El Partido Popular alcanzó el poder mediante una gran mentira y una gran fraude electoral. Porque en definitiva eso es ganar unas elecciones con un programa electoral que se incumple al día siguiente de tomar el poder. Hoy esa mayoría silenciosa a la que apela Rajoy se revela contra la gran mentira del P.P. y un buen ejemplo de ello es Alberto Casillas, el camarero que se enfrentó a los antidisturbios en defensa de los manifestantes del 25S.
Unos, como Casillas, se revelan, ante la respuesta desmesurada de los antidisturbios frente a las lógicas demandas de los millones de españoles que nos sentimos hartos de las políticas de recortes del P.P. y el secuestro de la democracia a la que esta llevando el Partido Popular con sus acciones en el Parlamento y en la calle. Otros, también como Casillas, se revelan directamente por esa política injusta que está llevando al país a la más profunda recesión y a la ciudadanía a la miseria más absoluta.
Esta semana, que acaba, nos ha mostrado dos imágenes muy simbólicas. La primera la gran respuesta de la ciudadanía contra la acción de gobierno del P.P. y la segunda la brutalidad de las fuerzas de seguridad del estado. Una brutalidad que algunos no veíamos desde los tiempos de la dictadura, cuando nos jugábamos el tipo en cada manifestación luchando por las libertades democráticas. No creo que de momento los antidisturbios se hayan vuelto locos y en su enajenación la emprenden contra los pacíficos ciudadanos que protestamos en las calles. No, el problema tiene dos patas. La primera la propia policía, porque no se es mentalmente normal quien elige como profesión la de pegar a sus conciudadanos (son elegidos para este menester quienes tienen unas condiciones mentales determinadas) y la segunda es de índole político, las directrices que desde el gobierno del Partido Popular reciben los mandos policiales En otras épocas y con otras directrices los mismos policías tenían diferente actuación .
Acciones de brutalidad policial como las que se han visto esta semana, cargas en el Metro, sacar a personas de los bares para apalearlas, agresiones a periodistas, ferocidad desmedida en las cargas policiales o chulería y despotismo ante la exigencia de identificación no son propias de un estado democrático y de derecho sino más bien de una república bananera o una dictadura fascista. Porque eso es uno de los aspectos del fascismo, la represión brutal de la ciudadanía que exige cambios en la política y una mayor participación democrática.
Y estas son las circunstancias que están provocando un cambio en la mentalidad en una parte de la mayoría silenciosa a la que alude el P.P. Personas que les votaron y que aunque ideológicamente sigan siendo de derechas, no comparten ni las mentiras y el engaño electoral, ni las políticas de recortes, ni mucho menos el recorte de las libertades civiles y la represión policial que impone el P.P. para tratar callar las justas demandas de la ciudadanía.
Por eso es necesario el incremento de las movilizaciones sociales. La calle debe ser un permanente escaparate del descontento social. Un descontento social del que se ha que erradicar cualquier atisbo de violencia para cargarnos de mayor razón, a pesar del intento de unos pocos, posiblemente infiltrados, y del Partido Popular, que solo tienen como objetivo el descredito de la lucha social y la justificación de la represión policial.
Si se consigue la conversión de millones de Casillas, el objetivo se cumplirá y el Partido Popular acabará cavando su propia fosa electoral.
Salud, República y Socialismo.