Al
final le convencí para que hiciésemos ese crucero por los mares del Sur si
bien, para lograrlo y siendo tan olvidadizo, tuve que recordarle que son de
allí esas chicas que mueven las caderas y las manos sin cesar, que eso y no
otra cosa es un baile polinesio.
Podía haberlo hecho hace mucho
tiempo, pero es un viaje que solo se hace una vez en la vida y tenía que
esperar al momento justo, a estar lo suficientemente cansada, estresada, harta
y aburrida.
Me encargué de todo y él, siguiendo
su costumbre, se dejó llevar solo pendiente del dinero; por eso, y como preveía,
no fue difícil perderme en la isla adecuada, esconderme, desaparecer y esperar
a que el barco se lo llevase, segura de no tener que volver a verlo,
sacrificando toda una forma de vida en un momento y con una sonrisa, como hacen
los valientes.
(microrrelato
escrito para el Monstruoscopio, para la ronda 4, de Esta noche te cuento; donde acabó mi aventura)
MUy buena manera de desaparecer, y como siempre, un relato fantástico. Felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
No sé si felicidades porque... hay se acabó mi participación; pero gracias
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