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de São Januário, al norte de la ciudad, en una imagen de 1941.
(Foto © Genevieve Naylor)
Durante los Carnavales de 1928, un grupo de pasajeros del tranvía de São Januário, en Rio de Janeiro, inició una batalla de confeti en honor del veterano conductor, cantando un estribillo que pronto se haría popular: “Eu falo, eu grito / o condutor tem a cara de cabrito”. Tan grande fue el éxito de aquella diversión que en 1941 dio lugar a la samba titulada O bonde de São Januário (‘El tranvía de São Januário’), compuesta por Wilson Batista y Ataulfo Alves (escuchadla aquí):
Quem trabalha é que tem razão
eu digo e não tenho medo de errar.
O bonde de São Januário
leva mais um operário:
sou eu que vou trabalhar.
Antigamente eu não tinha juízo
mas resolvi garantir meu futuro.
Vejam vocês:
sou feliz, vivo muito bem.
A boemia não dá camisa a ninguém:
é, digo bem.
[Quien trabaja es quien tiene razón / digo yo y no temo errar. / El tranvía de São Januário / pide más de un operario: / soy yo quien va a trabajar. // Antes yo no tenía juicio / pero decidí asegurarme el futuro / Ya ven ustedes: / soy feliz, vivo muy bien. / La bohemia no le da camisa a nadie: / eso es, y digo bien.]
Ataulfo Alves (1909-1969), uno
de los más famosos compositores
e intérpretes de samba, en la tapa
de uno de sus discos, Meu Samba…,
Minha Vida (1962).
Aquel mismo 1941, curiosamente, la fotógrafa estadounidense Genevieve Naylor (1915-1989), que trabajaba habitualmente para la Associated Press, recorría Brasil en compañía de su marido, el pintor de origen ucraniano Misha Reznikoff, y captó magníficas instantáneas (como la que encabeza este texto, una de las más conocidas), que en 1945 presentó el Museo de Arte Moderno de Nueva York en una exposición titulada Faces and Places in Brazil. Más tarde se publicaron en varios libros, entre ellos el de Robert M. Levine The Brazilian Photographs of Genevieve Naylor 1940-1943. [1] (Algunas de esas imágenes pueden verse en un interesante montaje pinchando aquí.)
No sólo llama la atención la coincidencia, sino que también parece al menos sospechoso que Genevieve Naylor viajara a Brasil en plena guerra mundial y prolongara allí su estancia, especialmente si se tiene en cuenta que, además, era una estrecha colaboradora del gobierno de los Estados Unidos. El prestigioso arquitecto y antropólogo brasileño Lauro Cavalcanti dice en su libro Moderno e Brasileiro [2], refiriéndose a la denominada “política de buena vecindad” entre Brasil y los Estados Unidos en las décadas de 1930 y 1940, que por aquel entonces los latinoamericanos consideraban a los estadounidenses “fríos, interesados y de poco fiar”, mientras que para la gran potencia del norte los latinos eran “emotivos, sentimentales e irresponsables”. Difícil diálogo, pues, entre dos pueblos de características tan distintas y con prevenciones tan acusadas.
En el libro antes mencionado, Levine se refiere a la misión que le fue encomendada a Naylor: “A medida que el conflicto entre el Eje y los Aliados se extendía a todo el mundo, el Departamento de Estado norteamericano empezó a centrar su atención en América latina. Quería atraer el apoyo de la región a los Aliados, y consideraba que Brasil podía convertirse en un socio fiable. Así pues, el Departamento de Estado creó la Oficina de Asuntos Interamericanos, con Nelson Rockefeller al frente, y la fotoperiodista Genevieve Naylor fue enviada a Brasil en 1940 por la agencia de Rockefeller para proporcionar imágenes de propaganda. Naylor, sin embargo, dejó muchas veces de lado sus obligaciones y con su mentalidad independiente realizó algo muy diferente y mucho más valioso: una impresionante colección de fotografías que documentan un período casi inédito de la historia de Brasil”.
La cuestión puede dar, como se ve, incluso para un thriller.
[1] Robert M. Levine: The Brazilian Photographs of Genevieve Naylor 1940-1943. Duke University Press, 1998. Otros libros que reproducen obras de esta fotoreportera son Shots of Style, Great Fashion Photography, de David Baily (1985); Appearances, de Martin Harrison (1991); 125 Great Moments of Harper's Bazaar, de William Morrow (1993); A History of Woman Photographers, de Naomi Rosenblum (1995) y High Society: 150 Years of “Town & Country” Magazine (1996).
