Este año que termina ha sido un año con claroscuros. Ha tenido su parte buena y su parte mala.
Lo bueno del año que es que por primera vez en la historia
democrática de este país ha salido adelante una moción de censura. Y con ella
se llevó el desgobierno de Mariano Rajoy y se inició la esperanza de revertir
los destrozos cometidos contra la mayoría social y los más desprotegidos en
nombre de la crisis económica.
Lo malo el relevo en el Partido Popular en la persona de
Pablo Casado que ha convertido a Mariano Rajoy en un rojazo. Y como
consecuencia directa de ese cambio, el retorno de la crispación política como
no la habíamos conocido desde el inicio de la transición. Una crispación
política basada en la permanente mentira de los argumentos del Partido Popular
y de todos sus dirigentes.
Y lo peor el acceso del neofranquismo a las instituciones
democráticas de Andalucía. Posiblemente consecuencia de lo anterior y del
intento de Pablo Casado de defender las posiciones más extremas de la derecha
para "tratar" de acercarse al campo electoral de VOX, así como del
incremento y mantenimiento de las tremendas desigualdades sociales causadas por
las políticas desarrolladas por el PP durante la crisis económica.
No nos engañemos la llegada de VOX a las instituciones
democráticas no es consecuencia de las políticas de inmigración, eso puede ser
en todo caso la excusa. La irrupción de los populismos de extrema derecha
llegan como consecuencia de las tremendas desigualdades sociales existentes en
nuestra sociedad, de la decepción de las clases populares al ver que una vez
superada teóricamente la crisis económica, los más perjudicados siguen siendo
abandonados por los políticos y sus políticas y que cuando hay un mínimo
intento de revertir los recortes sociales y salariales, la derecha y el
empresariado sale en tromba anunciando catástrofes económica si esas
reversiones se llegan a producir. Y también de los errores de una izquierda
pecata que parece que cuando gobierna se avergüenza por hacer políticas
progresistas destinadas a su base social mientras la derecha no tiene pudor en
entrar a saco contra las conquistas sociales conseguidas por los trabajadores a
través de muchos sacrificios y esfuerzos, gobernando exclusivamente para
defender los intereses de los empresarios y los poderosos.
Por último quiero referirme al conflicto en Cataluña. Hemos
pasado del choque de trenes entre quienes veían el conflicto exclusivamente
como una problema judicial y de orden público (PP y C's) y quienes solo querían
representar los intereses independentistas de una parte de los catalanes
(JuntsxCat, ERC y CUP) con la ausencia total de diálogo, a una situación donde
se ha creado un incipiente diálogo entre el gobierno central y el gobierno de
Cataluña. Indudablemente, con sus enormes limitaciones legales y
parlamentarias, la situación actual es mejor que la anterior. Ahora y sobre
todo de cara a 2019 los independentistas tienen un tremendo dilema, seguir en
posiciones maximalistas lo que puede llevar a la caída del gobierno de Pedro
Sánchez o aceptar la posibilidades de diálogo abierto teniendo en cuenta las
limitaciones tanto parlamentaria como legales y constitucionales, para poder
seguir avanzando en el autogobierno de Cataluña.
No soy votante socialista ni creo que lo sea en el futuro,
pero creo que el camino emprendido por Pedro Sánchez para tratar de revertir
todo lo posible los recortes del Partido Popular y explorar la vía del dialogo
con Cataluña es correcta, pero para ello es necesario alargar lo máximo posible
la legislatura. Lo independentistas se pueden encontrar con la paradojo de
querer exigir el cielo y caer en el infierno si una alianza como la fraguada
en Andalucía entre PP, C's y VOX se
llega a materializar a nivel del estado. Por todo esto 2019 va a ser una año
tremendamente difícil en político.
Que todos y todas veáis cumplido vuestros mejores deseos en
2019.
Salud, República y Socialismo.