Recibí la semana pasada un consejo sencillo, y que de seguro se me ha dado en más de una ocasión, haciendo caso omiso de él. También vosotros habréis escuchado alguna vez. “Haz oración con un pasaje del evangelio, leyéndolo y penetrando en cada una de las frases". Nos conformamos fácilmente, con lo que sabemos de memoria, o de oído.
El evangelio es para ser leído palabra por palabra , hay que andarlo paso a paso degustándolo, digiriéndolo, asumiéndolo, haciéndolo nuestro, haciéndolo vida,en todas las ocasiones que cae en nuestras manos. Allí, podemos hallar algo que se nos escapó a nuestra lectura, y que de repente ilumina nuestra alma .Ello me lleva a pensar ,que a veces puedo estar actuando de forma mecánica ante lo que conozco, sin buscar esa novedad que la palabra de Dios nos regala a diario.
Descubro de forma apenada, como a veces, el evangelio se convierte en un libro de conveniencia. Nos quedamos con las palabras y le quitamos el espíritu con las que fueron escritas. He asistido a foros blogueros, donde el evangelio se convierte más en un arma de ataque, que en un instrumento de encuentro y reconciliación. Se buscan demostraciones que avalen nuestros argumentos sean los que sean, donde la búsqueda de la verdad y del bien común se pierden ,convirtiéndolos en una especie de ley farisaica, que tranquiliza nuestras conciencias y que nos erige en portadores de nuestra verdad. Hacemos como el Malo, en las tentaciones del desierto: utilizamos la misma palabra de Dios para utilizarla en contra de la Palabra de Dios.
Entramos en el super y cogemos lo que necesitamos. A veces parece que los textos sagrados, la doctrina de la Iglesia y las afirmaciones de los santos,estén en un gran supermercado donde elegimos lo que nos interesa para enfrentarnos, en lugar de coger lo que nos ayuda a amarnos.
Cogemos nuestro carrito y buscamos la sección del evangelio; en nuestra lista llevamos escrito : "Coger el Padrenuestro, hacer la voluntad del Padre" y otro día anotamos :" mostrar a Jesús con el látigo sin más". Hoy elegimos las palabras de “perdonar hasta setenta veces siete”, y mañana volvemos, para buscar, “que no echemos perlas a los cerdos”, sin entender a cuales se refieren. Y así hacemos nuestro popurrí de pasajes, pasando por ellos sin que penetren en nuestro interior y haciendo del evangelio, un uso de acomodamiento según el momento.
¿Qué pensaremos si alguien nos dice que ha visto la basílica de San Pedro en el Vaticano sin acceder a su interior? ¿Podrá hablarnos de su hermosura ,en todos sus detalles?... Solo el que se interna en ella puede maravillarse, ante la belleza que allí se encuentra.
El evangelio es para adentrarse cada día, hay muchos rinconcitos que aún no hemos descubierto. Hay palabras que aún no han penetrado en el interior y por ello no pueden vivirse.. Si Jesús dice que pongamos la otra mejilla , es porque hay que ponerla . Sin añadidos personales. Si dice que amemos y que perdonemos setenta veces siete, es porque hay que hacerlo, ¡Que no son palabras para memorizar, sino para vivir!
San Gregorio Magno, dirigiéndose al médico Teodoro, le dice: "¿Qué es la Escritura sino una carta de Dios dirigida a su criatura?". Así expresa de modo gráfico lo qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios; un mensaje que le envía Aquel que lo conoce bien y le quiere; un texto escrito que le permite comunicarse en todo momento con Dios, de modo análogo a como una carta es un medio de comunicación entre personas humanas’