Su vida era
perfecta. Un trabajo bien remunerado, que la mantenía ocupada y no le causaba
grandes problemas. Una casa con la que impresionar a las visitas. Un par de
hijos inmersos en un horario sin fin de clases particulares. Un marido y un
amante, domesticados hace tiempo, de los que ya nunca salía un reproche. Un
cuerpo a salvo del tiempo, vigilado de cerca por un ejército de especialistas.
Un armario interminable que crecía sin parar. Joyas. Zapatos. Amigas. Fiestas.
Viajes.
Sí, su vida era
perfecta; pero… algo se quebró en su interior cuando oyó reírse a carcajadas a
aquella pareja en la calle. Desde entonces no ha dejado de rebotar entre sus
sienes la pregunta: “¿hacía cuánto tiempo que ella no se reía así, hacía cuánto
que no se reía con alguien?”.
(Proyecto: No me cuentes películas. ¿Te animas a
contar una historia que tenga el mismo título que la película pero que no tenga nada que ver con ella)
Precioso relato Luisa y muy común lo que nos enseñas entre tus letras y se ve en esa grieta.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Sí, lamentablemente es muy común. Ocuparse de las cosas y olvidarse de las risas.
ResponderEliminarGracias