lunes, 29 de marzo de 2010
Los aguarales de Valpalmas
martes, 23 de marzo de 2010
• El amarillo simboliza la luz del sol. Representa la alegría, la felicidad, la inteligencia y la energía.
• El naranja combina la energía del rojo con la felicidad del amarillo. Se le asocia a la alegría, el sol brillante y el trópico.
• El rojo es el color del fuego y el de la sangre, por lo que se le asocia al peligro, la guerra, la energía, la fortaleza, la determinación, así como a la pasión, al deseo y al amor.
• El púrpura aporta la estabilidad del azul y la energía del rojo. Se asocia a la realeza y simboliza poder, nobleza, lujo y ambición. Sugiere riqueza y extravagancia. También está asociado con la sabiduría, la creatividad, la independencia, la dignidad. Hay encuestas que indican que es el color preferido del 75% de los niños antes de la adolescencia. El púrpura representa la magia y el misterio.
• El azul es el color del cielo y del mar, por lo que se suele asociar con la estabilidad y la profundidad. Representa la lealtad, la confianza, la sabiduría, la inteligencia, la fe, la verdad y el cielo eterno. Se le considera un color beneficioso tanto para el cuerpo como para la mente. Retarda el metabolismo y produce un efecto relajante.
• El verde es el color de la naturaleza por excelencia. Representa armonía, crecimiento, exuberancia, fertilidad y frescura. Tiene una fuerte relación a nivel emocional con la seguridad. Por eso en contraposición al rojo (connotación de peligro), se utiliza en el sentido de "vía libre" en señalización.
• El negro representa el poder, la elegancia, la formalidad, la muerte y el misterio. Es el color más enigmático y se asocia al miedo y a lo desconocido ("el futuro se presenta muy negro", "agujeros negros"...).
domingo, 21 de marzo de 2010
¡Es primavera!
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.
Gabriela Mistral
A los viveros también.
sábado, 13 de marzo de 2010
Recuerdo a Miguel Delibes
"Cuando escribí mi novela El camino, donde un muchachito, Daniel el Mochuelo, se resiste a abandonar la vida comunitaria de la pequeña villa para integrarse en el rebaño de la gran ciudad, algunos me tacharon de reaccionario. No querían admitir que a lo que renunciaba Daniel el Mochuelo era a convertirse en cómplice de un progreso de dorada apariencia pero absolutamente irracional.
Esto es, quizá, lo que yo intuía vagamente al escribir mi novela El camino en 1949, cuando Daniel, mi pequeño héroe, se resistía a integrarse a una sociedad despersonalizada, pretendidamente progresista, pero, en el fondo, de una mezquindad irrisoria. Y esta intuición, cuyos principios, auténticamente revolucionarios, fueron luego formulados por un plantel respetable de sabios humanistas, es lo que indujo a algunos comentaristas a tachar de reaccionaria mi postura. Han sido suficientes cinco lustros para demostrar lo contrario, esto es, que el verdadero progresismo no estriba en un desarrollo ilimitado y competitivo, ni en fabricar cada día más cosas, ni en inventar necesidades al hombre, ni en destruir la Naturaleza, ni en sostener a un tercio de la Humanidad en el delirio del despilfarro mientras los otros dos tercios se mueren de hambre, sino en racionalizar la utilización de la técnica, facilitar el acceso de toda la comunidad a lo necesario, revitalizar los valores humanos, hoy en crisis, y establecer las relaciones Hombre-Naturaleza en un plano de concordia".
Cuarenta años después, los motivos de sus preocupaciones no sólo siguen ahí, sino que se han generalizado.
Mucho de Miguel ha quedado con nosotros. ¡Buen viaje!
lunes, 8 de marzo de 2010
Hoy como siempre
Otras cosas permanecen...
de Georges Moustaki
Declaro el estado de felicidad permanente
y el derecho de cada uno a todos los privilegios,
digo que el sufrimiento es sacrilegio,
cuando hay para todos rosas y pan blanco.
