Se había
hecho tarde. En esta época del año y con estas temperaturas, la ciudad estaba
casi vacía. Pero debía volver a casa, y tomar un taxi hasta la estación era
impensable. No gastaría casi lo ganado en mi jornada por una docena calles.
Decidí ir a tomar el autobús, ni siquiera me pondría a escuchar música por el
ipod, para estar atenta a mi alrededor. Casi llegando vi que no estaría sola, un
hombre mayor ya estaba en la parada. Suspiré aliviada. Pero cuanto poco me duró
lo de relajarme. Apenas llegué, el viejo (sí, así, despectivo...), se giró
hacia mí; me miró de arriba a abajo, como haciéndome una radiografía, para
finalmente guiñarme un ojo mientras se pasaba la lengua por los labios. Me
sentí asqueada. Sin pensarlo dos segundos comencé a caminar nuevamente.
Cualquier cosa sería mejor que esperar junto a semejante personaje. Si
apresuraba el paso igualmente haría rápido. Un gato cruzó mi camino, y era tal
mi tensión que casi muero del susto.
Finalmente
allí estaba, estación central. Controlé el horario, en diez minutos partía el
próximo tren en el tercer andén. Pasé los controles y caminé hacia allí. Miraba
dentro los vagones, prácticamente vacíos. Subí al segundo; algunos, pocos,
pasajeros. Un señor leyendo el periódico, una mujer controlando su celular
cerca, y un poco más allá, un muchacho con los auriculares durmiendo. Me senté
cerca de la puerta y ahí sí, me puse a escuchar música, eran cuarenta y cinco
minutos de viaje.
En algún
momento, enseguida de haber partido el tren, me debo haber quedado dormida.
Desperté de golpe cuando sentí algo moverse a mi lado. Como una ingenua idiota,
me había sentado del lado de la ventanilla y ahora tenía a uno sentado a mi
lado, mirándome insistentemente mientras se manoseaba. Me puse rígida, no podía
ni siquiera saber si aún estaban los pasajeros que antes había visto. No sabía
qué hacer. ¿Me levantaba y me iba?
¿Y si estabamos solos en el vagón y ese
gesto lo enfurecía y era peor? Pensaba mil cosas en escasos segundos. ¿Y si el
quedarme allí lo interpretaba como una aceptación? Miraba hacia afuera por la
ventanilla y lo sentía masturbarse. Me venían las arcadas pero no quería mover
un sólo músculo. Sentía su respiración agitada y el tiempo parecía haberse
detenido, los minutos no
pasaban. Sentí algo caliente mojarme la pierna del jeans y al tipo (llamarlo
hombre sería darle una clase que no merece) acomodarse, levantarse e irse. Me
giré para alzarme, y no pude contener de vomitar. Cuando alcé la cabeza vi que
los pasajeros seguían en su sitio, nadie notó nada, y si lo hizo daba lo mismo.
Seguía sintiendo nauseas, bajé del tren y corrí los doscientos metros hasta mi
casa. Entré directa a la ducha. Por alguna maldita razón me sentía no sólo
sucia, sino culpable. ¿De qué? ...no lo sé.
(Esto podrìa ser un relato de terror pero en cambio es, lamentablemente,
una terrorífica realidad que pasan miles y miles de mujeres en cualquier ciudad, todos los días...
No miremos para otro lado cuando viajamos por esta vida.)
("Pasajeros", haz click para escuchar la canción de inspiración,
44 de 52 para "Contando las semanas" de Sindel.)
44 de 52 para "Contando las semanas" de Sindel.)
Un horror pasar por una situación así, pero siempre hay pervertidos en esos lugares. Acá sucedía mucho en los subtes, hasta que los pasajeros dejaron de callar y empezaron a filmarlos, y a escracharlos en todos lados. Ahora es un poco más tranquilo, pero que sucede, eso seguro.
ResponderBorrarGracias por este aporte que ayuda a ver la realidad y a pensar.
Un beso.
Sé muy bien cómo es viajar en Buenos Aires... por suerte nunca he pasado por una situación tan extrema, no como la que relato... pero lo lamentable, es que se diga "por suerte"...
