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20 noviembre 2020

El activismo negro en España

Foto © Daniel Esteban Aguilera.

Por Quinny Martínez Hernández

Jeffrey Abé Pans es un hombre negro, de 32 años, activista panafricanista* e integrador social, que creció en el seno de una familia monoparental, comandada por su madre. Una mujer blanca sin ningún tipo de privilegios, incansable luchadora con cuatro hijos, de los cuales Jeffrey es el menor y único varón. Sus hermanas mayores se encargaban de cuidarle; reconoce que, habiendo crecido entre mujeres, aprendió a valorar mucho sus luchas, el amor que de ellas sigue recibiendo marca su carácter feminista, defensor de las justas causas a favor de la igualdad que se les niega.

En 2018 se embarcó en la aventura de escribir un libro para hablar acerca de lo que como hombres y mujeres negros concierne. Habló entonces con su mentora, referente y amiga Remei Sipi, que también es una de las primeras mujeres negras abiertamente activista en España y dueña de la editorial Mey, que le dio su apoyo incondicional. Con Remei tiene una relación hace más de diez años, gracias a esa búsqueda de sus orígenes que lo llevaron a encontrarse en el reflejo de otros que, antes que él, levantaban sus voces. Sintiéndose como hombre negro en la capacidad de cortar de alguna manera con la brecha intergeneracional que separa a los jóvenes de los pioneros del activismo negro en España, y para que la unidad sea la protagonista de los cambios que se están generando.

Y así nació Cuando somos el enemigo. Activismo negro en España**. Se puso en contacto con quienes participan en el libro, quedándose corto, puesto que hay gente a la que le gustaría haber incluido, en una propuesta que pasó de ser un libro escrito solo por él, a ser un testimonio vívido entre hermanos; atravesando esos inicios austeros, hasta un hoy más visible por las múltiples posibilidades que da la inmediatez de las redes sociales. “La gente debe entender que las causas de los negros no empiezan con Barack Obama, o con el infortunado suceso de George Floyd; esta lucha viene desde el origen de nuestros tiempos. Nuestras reivindicaciones son legítimas, organizaciones internacionales hacen también ese llamado. Naciones Unidas ha implementado el Decenio Internacional de los Afrodescendientes, que invita a los gobiernos a solucionar el racismo estructural que sufrimos, siendo estos organismos conscientes de que hay una realidad que se edulcora y no se asume como es debido”, puntualiza.

“Lo cierto es que los colectivos y organizaciones que, desde hace años, promovemos el empoderamiento de la población africana y afrodescendiente en España, siempre debatimos sobre qué factores y estrategias son más favorables para mejorar la situación de nuestra comunidad”, escribe en el libro, que recoge experiencias y alegatos de profesionales como Antumi Toasijé, experto panafricanista, recientemente nombrado por la ministra de Igualdad de España, Irene Montero, como nuevo presidente del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica, organismo creado en 2007.

Jeffrey Abé Pans.

En el relato recogido en la página 75 del libro Toasijé dice: “Mientras que la negritud se centra en la valorización de la persona negra como productora de cultura, el panafricanismo se centra en la conquista del poder político para las africanas y los africanos. El panafricanismo llama a todos los afrodescendientes a unirse en torno a una lucha más compacta. Ciertamente y como dice el mismo Abé Pans, “cabe resaltar que, durante las últimas décadas, el activismo negro en España ha sufrido una gran transformación como consecuencia de los cambios demográficos acaecidos en la sociedad española. La inmigración negroafricana ha aumentado considerablemente, se ha diversificado y cada colectivo ha incorporado a la lucha comunitaria elementos propios de sus reivindicaciones sociales”.

Este joven activista es un autodidacta cuyos inicios fueron motivados por la necesidad de comprender su mundo. Todo empezó a partir de los 16 años, cuando al leer un libro que le regaló una de sus hermanas, en el que relataba la vida y obra de Malcom X, descubrió que había una sucesión de hechos que necesitaba comprender; así fue cómo indagando, leyendo y asistiendo a distintos eventos, se dio a conocer por ser el espectador más joven. Hoy día las personas a las que escuchaba entonces son sus mayores referentes y varias de ellas lo acompañan en el libro.

Jeffrey resalta la importancia de los negros colombianos como pilar fundamental de los movimientos en América, habla de manera distendida de la figura de Benkos Biohó, de la herencia viva que representa el pueblo de San Basilio de Palenque, y de Francia Márquez, a quien admira y tuvo la oportunidad de entregarle su libro; convencido de que, si Francia llega a la presidencia de Colombia, dará un vuelco a un país que sufre lo embates del racismo de manera indiscriminada desde todos los frentes.

