Tú, en cuyos labios aprendí la
vida,
ahora o nunca, ven a decirme
los nombres olvidados:
serenidad, espuma, sol indemne.
Desde la transparencia que el
otoño perturba,
ven otra vez a esta orilla
quemada,
remueve la ceniza y haz que sea
la eternidad sólo un fluir lejano
de palabras que un día
compartimos.
Así, emergiendo desde un mismo
origen,
un barco en el instante de
zarpar,
la indecisión del alba en los
acantilados,
tanta ciudad entresoñada apenas,
serán al fin un único espacio
transitable,
una sola aventura.
(Carlos Sahagún. Últimos poemas (1978-2000), en Poesías completas (1957-2000). Sevilla,
Renacimiento, col. Calle del Aire, 147, 2015)
Todo está decididamente en orden
menos mi propia vida.