Es imposible tener una devoción profunda y auténtica a María, sin sentir también una veneración especial hacia su esposo San José, así que hoy, en el día que destino a postear sobre nuestra Madre celestial, tengo que hacerlo sobre José. ¡Es su fiesta!
Una vida llena de fatigas, por los proyectos que Dios tuvo sobre él ,y para quien muchas veces, fueron incomprensibles; José en sus oscuridades, siempre se dejó guiar por el Señor, siempre seguía la ruta marcada, sin preguntar a dónde llevaba . Un hombre que vivió de fe.
No conocía los planes de Dios sobre su persona, Dios no le da explicaciones, pero él obedece. Se fía de Dios. José no dice sí, solo de palabra, sino con toda su vida, sin buscar aclaraciones; la fe es aceptar en el amor y después comprender, caminando en la luz de Dios.
¿Y yo?... Pienso un poco y caigo en la cuenta, que siempre busco primero comprender y después caminar; ¿ese es mi amor confiado? … José es el hombre del silencio, casi podría decirse que de la calma y de la paz. Cualidades necesarias para saber estar atentos a lo que Dios pueda pedirme. El silencio es un don de Dios y una virtud.
Encontrando junto a María, numerosas dificultades, nunca desesperó, siempre confió. Hoy es un día propicio, para pedirles a María y a José que nos fiemos siempre de Dios, sobre todo cuando las fuerzas y la salud empiezan a faltar. José, hombre endurecido por el trabajo humano y de la fe, nos enseña a escuchar los silencios de Dios con la docilidad y la virilidad de los santos.
Hoy ,onomástica de nuestro Santo Padre, se lo encomendamos a San José como Patrono de la Iglesia Universal .Benedicto XVI nos decía estas navidades pasadas que” San José es una imagen del hombre nuevo, que mira con valor y confianza el futuro, y que no sigue el propio proyecto sino que se fía de Dios”.
Felicidades a los José y a todos los padres.
¡Alabado sea Jesucristo!