Se acerca presuroso a recoger del suelo la lágrima cristalizada. “Es como un diamante”, piensa.
Durante meses lo lleva en el bolsillo del abrigo, junto a las canicas, una piedra, un tirachinas y dos botones; espera paciente el momento más adecuado para dárselo a ella, la niña más linda de la clase.
Llegado el momento, nervioso, busca y encuentra la lágrima, la saca con cuidado. “¿Qué es?”, dice ella. “Una lágrima que lloré por culpa de un corazón helado. Cógela”. En cuanto el cristal toca la piel de la pequeña, la gema se hace agua. “¿Qué pasa ahora?”, pregunta ella sin comprender. “Una lágrima es una piedra al contacto de un corazón glacial, se funde junto a la piel cálida y a veces, como ahora, estando en las manos de las personas adecuadas, las lágrimas desaparecen, llegando incluso a evaporarse”.
(microrrelato finalista en el Concurso Minificciones en Cadena Triple C, IV quincena 2012)