Aquí empieza la
historia. Fue una tarde
en que se habían
puesto las palomas
más blancas, más
tranquilas. Como siempre
salí al jardín.
Alrededor no había
nadie: la misma
flor de ayer, la misma
paz, las mismas
ventanas, el sol mismo.
Alrededor no
había nadie: un árbol,
un estanque,
ceniza en aquel monte
lejano.
Alrededor no había nadie.
Pero, ¿qué es
este viento, quién me coge
el corazón y lo
levanta en vilo,
y lo hunde y lo
levanta en vilo? Una
muchacha azul en
la orfandad del aire
ordenaba los
pájaros. Sus manos
acariciaban con
piedad el árbol,
y el estanque, y
aquel lejano monte
ceniciento. El
jardín ardía al sol.
La miré. Nada.
La miré de nuevo,
y nada, y nada.
Alrededor, la tarde.
(Carlos Sahagún.
Como si hubiera muerto un niño (Barcelona, Instituto de Estudios
Hispánicos, 1961), en Poesías completas (1957 - 2000).
Sevilla, Renacimiento, col. Calle del Aire, 147, 2015. Imagen: El jardín, óleo sobre tabla de Isabel
Quintanilla, 1966)
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