viernes, 10 de junio de 2011

LEJANO DE MUNDO

El filósofo griego Protágoras decía que "el hombre es la medida de todas las cosas". Los de mi generación, muchos de nosotros, fuimos educados bajo ese principio ético; pero no a través, precisamente, de los ámbitos públicos (excepto raras excepciones: afortunadamente también tuvimos profesores seglares que entroncaban con aquellos que luego supimos cargados de dignidad y que fueron los adelantados de la escuela laica y republicana española; un recuerdo para D. Antonio Muñoz, ejemplo perfecto de lo que comento), sino gracias a la familia, amplia, por suerte, para la variedad de opiniones... Y así, toda la sociedad, todo el mundo, estaría proyectado, desarrollado y articulado para preservar aquella medida, la humana. Sí, a mí me educaron en el humanismo como única actitud vital aceptable para empezar a entender y compartir la vida, las cosas; el mundo... Y todo lo que no tuviese esa proyección estaba fuera de lugar, de sitio, de moral, de juego... Todo en la vida era nada frente a la grandeza del ser humano; nada tendría valor si no lo era para satisfacer las necesidades de bienestar y felicidad humanas; tanto colectivas como individual. Y por ese orden.

Hoy, cuando en el mundo no es precisamente el hombre la medida de las cosas, he recordado al abuelo materno, a la abuela materna (no conocí a los paternos, esa pata nos faltó casi siempre o fue escasa: la paterna), a madre, al tío Blas, al tío Rafael, a mis profesores más dignos, a mis hermanos, y a determinados amigos. De todos aprendí, con su ejemplo diario, y con su brillante hacer y serena actitud ante lo verdaderamente humano, que sí, que como decía Protágoras, para muchos de nosotros el hombre es la medida de todas las cosas. Y como quiera que ha triunfado lo contrario, me siento derrotado de vida, alejado del mundo...

http://www.goear.com/listen/1fffeb8/amaral-mi-alma-perdida-amaral

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios