La actividad política de los hermanos Tiberio y Cayo Sempronio Graco, en el último tercio del siglo II a.C., pretendía la realización de una serie de reformas que abordaran seriamente los desequilibrios sociales -recesión económica, ruina del pequeño y mediado campesinado, alza de los precios, crisis del ejército, revueltas serviles, alto desempleo...-, generados no tanto por la política expansionista de Roma en general, que a partir del 156 a.C. tuvo que enfrentarse a varios frentes militares simultáneos, como por la ruinosa guerra de Hispania en particular, que había exigido más inversión de hombres y dinero que ninguna campaña anterior y de la que no se había obtenido aún el más mínimo beneficio. Asimismo, las reformas buscaban dar un mayor peso político a la plebe, tanto urbana como rústica, limitar los abusos de la aristocracia y, sobre todo, adecuar al fin el sistema de gobierno de Roma a las necesidades de un Estado imperial. Dichas reformas, propuestas por los hermanos desde el tribunado de la plebe, aunque en diferentes momentos, exigían:
1-Nuevos
repartos de las tierras para los ciudadanos más pobres
2-La fundación
de colonias donde asentar a los futuros nuevos propietarios
3-Distribución de grano a cargo del Estado y a un precio inferior al
del mercado libre
4-La extensión del derecho de ciudadanía para el
resto de los latinos, y a los demás itálicos el derecho de voto en
Roma.
Para lograr tierras
suficientes con las que realizar la reforma agraria en Italia, se
pretendió regular la ocupación de los territorios conquistados en
la península (el ager publicus), mediante una limitación del
número de hectáreas por familia, de forma que se creara un
excedente suficiente que repartir en lotes de tierra, inalienables y
de igual extensión, entre los ciudadanos menos favorecidos. Con
esto, se aliviaría el empobrecimiento general, disminuiría la tasa
de desempleo, y se solucionaría la crisis del ejército en parte,
pues al aumentar los pequeños propietarios, aumentaban los posibles
reclutas1.
Aunque la medida no
afectaba a la propiedad privada, que era inalienable, si dañaba los
intereses de la oligarquía, que con el tiempo se las había
arreglado para hacerse ilegalmente con la mayoría del ager
publicus, que en teoría era propiedad del Estado. La reforma
además perjudicaba a los itálicos, cuyos estratos municipales más
ricos habían participado en la ocupación de la tierra pública y
cuyos proletarios, al no ser ciudadanos, ni siquiera podían
beneficiarse de las asignaciones previstas por la ley. Para aliviar
el creciente descontento, evitar que éste se volviera en su contra2
e, incluso, llegar a reconducirlo en su favor3
los Graco pidieron el derecho de ciudadanía al resto de latinos y el
de voto a los demás itálicos. Aunque la medida satisfizo a los
aliados, en caso de aprobarse, perjudicaba, al igual que la reforma
agraria, los intereses de la aristocracia, pues supondría un aumento
del número de votantes, cuyas asambleas, al estar alejadas de Roma,
escaparían de todos los medios coercitivos y de control de la
oligarquía.
Por todo ello, pronto se
formó un grupo numeroso e importante contrario a las medidas de los
Graco, perteneciente al orden senatorial y parte del ecuestre, que
intentó impedir por todos los medios que muchos proyectos de ley de los hermanos fueran
aprobados. Para lograrlo, utilizaron en primer lugar a personas
tales como Octavio, tribuno de la plebe junto con Tiberio, que interpuso constantemente su
derecho a veto a la reforma agraria de éste. En segundo lugar,
manipularon a las masas, con lo que consiguieron que el proyecto de
ley para entregar la ciudadanía al resto de latinos y el voto a los
itálicos fuera rechazado, ya que se hizo ver a la plebe que si los
itálicos accedían a la ciudadanía, los beneficios que hasta aquel
momento habían disfrutado en exclusiva deberían ser compartidos
entre más individuos. En último lugar, se recurrió incluso a la
violencia, que desembocó en el asesinato de los Graco y sus
partidarios.
