Cuando uno entra en Burgos con la intención de hacer una pequeña parada para estirar las piernas después de un largo viaje, se encuentra con un importante dilema. Son tantas las maravillas que ofrece que resulta muy difícil hacer una selección. Nos decantamos por dar un paseo por la zona centro, las hermosas zonas verdes, tomarnos algo en una terraza y ojear un poco los principales monumentos.
El tráfico es bastante fluido, de modo que en unos minutos nos plantamos en el aparcamiento de la plaza Mayor. Eso sí, gracias a la ayuda del gepe ese. La subida a la plaza os muestra un espacio diáfano y libre de coches; más tarde comprobaré que es así en todo el casco antiguo de la ciudad.
Por uno de los arcos salimos en busca del Arlanzón, que cruza la ciudad creando unos paseos que los burgaleses tienen muy cuidados. Seguimos la corriente del río por el paseo del espolón hasta llegar al Arco de Santa María, puerta de entrada a la plaza de la Catedral.
La catedral de Santa María creo que no necesita presentación porque es sobradamente conocido. Se trata de un edificio gótico majestuoso, declarado patrimonio de la humanidad por la unesco. Solo tendremos tiempo de recorrerlo por fuera, ya que nuestro destino es otro y nos quedan bastante camino por hacer. Antes nos tomaremos algo en esta terracita que pinta muy bien.
Una vuelta a la catedral nos muestra su magnificencia. Luce hermosa, aunque todavía no está terminada su limpieza y restauración, la fachada luce con todo su esplendor.
Continuamos nuestro recorrido por la margen izquierda del río tras cruzar uno de los muchos puentes que enlazan las dos partes de la ciudad. Después de un agradable paseo por zonas verdes muy cuidadas, llegamos al Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas. Está cerrado a las visitas pero como nuestra intención no era entrar a visitarlo, le damos una vuelta y continuamos nuestro caminar, esta vez por el paseo de la Isla, en la margen derecha del río. Los jardines están recién restaurados y el camino es una maravilla.
Casi sin darnos cuenta se ha hecho la hora de comer. La gastronomía burgalesa es rica y contundente, pienso en el sabroso cordero asado burgales. Pero tengo que conducir y prefiero algo ligero para continuar el viaje: un pecadito de morcilla de burgos con pimiento del piquillo y caña. Todo por un euro. ¡Cómo en Zaragoza!
Y seguimos hacia León, donde haremos nuestra siguiente parada y pernoctaremos.