran Jorge Luis. A mi otro Jorge, a brothercito, lo llevo conmigo.
Pero me lo negó. Rogelio Polesello se acercó y me dijo "dont't worry, be happy, que yo te lo puedo conseguir".
El ágape prosiguió de la mano de él en territorio checo.
Y como chapter ONE ya está bien.
Update: hoy estoy varada en mi Montevideo querida, hace cinco días que llegué. Me guió esta frase: "Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo"...
Y todas las letras de ellos, de Mauricio y Buttazoni, que me tienen embriagada de literatura y de historia. Las que escriben no sólo los que ganan...
"La rebelión de los cañeros", "Piedritas bajo la almohada", "Un país lejano", "Cajón de sastre", "El tigre y la nieve", un "mano a mano entre Seregni y Rosencof", "Los trabajitos de Dios", las cartas que a él no le llegaron, el "Medio Mundo".
¿Si un nuevo cine es posible, un nuevo mundo no?
Y, por supuesto y ante todo, las del maestro Benedetti.
No había nardos ni geranios, Mario, te llevé mi flor favorita, el lilium naranja.
–Estoy con fiebre, varada y sin documentos, y no pude volver...
–¡Qué bueno con TODO!
–¿Bueno? ¡Quedé varada en las tierras de Maurice, de Pepe!
–¡Pero es tu amada Montevideo!
–Sí, pero indocumentada, y me ayudan a sobrevivir mis amigos y unos señores mayores que conocí dos horas en un muelle de Punta del Este, en marzo. Según mis amigos son cerdos capitalistas, camaleones de primer nivel. Y yo considero que son "mis padrinos".
¿Me iba a atrincherar? Tienen más mundo, boliche, noche y calle que lo que llevan de vida. Y les gusta vivir bien, como a todos.
A mis compañeritos de viaje:
Lu, Juampi, Viviana.
A
Fiorella, la más montevideana.
A
ella que hasta ahora ni me miró por el balcón, pero que ahora encontraré en el Boulevard España y la Rambla.
A los padrinos.
A Cecie.
A China Zorrilla, que también dio el empujón.
A mi amiga Antonella.
A los dos taxistas charruas que en los últimos días me depositaron en la burbuja y me auguraban el definitivo cruce del charco.
A
vos.