Lo primero que he de decir es que comprendo que estén
decepcionados e incluso que hayan dejado de creer, si es que alguna vez lo han
hecho.
La última vez que lo hice mal fue con ese fin del mundo
tan largamente cacareado por los medios de comunicación, con el de los mayas.
Cumplí con la fecha, como he hecho siempre; pero, una vez más, al instante
siguiente dejé las cosas exactamente como estaban.
Evidentemente eso no es lo que estaban esperando.
Entiendo que me tachen de vago, dejado o que lleguen
incluso a afirmar que carezco de imaginación. Lo entiendo, pero es mentira. Lo
único realmente cierto es que diseñar un nuevo mundo desde cero no es cosa
fácil, razón por la cual nos limitamos a cargar el mundo salvado en la última
copia de seguridad y nos dejamos de milagros.
¿Qué solución hay? Es fácil, comiencen por inventarse
un Dios más cualificado, con conocimientos muy superiores a los de un
informático de tres al cuarto, por ejemplo.
Después de cierta cantidad de veces, restaurar el sistema ya hasta carece de sentido...
ResponderEliminarSaludos,
J.
A ver si en un nuevo intento les sale mejor, porque el resultado deja bastante que desear, la verdad.
ResponderEliminarUn relato imaginativo y actualizado, Luisa.
Un abrazo