Tan sólo diré que en FF XIII se dan lugar dos mundos enfrentados, un gobierno autoritario que representa a dioses crueles que atemorizan a los humanos y los utilizan para lograr sus fines, y un grupo de personajes de personalidad muy marcada que por una serie de circunstancias acaban siendo obligados a cumplir una misión que desconocen y que los convertirá en enemigos de la nación. Todo un relato épico.
Referencias cinematográficas: Más que parecerse a la película de Final Fantasy que salió en el año 2001, la cual no tiene nada que ver con ninguno de los juegos más allá del título, las numerosas escenas de video que componen FF XIII recuerdan mucho a las de Final Fantasy VII: Alvent Children, secuela cinematográfica del juego más popular y mejor valorado de toda la franquicia, una influencia que los propios creadores de la fantasía nº 13 han admitido. En cuanto a parecidos argumentales, se me ocurren pocos: Los elementos mágicos y épicos de El señor de los anillos y algunos retazos de La conspiración del pánico son los primeros en venirse a mi mente. Se admiten propuestas.
Lo mejor: Gráficos de infarto que te obligan a parar en más de un momento para contemplarlos en todo su esplendor. Animaciones realistas que te hacen dudar de si estás jugando o viendo una película. Una historia compleja, profunda y absorbente. Personajes con identidad propia que interactúan y evolucionan de manera diferente. Un completo sistema de batalla que va de menos a más, de los mejores que se pueden encontrar en un juego de rol, mezclando con acierto la estrategia y la acción en tiempo activo.
Lo peor: Demasiado lineal, el juego se limita a avanzar, pelear, contemplar escena y volver a avanzar, todo lo contrario a la anterior entrega de la saga que descuidaba la historia para centrarse en la jugabilidad y en la libertad de exploración. En tiempos en los que personalizar al personaje, el vestuario y las acciones está a la orden del día sorprende que llegue el Final Fantasy más acotado de todos. Algunas mazmorras se hacen demasiado largas y siempre son en línea recta y sin desvíos. Cuando se pelea demasiado con cierto tipo de enemigos se vuelve repetitivo porque ya sabes exactamente qué estrategia usar.
Veredicto: Juegazo, aunque su ritmo lento pero seguro, y su encorsetamiento jugable que lo hace más cinematográfico si cabe, echará para atrás a los que les guste forjarse su propio camino y explorar con libertad, lo cual sólo está permitido en el último tercio del juego.
¡Cuidado! El video contiene spoilers