La mujer, intentando calmar los llantos del bebé que
tenía en brazos, empezó a amamantarle y abrió un silencio. Asistimos entonces a
lo increíble: el niño creció al tiempo que se consumía la madre, fueron
invirtiéndose los papeles, hasta llegar a ser lo que ahora vemos, un hombre
acunando a una vieja de ajados pechos.
El transcurrir de la vida en unos instantes.
ResponderEliminarBesos.
Qué forma más bonita y Real de contar toda una vida.
ResponderEliminarBesicos muchos
Hermoso, tierno y real.
ResponderEliminarUn abrazo. Luisa
He dicho madre y mujer... pero también podría decir padre y hombre, ellos también cuentan.
ResponderEliminarUn aceleramiento de la vida. Ojalá siempre el final fuera así.
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