Mi tercera lectura este
año que trata el tema del duelo, las otras han sido “La alargada sombra del
amor” de Mathias Malzieu (reseña aquí) y “La vida era eso” de Carmen Amoraga
(reseña aquí). Tres libros diferentes con un fondo común.
“La gente feliz lee y
toma café” además del título es el nombre de un café literario de París, del
que Diane es medio dueña, la otra mitad
del negocio es de un personaje especial, como tal y, sobre todo, para ella.
Félix es capaz de ser terapeuta hasta por teléfono, es un gran apoyo en una
etapa tan trascendental de su vida. Por cierto, como curiosidad también se
llama Félix el personaje que en Tetuán ayuda bastante a Sira en “El tiempo
entre costuras” (reseña aquí) y me ha recordado algo a él, aparte del nombre.
Y hasta aquí el café
literario, quitando algunas pequeñas referencias, hubiera sido bonito una
novela basada en éste, pero entonces habría sido otro libro con otra historia.
Y en ésta nos cuenta la
superación personal de Diane tras un gravísimo revés. Después de un año
continua sin superar la pérdida de su marido y de su hija. No acepta ayuda.
Todo le recuerda a Colin y a Clara. A su vida con ellos. Pero llega un momento
en que toma una determinación y se va a Irlanda, aunque no por casualidad,
instalándose en un pueblo perdido, en un rincón del mundo para vivir sola
frente al mar. Es una huida de todo, de todos y de sí misma.
Me pregunto ¿Por qué es
tan complicado vivir el presente, intentar tener un futuro y no poder dejar
atrás el pasado?
La nueva vida en Irlanda,
es un contraste con Francia, con escenas un tanto simpáticas y curiosas,
gracias a los típicos tópicos. Apareciendo nuevos personajes como los amables
caseros Abby y Jack, todo lo contrario a su sobrino Edward, que se puede
definir como impresentable, arrogante, maleducado, taciturno, bronco y
solitario, por lo menos nada más conocerlo. Y en el lado opuesto está su
hermana Judith que es la chispa de la vida.
Tiene una parte de
tristeza mezclado con situaciones divertidas,
con algo de ternura y una pizca de humor. Aunque el duelo está siempre
presente. Curiosos contrastes, en un momento donde el planteamiento es ¿cómo se
reconstruye la vida? ¿Se puede volver a ser capaz de disfrutar de los pequeños
placeres sencillos?
Me ha parecido un relato
con altibajos, creo que le sobraban algunas escenas y le ha faltado profundizar
un poquito más en otras. Pero el tema del duelo tiene momentos emotivos, me ha
transmitido lo difícil y complicado que es vivir un momento así, el enfrentarse a una vida donde la pérdida te tiene atrapada. Tiene sus mensajes
de superación, de que la vida continua, que hay que seguir adelante, que en algún
momento la huida puede dar el empujón que faltaba para volver a encontrarte a ti
misma.
Algunas frases del libro:
“El azar me llevó al
mejor sitio, parecía estar sola en el mundo. Cerré los ojos, mecida por el
ruido de las olas que rompían a pocos metros de mí. El viento maltrataba mi
piel y me hacía derramar algunas lágrimas, mis pulmones se llenaban de oxígeno
yodado.”
“Hacía todo lo posible por regresar al mundo de los vivos.”
Contracubierta o parte de la misma:
Tras la muerte de su
marido y de su hija en un accidente, Diane lleva un año encerrada en casa,
incapaz de retomar las riendas de su vida. Su único anclaje con el mundo real
es Félix, su amigo y socio en el café literario La gente feliz lee y toma café,
en el que Diane no ha vuelto a poner los pies.
Decidida a darse una
nueva oportunidad lejos de sus recuerdos, se instala en un pequeño pueblo de
Irlanda, en una casa frente al mar. Los habitantes de Mulranny son alegres y
amables, salvo Edward, su huraño y salvaje vecino, que le sacará de su
indolencia despertando la ira, el odio y, muy a su pesar, la atracción. Pero
¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos? Y luego, ¿qué hacer con ellos?