Mi madre no dejaba que nadie entrara en su mandíbula, sólo yo entraba, su becerra de lodo. Y resbalé por su garganta. Y rasgué su estómago. Una hija nunca se da cuenta de que algún día le tocará ser la madre de la mandíbula. Pero tú eres como mi hija porque eres mi alumna. Me hago responsable de todo el daño que causas. Ábrete bien. Vamos juntas a apagar las luces para que aparezca el Dios Blanco de tu mente. La inmensa verdad de la nada. Lo sabes ¿no? Claro que sí. Claro que lo sabes. Sabes que las niñas que imaginan demasiado terminan enfermas, pero ahora vas a aprender algo importante. Ponte contenta. Este es el color del miedo. Blanco de la leche. Blanco de la muerte. Cráneo nevado de Dios. Bienvenida a la mandíbula volcánica de mi casa. Entremos.
(Mónica Ojeda. Mandíbula. Barcelona, Candaya, 2022, 7ª edición)
Te va a costar mucho, pero lo vas a hacer.
Te va a costar mucho, pero yo te voy a enseñar.
Sólo tienes que escucharme.
Sólo tienes que entrar en el miedo.