Jeffrey está convencido del valor de su trabajo; ha ampliado su mirada a partir de las experiencias de todos esos referentes que él se ha esforzado en conocer, para poder nutrir su andadura en favor del panafricanismo, haciendo de enlace entre los negros de aquí y de allá; en términos asociativos, de militancia antirracista y panafricanista, resalta esas referencias que son hitos para la lucha: Cuando somos el enemigo habla sobre todo eso, y yo sé que no es un libro escrito desde la intelectualidad. Yo soy un joven con una formación profesional básica, no he ido a una gran universidad, pero me he atrevido porque hay que actuar en favor de lo que nos compete, que son los derechos que nos han sido negados. Es un libro que está al alcance de quien quiera leer, fácil de entender y con historias de vida y obra”.

Abé Pans ha tocado muchas puertas para dar a conocer el libro, ha ido personalmente a todas las bibliotecas y librerías en su ciudad, Barcelona, para que se replique el mensaje; en unos espacios ha sido recibido y en otros espacios, no, como todo en la vida. Consciente de que no hay páginas en blanco suficientes para escribir y describir todo el sufrimiento del pueblo negro en el mundo, sigue haciendo su parte, presentando su libro en diversos escenarios, divulgando un trabajo hecho por muchos, que ha cruzado las fronteras, replicando la doctrina del panafricanismo respetando las diferencias.

El prólogo de Cuando somos el enemigo ha sido escrito por la politóloga y activista afrocolombiana Irina Ila; cito textualmente: “Tanto nuestras resistencias activas como pasivas pasan por el mismo proceso; son vaciadas de su contenido permanentemente para ser apropiadas, mientras nuestra historia es invisibilizada”.


* El panafricanismo es un movimiento político que propugna la cooperación y la unidad de todos los países africanos, en especial como defensa contra posibles injerencias de terceros países. 

** Jeffrey Abé Pans: Cuando somos el enemigo. Activismo negro en España. Editorial Mey, Barcelona, 2019.

Este artículo fue publicado originalmente en la revista digital colombiana Vive Afro el 15 de octubre de 2020.

13 septiembre 2015

Entrevista a Mariem Mint Cheikh sobre la esclavitud en Mauritania


Mujeres haratin en el sureste de Mauritania.
(© Ángeles González-Sinde / Intermón Oxfam)

Militante abolicionista, Mariem Mint Cheikh Dieng es una de las principales figuras femeninas de la lucha contra la esclavitud en Mauritania. De origen hartani [1], abrazó la causa abolicionista siguiendo los pasos de su padre, que fue militante de el-Hor, la primera asociación que luchó por la abolición de la esclavitud en su país.

Mariem Mint Cheikh.
(© D.R. / Mondafrique)

En 1983 Mariem se unió en su ciudad natal, Zuérate, a otra asociación, SOS-Esclaves, y en 2007 conoció a Biram Ould Dah Abeid, un militante subversivo que decidió montar su propia organización contra la esclavitud: la (IRA) Initiative de Résurgence du Mouvement Abolitionniste. Mediante sus acciones provocativas, este movimiento adquirió notoriedad más allá de las fronteras mauritanas. Entonces Mariem Mint Cheikh se convirtió en uno de sus miembros más activos, y fue detenida en varias ocasiones por sus actividades militantes. Condenada a prisión en noviembre de 2014, consiguió evitar que la encarcelaran. La entrevistamos.

Pregunta. Desde la IRA, usted denuncia las prácticas esclavistas que aún perduran en Mauritania. ¿En qué consisten esas prácticas?

Respuesta. Las grandes familias árabo-bereberes [2] que ocupan, en buena parte, los puestos de poder político y económico en el país, jamás han acabado con el sistema de servidumbre ni con el racismo. Muchas de ellas continúan teniendo esclavos en sus casas, sometidos con frecuencia a trabajos penosos. Se trata, por lo general, de personas analfabetas cuya propiedad pasa de padres a hijos. Sus hijos menores no son escolarizados y también han de trabajar para sus amos. Su condición de esclavos hace que puedan ser vendidos o intercambiados, como cualquier otro bien. En Mauritania, las víctimas de estas prácticas pertenecen a grupos étnicos de color: los negromauritanos y los heratin, que en conjunto representan aproximadamente el 90 % de la población; el 10 % restante son árabo-bereberes. Esta tradición racista ha creado un sistema social basado en la discriminación y la exclusión. Por ejemplo, como haratin, no pueden acceder a determinados escalafones en el ejército. También es muy difícil que un descendiente de esclavos pueda conseguir un título de propiedad para una parcela de tierra, sobre todo si también aspira a ella un mauro.

Manifestación contra la esclavitud en la capital mauritana, 
Nuakchot, el 26 de abril de 2015. 
(© AFP)

P.
Sin embargo, existe un auténtico arsenal jurídico que no solo prohíbe la esclavitud, sino que además debe sancionarla. Por otro lado, las autoridades han decretado una serie de medidas para intentar poner fin a esas prácticas. ¿Se ha notado alguna evolución en ese sentido?

