El joven ingeniero Carlos Oreno, originario del sur de España, evoca desde su siguiente destino en Oslo los años de estancia en Mondragón-Arrasate durante la construcción de la ‘Y griega vasca’ del AVE Madrid-Bilbao-Irún. Han transcurrido unos meses desde su llegada a la capital noruega y la noticia de la absolución del asesino de Isaías Carrasco, tras el juicio de la Audiencia Nacional, lo sume en un estado de pesadumbre y rabia que contrasta con la alegría de la inminente llegada de Andrea, que en unas horas vendrá a visitarlo.
Durante las horas previas a la llegada de Andrea, la mente de Carlos se llena de vivencias en Mondragón. Recuerda aquella llegada que le resultó tan extraña como condicionada por los prejuicios y recelos de quien viniendo de fuera estaba poseído por el rumor de un relato atravesado por el terrorismo de ETA, el impacto de los asesinatos o la agitación de la kale borroka.
Askatu, liberación, transcurre en el periodo que va desde los últimos atentados ETA y el cese de la lucha armada hasta los años recientes del intento de cerrar heridas, de la aparición de los arrepentidos y la búsqueda de la normalización de la convivencia. La historia nos muestra el contraste de dos visiones (vasca-española) de un fenómeno que trasciende más allá de lo político, impregnando la vida cotidiana de una tensión social sustentada en distintas ideas y modos de entender la liberación de Euskadi.
En Askatu, Carlos llega a Mondragón poco después del primer aniversario del asesinato de Isaías Carrasco. Los primeros momentos de melancolía y confusión, en los que vivirá la contradictoria experiencia de su relación con la señora Mayca, venida también de Andalucía y víctima de los años difíciles del terrorismo, darán paso a su relación con Andrea y a la consolidación de su amistad con el viejo Arriola, quien le servirá de conexión para comprender lo que realmente ocurre en aquella tierra.
La inexperiencia y bisoñez con que Carlos afronta el mundo del trabajo le harán descubrir otra realidad: la de la vida, representada por las convulsas relaciones con el jefe de obra y el incomprensible acercamiento al encargado.
Poco a poco aquella tierra se va convirtiendo en su nuevo hogar. El amor de Andrea lo consolidará. Pero finalizada la obra de Mondragón, el destino de Carlos lo trasladará a Oslo. A pesar de ese paulatino distanciamiento, aún mantendrá un hilo de contacto con esa tierra a través de Andrea.
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