Discuto la legitimidad de las guerras,
la justicia que mata y la muerte que castiga,
las conciencias que duermen en el fondo de su cama,
la civilización en brazos de mercenarios.
Veo morir a este siglo que envejece.
Un mundo diferente renacerá de sus cenizas
pero simplemente no basta con esperarlo;
lo esperé demasiado. Lo quiero ahora.
Que mi mujer sea bella a cualquier hora del día
sin tener que disimularlo bajo el maquillaje
y que no se diga de dejar para más tarde
las ganas que tengo de ella y de hacerle el amor.
Que nuestros hijos sean hombres, no adultos
y que sean lo que queríamos ser antaño,
que seamos hermanos, camaradas y cómplices
en lugar de ser dos generaciones que se insultan.
Que nuestros padres puedan emanciparse por fin,
y que se tomen un tiempo para acariciar a su mujer
después de toda una vida de sudor y lágrimas
y del período entre dos guerras que no estaban en paz.
Yo declaro el estado de felicidad permanente
sin que esto sea 'palabras con música',
sin esperar que vengan tiempos mesiánicos,
sin que sea votado en ningún parlamento.
Yo digo que en lo sucesivo seremos responsables,
no daremos cuentas a nadie y a nada,
y transformaremos el azar en destino
solos a bordo y sin maestro y sin dios y sin diablo.
Y si quieres venir pasa la pasarela,
hay sitio para todos y para cada uno,
pero nos queda aún hacer el camino
para ver brillar una estrella nueva.
Yo declaro el estado de felicidad permanente...
martes, 2 de marzo de 2010
El jarrón
El discípulo llegó enojado ante el maestro chino.
-¿Qué te pasa hijo mío?- le pregunto el maestro.
-Es que me enoje con mi mejor amigo porque me ha dicho cosas que no me han parecido bien y....
-¿y que paso hijo mío?
-pues que le dije cosas feas, cosas que en verdad no sentía pero me hizo enojar y se las dije.
-¿como que cosas dijiste?
-pues que no quería verle nunca más, que lo odiaba, que se fuera de mi lado y que no volviera a buscarme, que ya no le apreciaba etc, y bueno, es muy terco, después lo llame para pedirle disculpas y me ha dicho que no puede perdonarme más y que nuestra amistad se ha acabado.
El maestro se quedó pensativo.
-pero ¿si él es mi amigo y me quiere me perdonará verdad maestro? si él en verdad es mi amigo vendrá a buscarme y todo será como antes.
el maestro lo miró y le dijo.
-sígueme hijo mío.
lo llevó hacia una habitación donde había un enorme jarrón chino de porcelana, era un jarrón muy fino. El maestro le dijo.
-este jarrón tiene un gran valor monetario y sentimental para mi, sin embargo, mira.....puff y lo lanzó al suelo rompiéndolo en mil pedazos....
-pero maestro si ese jarrón vale tanto para usted por qué lo ha roto?
-¿no valía así para ti tu amigo? con tus palabras hirientes hiciste lo mismo que yo he hecho con mi jarrón. Ahora bien, ayúdame, ven hijo vamos a pegar los pedazos del jarrón que he roto...
El joven se sentó junto al maestro y pegaron poco a poco los pedazos, sin embargo, pese a que lo pegaron el jarrón ya no era igual: estaba lleno de grietas y aun faltan pedazos que no aparecían pues se habían astillado mucho...
-ves hijo mío- dijo el maestro- igual que le sucede a este jarrón sucede con las relaciones entre las personas, no importa cuánto te quieran, cuanto te valoren, cuanto te aprecien, si tú con tus palabras y tus acciones rompes la relación, entonces hijo mío, cuando trates de pegar los pedazos rotos no podrás, siempre quedaran huellas, siempre quedaran grietas y ya nunca nada será lo mismo. (Copiado de cubanita solitari)