R. Una ley de 1981 abolió oficialmente la esclavitud, pero la teoría queda todavía muy lejos de la práctica. La falta de control y el temor a actuar contra algunas familias poderosas hacen que la esclavitud persista, al igual que la discriminación. Cambian los rostros pero el sistema esclavista permanece. Una ley del año 2007 prevé, además, que un esclavo puede denunciar su situación en cualquier comisaría para que se abra una investigación y se impongan sanciones. Eso, sin embargo, no ocurre nunca. Por lo general, los esclavos que no gozan de cierta autonomía o no pueden desplazarse, no están en condiciones de tomar iniciativa alguna ni de presentar denuncias. La IRA, por consiguiente, ha decidido ir a buscar a los esclavos en los domicilios de sus amos y presentar denuncias en su nombre en la comisaría o el puesto de policía más próximo.

Una moderna comisaría de policía en Nuakchot.

(Fuente: giz.de)

P. Al convertirse en militante de la IRA, usted ha protagonizado acciones relevantes. ¿Qué aporta la IRA a la lucha contra la esclavitud?

R. En 2010 conseguimos la primera liberación de esclavos. Se trataba de dos muchachas muy jóvenes, de 9 y 14 años, que trabajaban para una mujer. Llevamos a los policías al domicilio de esa persona y pudieron constatar la presencia de las dos sirvientas menores, por lo que detuvieron a la mujer. Fue la primera vez que se puso en práctica una ley existente desde hacía tres años.

Quisimos estar presentes en el interrogatorio a esas dos muchachas. La policía había aceptado, en principio, nuestra petición, pero en el último momento nos negaron ese derecho y nos echaron de allí por la fuerza. Fue entonces cuando me detuvieron juntamente con la esposa de Biram. Nos retuvieron durante tres horas y, mientras salíamos de la comisaría, nos molieron a porrazos. Biram está ahora mismo en prisión. La IRA ha empleado siempre ese método: se trata de presionar, de no movernos de donde sea hasta que se aplique la ley.

Lo mismo ocurrió en 2011, cuando la IRA denunció el caso de seis muchachas esclavizadas en Nuadibú, al norte del país. Hicimos una sentada en la sala del tribunal con la pretensión de no movernos de allí hasta que se dictara sentencia, pero una vez más acabaron echándonos por la fuerza.

Militantes de la IRA manifestándose ante el Palacio 
de Justicia de Nuadibú el 9 de julio de 2011.

(Fuente: Nouadhibou Soir)

P. Sin embargo, el gobierno denuncia sus acciones acusándoles de violencia. Pienso sobre todo en la quema de libros religiosos realizada por Biram Ould Dah Abeid en medio de una plaza para denunciar la justificación de la esclavitud desde el punto de vista de la religión.

Biram Ould Dah Abeid.
(Fuente: Cridem.org)

R. Es algo muy paradójico. Organizamos sentadas pacíficas y presionamos para que se aplique la ley, nos oponemos sin hacer uso de la fuerza en ningún momento. Ellos, en cambio, nos echan a porrazos…, ¡y nos acusan de violentos! Las autoridades y las familias árabo-bereberes que controlan con mano de hierro el poder no soportan que se desafíe el orden social, pues de lo contrario se sentirían amenazadas.

Por otra parte, hay que tener muy claro que el islam rechaza la esclavitud. El Corán no menciona en ningún momento que la esclavitud sea una buena práctica, ni que deba perdurar. Las autoridades y los esclavistas utilizan el islam para preservar sus intereses. Lo que quemó Biram era un libro de Malaquías procedente de Egipto a partir del que algunos exegetas deducen la justificación de la esclavitud. No se trataba, pues, de la quema del Corán, como intentaron hacer creer. Muchos magistrados, pertenecientes en su mayoría a grandes familias, se apoyan en esos textos para dictar sentencias en detrimento de la ley civil, y eso es inadmisible. En 2014 un joven de 28 años fue detenido en Nuadibú por criticar la justificación religiosa de la esclavitud, fue condenado por blasfemia y, para colmo de los colmos, el presidente de la república, Mohamed Uld Abdelaziz, lo atacó en un discurso ante una multitud de seguidores. Esa interpretación religiosa no tiene ningún fundamento.

El presidente de la República Islámica 
de Mauritania, Mohamed Uld Abdelaziz.

(Fuente: Afrik.com)

P. Luego usted fue detenida y encarcelada por haber pedido que pusieran en libertad a Biram Dah Abeid. Explíquenos cuáles fueron las condiciones de su detención.

R. En noviembre de 2014, una decena de militantes de la IRA, entre ellos Biram, fueron detenidos mientras hacían campaña en el sur del país. Para el 13 de noviembre habíamos convocado una manifestación en Nuakchot con el propósito de pedir su puesta en libertad. Fue entonces cuando me detuvieron. Las autoridades sabían que yo había apoyado la candidatura de Biram para las elecciones presidenciales de junio de aquel año. Me tuvieron retenida cinco días en la comisaría hasta que me mandó llamar el fiscal. Luego me encarcelaron durante veintiún días. Allí sufrí maltratos y vejaciones. Algunos presos cómplices del personal penitenciario se dedicaron a insultarme. Estuve esposada durante varias horas y forzada a permanecer de pie. Al término del proceso fui condenada a un año de internamiento, pero con prisión suspendida. Esa es mi condición actual.

