Uno de los colores de mi verano.
Si en mayo y junio eran brevas, ahora en agosto son higos.
Todo me lleva a la niñez y recuerdo como Pepilla traía en bandejas de mimbre, el deseoso fruto que serviría de postre o merienda en los perezosos y profundos días de verano.
Unos pies descalzos apagando su ardor en el suelo de terrazo, el chorro impensado del agua de un búcaro, las risas clandestinas en el silencio de la hora de la siesta, la regadera llena de agua fresca del pozo y las carreras en aquel corral huyendo del desahogado chapuzón, todo eso estoy recordando.
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