Los Graco, por su parte,
contaban con el apoyo de la inmensa mayoría de la plebe rústica, la
mayor beneficiaria de la reforma agraria; y de parte de la urbana,
gracias a las nuevas condiciones para la distribución del trigo.
Aunque el peso político de ambas era muy inferior al que tenía el
Senado, los Graco lograron la aprobación de algunas de sus medidas
acudiendo a ellas a través de las asambleas populares de Roma, como,
por ejemplo, la entrada en vigor de la reforma agraria pese al veto
que el tribuno Octavio interpuso, gracias a que la asamblea popular
votó que éste depusiera su cargo. Así mismo, los Graco contaban
también con el apoyo de la otra parte del orden ecuestre -ya que
habían entregado a este estamento parte del control de los
tribunales- y con el respaldo de los aliados por su intento de
concederles la ciudadanía. Por último, no todo el estamento
senatorial les era contrario, si no que una parte de él apoyaba sus
reformas, e incluso ayudaba en la consecución de las mismas, como,
por ejemplo, Apio Claudio, miembro de la comisión encargada de poner
en funcionamiento la reforma agraria, Fulvio Flaco, el primero en
proponer la concesión de la ciudadanía a los latinos y el derecho
de voto a los demás itálicos, o Papirio Carbón, otro miembro de la
comisión agraria.
De hecho sus partidarios
debieron ser muy numerosos, pues nada menos que tres mil de ellos
fueron ejecutados tras el asesinato de Cayo4;
sin embargo, en conjunto poseían menor importancia y menor
influencia política que sus adversarios; en primer lugar, las
asambleas populares poseían muchísimo menor poder que Senado, y la
plebe podía ser fácilmente manipulada por la aristocracia mediante
la demagogia y el sistema de la clientela, que establecía fuertes
lazos de dependencia entre la plebe y la oligarquía; en segundo
lugar, los aliados itálicos, al carecer de derecho al voto, no
poseían el más mínimo poder político; y por último, el orden
ecuestre, aunque con enorme importancia económica, no poseía ningún
poder político, pues sólo el orden senatorial podía acceder a las
magistraturas. Por todo eso, el partido
de los hermanos Graco no logró que gran parte de sus medidas fueran
nunca aprobadas, ni siquiera que las que si fueron admitidas se
realizaron de forma completa, debido a las trabas que logró imponer
el Senado. Por último, fueron abolidas tras el asesinato de Cayo.
Sin embargo, pese a que
finalmente ni Tiberio ni Cayo lograron nada, nada volvería a ser lo
mismo después de ellos. Los problemas que, cómo ya hemos visto,
generó la aprobación de la reforma, los que no logró resolver, los
que provocó el no aplicarla5,
y las guerras exteriores, generaron diferentes conflictos
político-sociales que afectaron a la cohesión interna de la
aristocracia, que se dividió en dos partidos, o factiones,
optimates y populares, cuyo origen podemos vislumbrar
en la oposición o el apoyo a las reformas de los hermanos Tiberio y
Cayo Sempronio Graco.
La formación de
factiones no era una práctica nueva, pues, por ejemplo, el
propio Tiberio Graco era miembro de una factio, la liderada
por Apio Claudio, opuesta a otra factio, la de Escipión
Emiliano. La diferencia radicaba en que, anteriormente, las
discusiones internas entre las distintas factiones en que se dividía
el orden senatorial, que podían amenazar el exclusivo control
nobiliario del gobierno y la cohesión del estamento aristocrático,
se habían resuelto siempre dentro de este orden senatorial, mediante
discusiones privadas, sin ninguna trascendencia fuera del grupo, que
resolvían cualquier diferencia, para que el Senado pudiera
pronunciar su decisión oficial y pública como colectivo. Sin embargo, ahora, estas
diferencias entre los diversos grupos en que se dividía el orden
senatorial había llegado a un punto nunca alcanzado antes y habían
trascendido por primera vez fuera del seno de la aristocracia,
descubriendo sus debilidades internas, porque estos grupos, o
factiones, buscaron el logro de sus metas políticas fuera del
estamento aristocrático, recurriendo a la ayuda de la plebe a través
de las asambleas populares, del orden ecuestre, y tras Cayo Mario,
del ejército.