La presencia militar en las zonas fronterizas de Mauritania es constante.

(Fuente: Afroline.org)

P. Mauritania es un país aliado de Francia en su lucha contra el terrorismo en el Sahel. ¿Cómo reaccionan los responsables políticos franceses frente al problema de la esclavitud?

R. Para las autoridades francesas esa no es una cuestión prioritaria. Algunos políticos, parlamentarios y miembros de la sociedad civil de Francia nos apoyan, pero no pasan de ahí, porque el interés de Francia por mantener una alianza estrecha con Mauritania es muy grande. Históricamente hay un pacto, más o menos oficial, entre las grandes familias mauritanas y los franceses para que el Sáhara sea un territorio seguro, de manera que ellos puedan sacar provecho de ciertos recursos, especialmente mineros. Esa alianza se mantiene en vigor en el contexto de la lucha contra el terrorismo en esa zona. Los mauros se las componen siempre para influir sobre el poder.

Traducción del francés: Albert Lázaro-Tinaut

[1] Los haratin, de piel oscura, son descendientes de esclavos, pueblan el sur de Mauritania y representan aproximadamente el 40 % de la población de aquel país africano. El singular de haratin es hartani.
[2] Se refiere a los bereberes asimilados, es decir, arabizados, y no a los imazighen (bereberes originarios del norte de África, sometidos a los invasores árabes desde el siglo VII), que continúan luchando por el reconocimiento de su cultura, sus tradiciones y su lengua (véase aquí).


(Esta entrevista se publicó originalmente en Mondafrique el 13 de julio de 2015)

30 noviembre 2010

Gibraltar: un peñón multiétnico, multilingüe y multirreligioso

El único puesto fronterizo terrestre entre España y Gibraltar, y el peñón,
vistos desde de localidad andaluza de La Línea de la Concepción.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)

El topónimo con el que conocemos The Rock (el Kalpe de los antiguos griegos), la colonia británica del sur de la península Ibérica, tiene su origen en la denominación que dieron los árabes al peñón donde se asienta: Yabal Tariq (جبل طارق), “la montaña de Táriq”, en honor a Táriq ibn Ziyad al-Layti (طارق بن زياد), el caudillo beréber que desembarcó allí con sus tropas el año 711 y que, según la tradición, lideró la conquista de la Hispania visigoda.


La historia de esta estratégica península de 6,5 kilómetros cuadrados, situada al este de la bahía de Algeciras, es bien conocida: formó parte de la taifa de Granada, fue tomada por las tropas castellanas en 1309, reconquistada por los benimerines en 1333, cedida por éstos al reino nazarí de Granada veinticuatro años más tarde y, finalmente, conquistada para la Corona castellana por el duque de Medina-Sidonia en 1562, aunque hasta 1501 no fue incorporada oficialmente al Reino de Castilla.


El sitio anglo-holandés que sufrió el peñón del 1 al 4 de agosto de 1704, durante la guerra de Sucesión española, obligó a las tropas borbónicas de Felipe V a capitular ante el príncipe de Hesse-Darmstadt, quien tomó posesión de Gibraltar en nombre del archiduque Carlos de Austria, pretendiente a la corona española.

A British Man of War before
the Rock of Gibraltar
, pintura

de finales del siglo XVIII,
del
artista inglés Thomas
Whitcombe.

Tras un sitio fallido por parte de las tropas hispano-francesas, mediante el tratado de Utrecht, que puso fin a la guerra de sucesión, en 1713 Gibraltar se convirtió en posesión británica, y continúa siéndolo como colonia, a pesar de los frecuentes intentos españoles para recuperar aquel territorio.


Cuando el transeúnte visitó Gibraltar, lo primero que le sorprendió, desde el autobús que tomó después de pasar a pie la frontera hispano-gibraltareña, fue ver cómo la breve carretera que conduce al centro urbano ha de cruzar la pista del aeropuerto, que se cierra mediante una barrera semejante a la de los pasos a nivel ferroviarios cuando despega o aterriza algún avión.


Al llegar a la ciudad, observó en seguida las curiosas contradicciones que se dan en aquel lugar, donde los llanitos (nombre con el que son conocidos los gibraltareños) conservan un castellano heterodoxo, con un marcado acento andaluz, mientras que el idioma oficial de la colonia es el inglés, lengua en la que están escritos casi todos los rótulos (pese a que en algunos casos aparece el bilingüismo).