[2] Lauro Cavalcanti: Moderno e Brasileiro. Jorge Zahar Editor, Rio de Janeiro, 2006. Parte IV, capítulo 10.
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eu digo e não tenho medo de errar.
O bonde de São Januário
leva mais um operário:
sou eu que vou trabalhar.
Antigamente eu não tinha juízo
mas resolvi garantir meu futuro.
Vejam vocês:
sou feliz, vivo muito bem.
A boemia não dá camisa a ninguém:
é, digo bem.
[Quien trabaja es quien tiene razón / digo yo y no temo errar. / El tranvía de São Januário / pide más de un operario: / soy yo quien va a trabajar. // Antes yo no tenía juicio / pero decidí asegurarme el futuro / Ya ven ustedes: / soy feliz, vivo muy bien. / La bohemia no le da camisa a nadie: / eso es, y digo bien.]
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de los más famosos compositores
e intérpretes de samba, en la tapa
de uno de sus discos, Meu Samba…,
Minha Vida (1962).
Aquel mismo 1941, curiosamente, la fotógrafa estadounidense Genevieve Naylor (1915-1989), que trabajaba habitualmente para la Associated Press, recorría Brasil en compañía de su marido, el pintor de origen ucraniano Misha Reznikoff, y captó magníficas instantáneas (como la que encabeza este texto, una de las más conocidas), que en 1945 presentó el Museo de Arte Moderno de Nueva York en una exposición titulada Faces and Places in Brazil. Más tarde se publicaron en varios libros, entre ellos el de Robert M. Levine The Brazilian Photographs of Genevieve Naylor 1940-1943. [1] (Algunas de esas imágenes pueden verse en un interesante montaje pinchando aquí.)
No sólo llama la atención la coincidencia, sino que también parece al menos sospechoso que Genevieve Naylor viajara a Brasil en plena guerra mundial y prolongara allí su estancia, especialmente si se tiene en cuenta que, además, era una estrecha colaboradora del gobierno de los Estados Unidos. El prestigioso arquitecto y antropólogo brasileño Lauro Cavalcanti dice en su libro Moderno e Brasileiro [2], refiriéndose a la denominada “política de buena vecindad” entre Brasil y los Estados Unidos en las décadas de 1930 y 1940, que por aquel entonces los latinoamericanos consideraban a los estadounidenses “fríos, interesados y de poco fiar”, mientras que para la gran potencia del norte los latinos eran “emotivos, sentimentales e irresponsables”. Difícil diálogo, pues, entre dos pueblos de características tan distintas y con prevenciones tan acusadas.
En el libro antes mencionado, Levine se refiere a la misión que le fue encomendada a Naylor: “A medida que el conflicto entre el Eje y los Aliados se extendía a todo el mundo, el Departamento de Estado norteamericano empezó a centrar su atención en América latina. Quería atraer el apoyo de la región a los Aliados, y consideraba que Brasil podía convertirse en un socio fiable. Así pues, el Departamento de Estado creó la Oficina de Asuntos Interamericanos, con Nelson Rockefeller al frente, y la fotoperiodista Genevieve Naylor fue enviada a Brasil en 1940 por la agencia de Rockefeller para proporcionar imágenes de propaganda. Naylor, sin embargo, dejó muchas veces de lado sus obligaciones y con su mentalidad independiente realizó algo muy diferente y mucho más valioso: una impresionante colección de fotografías que documentan un período casi inédito de la historia de Brasil”.
La cuestión puede dar, como se ve, incluso para un thriller.
[1] Robert M. Levine: The Brazilian Photographs of Genevieve Naylor 1940-1943. Duke University Press, 1998. Otros libros que reproducen obras de esta fotoreportera son Shots of Style, Great Fashion Photography, de David Baily (1985); Appearances, de Martin Harrison (1991); 125 Great Moments of Harper's Bazaar, de William Morrow (1993); A History of Woman Photographers, de Naomi Rosenblum (1995) y High Society: 150 Years of “Town & Country” Magazine (1996).
[2] Lauro Cavalcanti: Moderno e Brasileiro. Jorge Zahar Editor, Rio de Janeiro, 2006. Parte IV, capítulo 10.
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