Cuando un año finaliza
sentimos inclinación por plantearnos y proponernos hermosos y
saludables proyectos para el año que comienza, pero no sé si es tan
frecuente reflexionar sobre el grado de cumplimiento de los objetivos
planteados para el año que termina.
Y si miramos atrás vemos
que muchas buenas intenciones quedaron en el camino sin llegar a
materializarse y, por contra, otras tantas no planificadas se
incorporaron sobre la marcha a nuestro viaje; ¡son tantos los
aspectos que no podemos controlar!
Por eso este año no
tengo proyectos, sólo 365 oportunidades para disfrutar.