Un característico autobús
inglés en el centro urbano
de Gibraltar; se pueden
observar (haciendo clic
sobre la foto para ampliarla)
las inscripciones bilingües,
en inglés y castellano.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)

También es contradictorio el uso de la moneda: oficialmente, se utiliza la libra esterlina británica (que tiene incluso una versión local emitida
por el Gobierno de Gibraltar: la Gibraltar pound), pero el euro circula paralelamente y con frecuencia los precios están marcados en ambas unidades monetarias. Sin embargo, la moneda europea no se admite en determinados lugares, como por ejemplo la oficina de Correos.

Un billete de 20 libras esterlinas emitido por el Gobierno de Gibraltar.

El transeúnte pudo constatar, además, que el pequeño núcleo urbano de Gibraltar, dividido en siete áreas residenciales y poblado por poco más de 27.000 personas, es un centro multicultural y multirreligioso muy interesante en el que se mezclan la población local (de raíces andaluzas o andalusíes), una minoría de británicos (dedicados sobre todo a tareas administrativas, comerciales y oficiales) y unas relativamente nutridas comunidades musulmana (cerca de un 7 % de la población) y judía (presente en el peñón desde hace más de seiscientos cincuenta años, la cual, aunque actualmente sólo representa el 2 % de la población, siempre ha sido muy influyente: se calcula que en el lenguaje local, el llanito, se utilizan unas quinientas palabras de origen hebreo).




























Un niño judío gibraltareño, con la característica kipá.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)




























Puerta de una casa de la comunidad judía de
Gibraltar.
Puede verse el año de construcción:
5655 del calendario
hebreo, que corresponde
al 1895 de nuestro calendario gregoriano.

(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


Hombres musulmanes a la salida de una de les mezquitas de Gibraltar.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)

Las religiones mayoritarias, sin embargo, son la anglicana y la católica, cada una de las cuales tiene su catedral y sus templos. También hay templos de otras comunidades protestantes, hinduistas, baha’i, etc.





























La catedral anglicana de la Santísima Trinidad (Holy Trinity),

de estilo morisco y arquitecto desconocido, consagrada en 1838.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)





























La catedral católica de Santa María la Coronada,

levantada
en el lugar que ocupaba una antigua
mezquita.
Fue consagrada el 20 de agosto de 1462.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)

El llanito es un curioso dialecto castellano, muy próximo al andaluz pero a la vez característico y ecléctico. No incluye únicamente expresiones hebreas, sino sobre todo palabras inglesas y también maltesas (muchas familias maltesas se establecieron en Gibraltar), árabes, beréberes, portuguesas, genovesas y de numerosas lenguas de la India, de donde proceden muchísimos comerciantes.


El transeúnte recuerda, por ejemplo, que cuando quiso ir a Punta Europa, la conductora del autobús le advirtió (la transcripción es fonéticamente aproximada): “Vamo’ a ve’ si podemo yegá, que el tiempo ehtá muy windy”; en efecto, el día era ventoso y ello impidió al transeúnte subir a lo alto de The Rock, Signal Hill (de 387 metros de altitud, donde se encuentran los famosos monos gibraltareños), ya que el teleférico por el que se accede no funcionaba aquel día a causa, precisamente, de la fuerza del viento, y los taxistas -especulativos ellos- pedían demasiado dinero para llevarlo hasta allí.


El faro de Punta Europa,
construido
entre 1831 y 1841
y automatizado
en 1994.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


Punta Europa (Great Europa Point, según la toponimia oficial británica) es el extremo meridional de la península de Gibraltar, encarado al norte de África, que es visible en la lejanía. Se trata de un pequeño promontorio rocoso y llano, donde destacan el faro, la mezquita de Ibrahim-al-Ibrahim (financiada por el rey Fahd de la Arabia Saudita e inaugurada el 8 de agosto de 1997) y el pequeño santuario católico de Nuestra Señora de Europa.


La amable conductora del autobús que condujo hasta allí al transeúnte (la fuerza del viento no era tan intensa y las olas, por lo tanto, ya no invadían la explanada como pocas horas antes), le dijo dónde lo esperaría cuando el vehículo de servicio público hiciera el siguiente viaje. De vuelta, íbamos recogiendo escolares, impecablemente vestidos con los uniformes de sus respectivas escuelas. Los policías municipales también visten un uniforme parecido al de los bobbies londinenses, con el correspondiente y característico helmet (casco). Y es que, pese a todo, en Gibraltar las tradiciones responden claramente a las costumbres del antiguo Imperio británico: en multitud de aspectos, el peñón es un pedazo del conservador Reino Unido trasplantado al sur de Europa.



Una imagen muy británica en un ambiente muy mediterráneo.
(Foto © Albert Lázaro-Tinaut)


Haced clic sobre las fotografías para ampliarlas.

