No quiero desviarme siquiera una línea, porque aquí está el secreto de que estés, sin estarlo.
El año pasado no tuve valor de felicitarte, pero aunque siga débil en esta decisión, me armo de valentía para escribir lo que hubiese sido hoy tú día.
No había un año que no nos dijera con un mes antes que se iba acercando el día de tu onomástica, con la misma ilusión de un pequeño esperando el día de los Reyes Magos aguardabas con impaciencia. Daba igual lo que te regalaran, lo que te gustaba era ver cualquier cosa envuelta en papel de regalo.
La de veces en forma de juego que te decía que no había tenido tiempo para buscarte un regalo y me mirabas sabiendo que no era cierto lo que te decía. No era el regalo en sí lo que te gustaba, sino la grandeza de una demostración de cariño.
Viernes de Dolores, ese era tu día, te daba igual que ese día lo hubiesen cambiado de fecha, lo ibas a seguir celebrando en primavera, justo una semana antes que tu nombre estuviera en los labios de mucha gente al ver pasar la Virgen.
Desde esta mañana, no paro de pensar en tu cara de impaciencia que tendrías al darte los buenos días, y como esperarías la hora de la merienda, mirando el reloj una hora detrás de otra, para que toda tu familia entre torrijas y pestiños celebrara contigo lo que tanto te gustaba.
Hoy es tú día, madre. Qué bonito día para recordarte
Pd.- Utilizo esta foto, porque era la que más le gustaba