¿Quién no se ha encontrado en su trabajo con un ambiente enrarecido llegando hasta la hostilidad, cuando los compañeros descubrían que te
declarabas católico practicante? En mi caso aparecían dos tendencias, la primera los que sin
pensarlo se lazaban a la yugular atacando sin conocerte todo aquello
relacionado con la fe que ni siquiera habías manifestado aún, la otra la de los
que callaban y más tarde venían a confesarte algunas de sus inquietudes y dudas
sobre lo que experimentaban en su interior.
Lo que más me molestaba de esas acometidas eran los argumentos
que algunos esgrimían, desde la más absoluta ignorancia sobre el tema. Sus palabras
eran siempre fruto de “lo que habían oído o leído” que por supuesto en ambos
casos las fuentes de información procedían en la mayoría de los casos de lo que
se dice o se comenta.
No voy a entrar en la manipulación existente en la
actualidad en una sociedad anticlerical, de forma especial en una Europa que ha
olvidado sus raíces cristianas. Mi post
de hoy quiere ser breve, hacer hincapié en un detalle importante. Los católicos
debemos conocer bien nuestra fe, debemos saber dar argumentos cuando se nos
pregunte sobre cualquier aspecto de ella.
No sé vosotros, pero yo a veces tengo la impresión en que
seguir a Cristo es como una especie de “hobbie, o de actividad extraexcolar” y
que por eso lo ponemos en un segundo, tercero o último puesto en nuestra escala
de prioridades , y hay que ser claro en esto. Para aquellos que hemos sido
bendecidos con la fe, es algo vital vivirla con todas sus consecuencias. Seguir
a Cristo crucificado y resucitado es nuestro “motor” para todo lo que hagamos
en esta vida. Con todas sus consecuencias. No es un pasatiempo o una etiqueta
social.
No vivimos una fe de normas y cumplimientos , eso ya quedó
rechazado por el mismo Jesús recriminando en varias ocasiones a los fariseos. Hemos
recibido la fe para amar como Dios nos ama y poner ese amor al servicio del
prójimo y por eso algunos entregan totalmente su vida a ello, en el sacerdocio,
en la vida consagrada, en la persecución y en el martirio.
Debemos conocer bien lo que creemos y seguir las enseñanzas
que la Iglesia nos muestra para que nuestra fe permanezca viva. Decía
anteriormente que lo que más me molestaba era la falta de argumentos y la
ignorancia en lo referente a posicionamientos por ejemplo de la Iglesia.
Siempre les decía lo mismo, "¿pero tú te has leído lo que ha dicho el papa sobre
esto? Yo no he leído lo que tú dices que ha dicho…"y por supuesto que la
respuesta era siempre negativa.
En mi vida nunca he hablado de algo que desconociera, sería
presuntuoso hacerlo y creo que el mundo iría mejor si se aplicara el mismo
juicio. Justamente los debates se enriquecen cuando ambas partes conocen en
profundidad el tema y cada una manifiesta su opinión. Los católicos adultos no
podemos conformarnos con la catequesis de primera comunión, debemos estar al
día de las enseñanzas sobre nuestra fe. Cualquiera de nosotros criticaría que
cualquier profesional no estuviera al día de su especialidad. Ser católico va
más allá de ir a misa el domingo y cumplir con los preceptos establecidos. Ambas
cosas hay que rellenarlas de “vida” y ésta hay que alimentarla. Espiritualmente
y de manera formativa.
Os animo a buscar , a encontrar ese tiempo necesario para educarnos
en la fe. Hoy gracias a Dios tenemos toda la información a nuestro alcance. Internet,
los blogs, las webs, los vídeos, las redes… instrumentos que los primeros
cristianos hubiesen valorado enormemente para poder evangelizar.
Pues bien todo esto que he dicho y que pretendía ser una
breve introducción (lamento haberme explayado) tenía como fin presentar un
documento reciente que la conferencia episcopal española ha publicado con el
nombre “Mi alma tiene sed del Dios vivo” (sal,42,3) orientaciones doctrinales
sobre la oración.
Con esta nota se «quiere mostrar la naturaleza y la riqueza
de la oración y de la experiencia espiritual enraizada en la Revelación y
Tradición cristianas, recordando aquellos aspectos que son esenciales;
ofreciendo criterios que ayuden a discernir qué elementos de otras tradiciones
religiosas hoy en día muy difundidas pueden ser integrados en una praxis
cristiana de la oración y cuáles… (CEE). En este enlace (aquí) podéis acceder al pdf de la nota.
Es triste cuando compruebas que alguien te pregunta sobre
aspectos de tu fe y no sabes ofrecerle la respuesta que espera de ti. Merece la
pena reflexionar sobre ello. Tenemos que ser luz, no oscuridad.