27 marzo 2010

Post scriptum. Una hablante livonia centenaria… en Canadá

El transeúnte, cuando el pasado mes de enero habló de los livonios en esta bitácora (ved Līvõd rānda), dijo que el último hablante de la lengua, Viktor Berthold, había muerto el 28 de febrero de 2009. Pero hete aquí que ahora lo sorprende una noticia aparecida el pasado 19 de marzo en la publicación estonia Fenno-Ugria Asutus, firmada por Tapio Mäkeläinen*, en la cual se informa que la señora Grizelda Kristiņa (nacida Berthold), que habla su lengua materna, el livonio, acaba de cumplir 100 años en la localidad de Campbellville, a unos 50 kilómetros al sudoeste de Toronto (Ontario), donde vive desde que se estableció en Canadá en el año 1951.

Grizelda Kristiņa, prima de Viktor Berthold, nació en la Līvõd rānda (norte de Curlandia, Letonia), concretamente en la granja de Zūonkõ, en la aldea de Vaide (a 12 km de Irē [Mazirbe], donde después fue a la escuela), el 20 de marzo de 1910. Entre los años 1930 y 1933 (es decir, cuando Letonia era una república independiente) estudió en la Universidad de Lahti y el Instituto-hogar de Orimattila (Finlandia) gracias al apoyo de una organización finoúgria, que seleccionó a los jóvenes livonios mejor formados para ofrecerles esta oportunidad (hay que decir que la solidaridad entre los pueblos finoúgrios ha sido siempre envidiable, y aún lo es).


En 1944, cuando las repúblicas bálticas fueron anexionadas por la Unión Soviética, huyó con su marido y su pequeña hija Sarmite, de cuatro meses, a Suecia, y en 1951 se establecieron los tres en Canadá, donde se habían constituido diversas comunidades de exiliados bálticos en los alrededores de la ciudad de Toronto.


Grizelda Kristiņa no tan sólo mantuvo viva la llama de la cultura y la lengua livonias, sino que, además, en 2008 aún tuvo fuerzas, a pesar de su edad, para publicar un CD en livonio, Līvõ kel, en el cual dicta los capítulos de un manual de lengua livonia,
editado con el mismo título, también en Canadá, por Kersti Boiko en el año 2000. Pero lo más interesante de este CD es poder oír la fonética de la lengua con la voz de esta anciana tan vivaracha.

Noticias como la que comenta ahora el transeúnte permiten mantener la esperanza de que la lengua de los livonios, por más que actualmente no se hable fuera del ámbito de algunas –escasas– familias, no caerá en el olvido. La pérdida definitiva de una lengua, aunque sea pequeña, representa siempre un empobrecimiento de la cultura universal.


¡Felicidades por sus cien años de vida provechosa, señora Kristiņa!

* Tapio Mäkeläinen es un conocido finougrista finlandés, casado con una letona y muy interesado por la cultura estonia. De hecho, obtuvo esta información de un artículo más extenso, en letón, firmado por Baiba Šuvcāne y publicado en el portal Livones.lv: “Grizelda Kristiņa svin 100 gadu jubileju”. El transeúnte se ha basado también en este artículo y se ha permitido corregir algunas inexactitudes de Mäkeläinen.

Agradecimientos: Linda Järve y Jüri Talvet.


Fuente de la fotografía de la señora Kristiņa: Livones.lv.

Traducción del catalán: Carlos Vitale.

22 enero 2010

Līvõd rānda


La denominada Costa de los Livonios (Līvõd rānda, en lengua livonia; Lībiešu krasts, en letón), en el litoral septentrional de Curlandia (Letonia), es el último refugio de un pueblo finoúgrio que durante muchos siglos estuvo establecido en la región báltica, desde la mitad sur de la actual Estonia hasta la desembocadura del río Daugava (Dvina Occidental), es decir, hasta donde actualmente se encuentra la capital letona, Riga, fundada en el año 1201. Livonia, de hecho, hasta la primera guerra mundial fue una de las provincias bálticas del Imperio ruso, aunque el primigenio pueblo livonio ya era muy reducido en el siglo XIX –se calcula que entonces hablaban la lengua unas 2300 personas, cuando en el siglo XIII, antes de la cristianización, habían sido más de 30.000–, y se había asentado en unas cuantas aldeas al oeste de su territorio histórico, o sea en las costas del norte de Curlandia.

Localización de la Costa de los Livonios.
(Fuente del mapa: Toivo Vuorela,
The Fenno-Ugric Peoples.)

















Restos de instalaciones militares soviéticas cerca de Irē. Abajo, un búnker en medio del bosque, en las proximidades de Kuoštrõg.

Tal como los conocemos actualmente, los livonios eran hasta la segunda guerra mundial un pueblo de pescadores, obligado a abandonar la pesca cuando las repúblicas bálticas fueron anexionadas por la Unión Soviética, en 1944, y la costa se convirtió en territorio fronterizo cerrado; incluso se instaló en medio de la Līvõd rānda una base militar. Esta situación acabó con los medios de vida del reducido pueblo livonio y llevó, prácticamente, a su extinción, asimilado a la población letona o bien emigrado, tanto a la ciudad de Riga (allí los livonios tienen también un centro cultural) como al extranjero, especialmente a los Estados Unidos (donde, paradójicamente, la lengua livonia está más presente que en cualquier otro lugar, aunque sea de una manera testimonial).