BorrarGracias a vos por la propuesta Sindel, un besote.
Y en ocasiones los hechos son peores que aquello que relatas, una realidad social de la que nadie está ajeno de sufrir, menos mujeres.
ResponderBorrarBesos dulces Alma.
Tienes toda la razón Dulce, siempre la realidad supera la ficción... y sobre todo, en casos "lamentables".
BorrarBesos salados como el mar, que por esta semana de dulces debes estar pasado. :P
Las veces que leí o escuché se situaciones similares. No puedo sentir más que bronca e impotencia al leer estas cosas. Ojalá nunca pase, pero si me toca presenciar algo así, no respondo de mi...
ResponderBorrarYo te deseo que nunca, nunca debas presenciar nada parecido... ni pasar de ningún modo algo así...
BorrarBesotes flaco.
Triste situacion !!! Lo peor es cuando vez que los pasajeros ni se mueven.
ResponderBorrarBravo por tu relato. Un beso Mag
Isa
Creo que la indiferencia es el peor de los males de los últimos años.
BorrarUn beso Isa.
El terror cuando es real no da miedo, duele y mucho. Nos has pintado la situación que se vive y que no nos apercibimos. Muy buena entrada. Un abrazo
ResponderBorrarSiempre tan certera Ester... y aprovecho para decirte gracias, gracias por siempre acompañarme en esta playa con tus huellas, para mí son de gran valor.
BorrarBesotes.
A mí también me han dado nauseas... ¡Que asco de vida!
ResponderBorrarNo es para menos Tracy...
BorrarUn beso.
Has elegido una manera estética y contundente de llamar a la reflexión. De alguna manera uno está anestesiado frente a cosas inaceptables, que de tan repetidas se terminan naturalizando.
ResponderBorrarUn beso grande
Gracias Alex, vos me haces reflexionar siempre que te leo. Y espero nunca estar anesteciada ante estas cosas, que me sigan pareciendo inaceptables y jamás naturales.
BorrarUn besote.
Se lee atentamente el relato y se indigna uno porque sigan pasando mujeres por esto... Una lástima... Gente mal de la cabeza va a seguir habiendo... Saludos...
ResponderBorrarHola JLO! ...qué bueno verte por aquí nuevamente.
BorrarEsperemos que la indignación nos dure mucho más que al leer de estas cosas, y que nos haga producir algún cambio.
Un beso.
Una situación verdaderamente desagradable, que como bien dices, sucede muy a menudo…
ResponderBorrarLa vida es una selva, y hay animales de todas las calañas… Repugnante…
Mil Bsoss y cariños, querida, Alma… ♥
A algunos personajes ni siquiera me atrevería a llamarlos "animales", ellos merecen más respeto...
BorrarBesotes enormes Gin...♥
Por desgracia como tu dices eso pasa más de lo que creemos.
ResponderBorrarBesos
Por desgracia... lo has dicho bien.
BorrarUn beso Ilesin.
Una cruel y dura realidad Alma, lo has relatado paso a paso con la veracidad que caracteriza esta terrible situación. Y si la vemos como bien dices no cerremos los ojos o miremos para otro lado, podría pasarte a ti.
ResponderBorrarBesos preciosa!
Exacto Rosana... nadie, absolutamente nadie, está a salvo.
BorrarBesos bonita.
Yo no se cómo hubiese actuado, supongo que tampoco me hubiese movido.
ResponderBorrarLas nauseas son mayores cuando sabes que es la realidad misma y como bien dices, lo mas triste es decir "por suerte" cuando no debiera de existir.
Un beso.
Ninguno de nosotros sabe realmente cómo acturía delante de determinadas situaciones, hasta que lamentablemente ocurren... las teorías son muy buenas, pero son teorías... y lo mejor sería nunca saber cómo es en práctica.
BorrarUn besote Musa.
!Que horror! Pensar que hay miles de estos decrépitos subirse a los trenes. Las autoridades deberían tomar muy seriamente cartas en el asunto.
ResponderBorrarBeso
Creo que tienes muchísima razón, Tracy.
BorrarUn beso.