La entrega por parte de
los Graco del control parcial de los tribunales al orden ecuestre
supuso para el orden senatorial la pérdida de uno de sus antiguos
privilegios, cuyo mantenimiento era, junto con la cohesión, uno de
los pilares en que se basaba la fuerza del grupo. La pérdida de
ambos debilitó al estamento, e inevitablemente, el exclusivo control
nobiliario del gobierno empezó a desaparecer.
El mayor beneficiario de
esa pérdida de autoridad fue, sin lugar a dudas, el orden ecuestre,
un grupo politizado por la acción de los Graco de entregarles parte
del control de los tribunales. Atento, sobre todo, a sus intereses
económicos, invertirían en ellos su nueva fuerza política, en unos
casos contra el orden senatorial, y, en otros, a su favor, por que
compartían con él un buen numero de intereses.
Por último, la reforma
de los hermanos Graco supuso también el despertar de las masas como
factor político. Pero los diferentes problemas y aspiraciones de la
plebe rústica y de la plebe urbana, y sus fuertes lazos de
dependencia-debido al sistema de la clientela-con los miembros
de la oligarquía, lo que permitía su manipulación, imposibilitaron
la formación de un frente unitario y complicaron aún más la escena
política en Roma.
1
El Estado romano exigía una determinada renta anual a sus
ciudadanos para poder entrar a formar parte del ejército, ya que
eran los propios soldados los que se pagaban su equipamiento.
2
Pues el resto de latinos, aunque no poseían la ciudadanía al igual
que el resto de itálicos, si poseían el denominado ius latini,
el derecho latino, que otorgaba el derecho a voto en la ciudad de
Roma.
3
Porque es lógico pensar que los itálicos, en el caso de lograr la
ciudadanía o el voto gracias a los Graco, se sentirían más
inclinados a alinearse a su favor que en su contra, lo que
aumentaría enormemente su potencial de voto.
4
Cf. Plutarco, Vida de Cayo Graco, XVII.
5
La ciudad latina de Fregellae, por ejemplo, decidió sublevarse al
conocer el fracaso del primer proyecto para conceder la ciudadanía
a los itálicos, propuesto por Fulvio Flaco, partidario de los Graco
y cónsul en el año 125 a.C. La reacción del Senado no se hizo
esperar: la ciudad de Flegellae fue completamente destruida.
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*Fotografía 1: "Los Gracos", de Eugene Guillaume
*Fotografía 2: "Graco dirigiéndose a la asamblea de la plebe", Silvestre David Mirys
*Fotografía 3: Senadores y magistrados en el Friso del Ara Pacis
*Fotografía 4: "El asesinato de Cayo Graco", por François Topino-Lebrun
¡Guau! Acabo de descubrir este blog, y me ha enganchado desde un principio. Es encomiable la labor que has efectuado, Laura (no nos conocemos, pero permiteme que me tome la libertad y te tuteé), para hilvanar los acontecimientos de manera cronologica, dandole aportando consistencia y sentido a la cadena de acontecimientos que desde los Graco, acabarían dandole la puntilla a la República.
ResponderEliminarLo dicho: Un trabajo magnifico, una lectura muy amena (para el que le guste el tema, eso si), y sobre todo: coherente. Me quito el sombrero.
Mangífica entrada. Simplemente quería aportar un vídeo de la BBC en esta completa entrada en el que aparece el episodio del asesinato de Tiberio en una buena recreación histórica:
ResponderEliminarhttps://gabrielrosselloblog.wordpress.com/2017/05/03/historia-de-la-lucha-de-clases-los-hermanos-graco-roma-s-ii-a-c/