De hecho, el exónimo livonio es ajeno al propio pueblo, que en su asentamiento en Curlandia se autodenominaba randalist (‘habitantes de la costa’) o bien, sencillamente, kalamied (‘pescadores’). Pero actualmente han adoptado el etnónimo līvdi. La denominación livonio aparece en el siglo XII, concretamente en la Primera Crónica Rusa (Повесть временных лет, ‘crónica de los tiempos pasados’), más conocida como Crónica de Néstor, que se refiere a los antiguos pobladores de la futura Livonia como livy (ливы). Pero mucho antes, en el año 79 –el de la erupción del Vesubio que sepultó Pompeya–, el erudito latino Plinio el Joven ya mencionaba a los levioni, refiriéndose con toda probabilidad a este pueblo del Báltico.

Una típica casa livonia en Kuoštrõg.









El transeúnte, curioso por esta exigua minoría, recorrió sus tierras, muy poco pobladas, durante la primera mitad del mes de septiembre de 2009, y constató que, por desgracia, el pueblo livonio es más testimonial que presente: supo que el último hablante autóctono “activo”, Viktor Berthold (que había aprendido la lengua en la escuela durante la Primera República de Letonia) había muerto seis meses antes, el 28 de febrero del mismo año.



















El edificio y la sala de actos (abajo) de la Līvõd Rovkuodā, en Irē.



Sin embargo, la cultura de los livonios no ha desaparecido del todo, y en su minúscula “capital”, Irē (Mazirbe, en letón) –una aldea de pocas casas y escasísimos habitantes, con una sola tienda que vende todo lo imprescindible, y donde el transeúnte se alojó en una confortable cabaña del camping Mazirbes Kalēji– se alza el edificio de la Līvõd Rovkuodā, el centro de la cultura livonia, construido en 1938 con aportaciones de los tres estados de lengua finoúgria: Estonia, Finlandia y Hungría, e inaugurado oficialmente el 6 de agosto de 1939 (ved en la imagen de la izquierda la placa conmemorativa, en finés, estonio y húngaro, respectivamente). Se trata de un sólido edificio de dos plantas que luce la bandera livonia sobre la puerta principal, donde desde el año 2000 se restableció la Sociedad Cultural Livonia, creada en 1986 y heredera de la Unión de Livonia (Līvõd Īt) –de la cual, ahora, ha recuperado el nombre–, que había sido constituida el 2 de abril de 1923 con la finalidad de mantener vigente la lengua y la cultura de los livonios. Este centro de cultura, con su amplia y luminosa sala de actos, mantiene una exposición permanente de fotografías que rememoran los buenos tiempos de la comunidad, cuando incluso recorría aquella costa una línea ferroviaria de la cual apenas quedan vestigios.

La bandera livonia en la fachada de la Līvõd Rovkuodā; concebida por la Līvõd Īt, fue declarada oficial el 18 de noviembre de 1923. En la imagen de la derecha (© Lauku ceĮotājs, Riga) se puede comprobar el sentido de los colores de esta bandera: el verde del bosque, el blanco de la playa (cubierta de nieve en invierno) y el azul del mar.


Es muy importante destacar la tarea de recuperación del folclore que han hecho algunos grupos musicales, como los coros de la Unión Livonia, creados en el verano de 1922; el coro Līvlist, de Riga, y el grupo Kāndla, de Ventspils (fotografía de la izquierda [© Folklora.lv]), ambos fundados en 1972, que ya en época soviética recuperaron una parte considerable del patrimonio musical livonio; la familia Stalti; el grupo estonio Tulli Lum (literalmente, ‘nieve caliente’), creado en 1999 por su vocalista, la livonia Julgi Stalte; e intérpretes como Marija Šaltjāre (1860-1930), Katrina Krasone (1890-1979); Hilda Grīva (1910-1984), una mujer muy activa en diversos ámbitos de la cultura; y Katrīne Zēberga, que han dejado grabaciones de algunas canciones tradicionales (en el archivo folclórico estonio de Tartu [Eesti Rahvaluule Arhiiv] se conserva un material valiosísimo).

Viejas imágenes de la exposición permanente que puede verse en la Līvõd Rovkuodā.










