El filósofo griego Protágoras decía que "el hombre es la medida de todas las cosas". Los de mi generación, muchos de nosotros, fuimos educados bajo ese principio ético; pero no a través, precisamente, de los ámbitos públicos (excepto raras excepciones: afortunadamente también tuvimos profesores seglares que entroncaban con aquellos que luego supimos cargados de dignidad y que fueron los adelantados de la escuela laica y republicana española; un recuerdo para D. Antonio Muñoz, ejemplo perfecto de lo que comento), sino gracias a la familia, amplia, por suerte, para la variedad de opiniones... Y así, toda la sociedad, todo el mundo, estaría proyectado, desarrollado y articulado para preservar aquella medida, la humana. Sí, a mí me educaron en el humanismo como única actitud vital aceptable para empezar a entender y compartir la vida, las cosas; el mundo... Y todo lo que no tuviese esa proyección estaba fuera de lugar, de sitio, de moral, de juego... Todo en la vida era nada frente a la grandeza del ser humano; nada tendría valor si no lo era para satisfacer las necesidades de bienestar y felicidad humanas; tanto colectivas como individual. Y por ese orden.
Hoy, cuando en el mundo no es precisamente el hombre la medida de las cosas, he recordado al abuelo materno, a la abuela materna (no conocí a los paternos, esa pata nos faltó casi siempre o fue escasa: la paterna), a madre, al tío Blas, al tío Rafael, a mis profesores más dignos, a mis hermanos, y a determinados amigos. De todos aprendí, con su ejemplo diario, y con su brillante hacer y serena actitud ante lo verdaderamente humano, que sí, que como decía Protágoras, para muchos de nosotros el hombre es la medida de todas las cosas. Y como quiera que ha triunfado lo contrario, me siento derrotado de vida, alejado del mundo...
http://www.goear.com/listen/ 1fffeb8/amaral-mi-alma- perdida-amaral
Hoy, cuando en el mundo no es precisamente el hombre la medida de las cosas, he recordado al abuelo materno, a la abuela materna (no conocí a los paternos, esa pata nos faltó casi siempre o fue escasa: la paterna), a madre, al tío Blas, al tío Rafael, a mis profesores más dignos, a mis hermanos, y a determinados amigos. De todos aprendí, con su ejemplo diario, y con su brillante hacer y serena actitud ante lo verdaderamente humano, que sí, que como decía Protágoras, para muchos de nosotros el hombre es la medida de todas las cosas. Y como quiera que ha triunfado lo contrario, me siento derrotado de vida, alejado del mundo...
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