Una
vez más Herman Koch ha conseguido una historia que no deja
indiferente, como ya hizo con sus otros libros “La cena” (reseña
aquí) y “Casa de verano con piscina” (reseña aquí). Recomiendo
leerlos.
Esta
vez la trama resulta un poco más compleja, pero según avanza y,
sobre todo, hacia el final la madeja se deshace. Y mientras el hilo
principal cobra sentido, quedan en el aire preguntas sin respuesta
sobre otras cuestiones. Porque algo que caracteriza sus novelas son
la crítica social, la ambigüedad moral de sus personajes, los
pequeños incisos sobre otros temas que te hacen reflexionar y muchas
veces te abre los ojos con sus explicaciones.
De
esta manera expone que hay dos tipos de escritores. El que tiene que
ir a todas partes en persona, tiene que vivirlo todo para poder
escribir sobre ello y acumular vivencias para que el motor de la
escritura arranque. Y el otro tipo es el que se queda en casa, adora
la regularidad y lo conocido.
Así
mismo hay libros en los que aparece el escritor como personaje, o en
los que hay un personaje que dialoga con el escritor. Pero en la
novela de “Estimado señor M.” el propio narrador dice que no es
ningún personaje, que es real. Y es porque por una parte hay un
narrador anónimo que va detallando todos los aspectos relacionados
con M., su vecino, un escritor, por el que parece que tiene obsesión.
Lo que me mantuvo expectante por saber cual o cuales eran los motivos
para actuar así.
Y
por otro está la historia dentro de la historia, pues parte de la
narración es el libro “Ajuste de cuentas” que escribió M. y le
llevó a la fama cuarenta años atrás. Ahí relataba un suceso real,
que quedó sin resolver, pero al que en la ficción le dio un final,
que marcó la vida de sus protagonistas, Laura y Herman. Mientras se
van combinando ficción y realidad, las dudas sobre que sucedió van
en aumento, a la vez que poco a poco se empieza a desentrañar todo.
Parte
de la complejidad está en la casualidad de que el escritor se va a
vivir arriba de una persona real, que a su vez él convirtió en
personaje de una novela. Una realidad que supera la ficción de
cualquier escritor.
Pero
al final, lo importante e impactante es hasta dónde es capaz de
llegar el ser humano por conseguir el éxito.
Algunas frases del libro:
“Nadie
se ve a sí mismo como lo ven los demás.”
“Hay que mirar más allá de los estereotipos.”
“La casualidad que nos ha convertido en vecinos solo resulta creíble porque ha ocurrido en la realidad.”
Contracubierta o parte de la misma:
En
esta ocasión, el lector se verá atrapado en la red tendida por un
narrador anónimo obsesionado con exponer en detalle los aspectos más
íntimos de la vida de su vecino, el señor M., uno de los escritores
más célebres del país. M. cimentó su fama hace ya muchos años
con la publicación de la novela “Ajuste de cuentas”, inspirada
en una trágica historia ocurrida por entonces. El relato se centra
en Herman, un estudiante de instituto que logra seducir a la bella e
inalcanzable Laura después de que ésta rechace a Jan Landzaat, el
profesor con quien tuvo una breve aventura. Sin embargo, Landzaat no
se resigna a perderla y un día acude a la casa de campo de los
padres de Laura, donde la joven pareja se ha recluido para disfrutar
de su amor a solas. Pero el destino le reserva a Landzaat un giro
inesperado: las carreteras están nevadas, su coche se avería y...
nunca más se vuelve a saber nada de él. Y si bien, según la
versión de M., los claros sospechosos de la desaparición del
profesor son Herman y Laura, también cabe la posibilidad de que M.
hay tergiversado los hechos por interés comercial, condenando así a
dos jóvenes inocentes a un futuro mancillado por la sombra de la
sospecha y la difamación. Ahora, décadas después, quizá el
narrador logre descubrir la clave para conocer la verdad.
Ilustración de la cubierta: Júlia Gaspar