A pesar de la precariedad en que se encuentra la cultura livonia y el hecho de que la lengua ya no se utilice en la vida cotidiana (aunque se mantiene de alguna manera, más pasiva que activa, en el ámbito de unas cuantas familias, cuyas casas exhiben la bandera: se calcula que en la comarca quedan unas 180 personas que se consideran étnicamente livonias y conocen la lengua, la cual se enseña de nuevo en la pequeña escuela de Irē), en los últimos años el habla de los livonios ha tenido una cierta vivificación gracias, en buena medida, a la actividad de la Unión de Livonia, sostenida básicamente por el gobierno letón, que publica un almanaque anual en lengua letona, organiza fiestas y encuentros, y promueve el turismo: no en vano la costa septentrional de Curlandia tiene una de las playas más extensas de Europa, de casi cien kilómetros de longitud, que si no fuera por las inclemencias meteorológicas y las limitaciones estatales podía haberse convertido en una zona balnearia de primer orden. Los livonios, por otra parte, están representados en el Parlamento de Letonia por un diputado.

Pescadores en la playa de Irē.

La lengua de los livonios, llamada popularmente rāndakēļ (´lengua de la costa´) y, más formalmente, līvõ kēļ (´lengua livonia´), pertenece al grupo meridional de las lenguas baltofinesas (de la familia finoúgria); tiene tres formas dialectales y es muy próxima al estonio –un estrecho de menos de 40 km de ancho, llamado Irbes jūras šaurums, en letón, y Kura kurk, en estonio, separa el extremo meridional de la isla estonia de Saaremaa de las playas livonias, y los pescadores de un lado y del otro han estado siempre en contacto–, a pesar de que en la escritura se mezclan los signos diacríticos de los alfabetos estonio y letón, y que la influencia de esta última lengua es notable. Juntamente con el latgalio, hablado al este de Letonia, el livonio está reconocido por la Oficina Letona de Lenguas Minoritarias, que es una rama nacional del European Bureau for Lesser-Used Languages (EBLUL). La lengua livonia se enseña actualmente en universidades de Letonia, Estonia y Finlandia.

La iglesia de Kūolka.

El transeúnte se movió con los escasísimos medios de transporte público locales, a pie, con bicicleta y haciendo autoestop por una buena parte de la Līvõd rānda, recorriendo las generosas playas donde ahora se practica la pesca deportiva, en especial durante los fines de semana; los magníficos bosques casi vírgenes, que harían las delicias de nuestros buscadores de setas y aficionados a la botánica, de una riqueza vegetal y faunística excepcional –a pesar del persistente ataque masivo de los mosquitos, sobre todo a la caída de la tarde–, y también otras aldeas ocultas entre la vegetación: Kuoštrõg (Košrags, en letón), Pitrõg (Pitrags), Kūolka (Kolka, la localidad más poblada, en el extremo oriental de la costa, encarada al golfo de Riga, donde incluso hay una factoría de conservas de pescado)… Toda el área de la Līvõd rānda se encuentra integrada en el parque natural de Slītere, una zona protegida y muy bien conservada. La normativa oficial para la preservación del lugar llega incluso a la prohibición de establecer hoteles, restaurantes o centros de esparcimiento: sólo los campings y algunas casas de huéspedes permiten alojarse allí.

Por el camino entre Irē y Kuoštrõg.

Para quienes deseen informarse más ampliamente sobre los livonios, el transeúnte deja estos enlaces:

- Les Lives (http://www.adefo.org/live.html), en francés.
- Liv Culture (http://www.nba.fi/liivilaiset/English/AEnglish.html), en livoniano, letón, inglés y finés.
- Livones.lv (http://www.livones.lv/libiesi), en livonio, letón e inglés
- Virtual Livonia (http://homepage.mac.com/uldis/livonia/livonia.html), en livonio, letón e inglés.
- Sobre la lengua livonia: http://homepage.mac.com/uldis/livonia/livlang.html (en inglés).

© de las imágenes, si no se cita otra fuente, Albert Lázaro-Tinaut.

Clicad sobre las fotografías para ampliarlas.


Traducción del catalán: Carlos Vitale.

31 diciembre 2009

Invierno en los Cárpatos ucranianos


Para acabar el año, el transeúnte os ofrece una imagen de las tierras de los hutsules (Гуцули), en los Cárpatos ucranianos. Su autor es un buen amigo suyo, Cyril Horiszny, un fotoperiodista que reside en Lviv y que hace exactamente un año exponía en la Biblioteca Ignasi Iglésias - Can Fabra, del distrito barcelonés de Sant Andreu, una cincuentena de fotografías que reflejan la vida de esta minoría, que ha preservado muy bien entre las montañas, cerca de la frontera polaca, sus tradiciones seculares. Luego esta misma exposición se presentó en Madrid y Santander, y aún se encuentra en suelo ibérico.

Visitad la página web de Cyril y disfrutaréis de sus magníficas fotografías. Y por lo que respecta a la exposición en Can Fabra, ved lo que publicó Tomás Caballero en su blog.

El transeúnte desea que el 2010 nos ayude a todos a superar los trances del año que dejamos atrás, y que lo recibamos con un poco de esperanza. Que al menos una parte de nuestros proyectos, de nuestros sueños, se haga realidad, y que la salud y la suerte nos acompañen.


Para ampliar la imagen, clicad sobre ella.