Decía Samuel Johnson que "donde la esperanza no existe, no puede existir el esfuerzo". Cuando estos días asistimos a discursos sobre la necesidad del espíritu emprendedor, de la necesidad de ser competitivos, de la solvencia de una gran formación para ser productivos y eficaces y obtener empleo; cuando ya no se habla en los espacios públicos (ni privados) de solidaridad, de respeto, de compañerismo, de educación ciudadana; cuando se ha impuesto esa moralina del esfuerzo individual frente al orgullo colectivo, para entonces recuerdo aquello que decía Johnson y me digo: -pero si les han quitado la esperanza, ¡cómo les piden esfuerzos!...
Porque si ya es una indecencia educar para sobrevivir en la selva, compitiendo, luchando, con el esfuerzo y el desapego al prójimo, dejando en el camino no sólo una moral pública colectiva que tanto esfuerzo costó crear, sino también dejando sin ilusión ni esperanza a toda una generacióna a la que le piden esfuerzo y productividad, ese otro eufemismo de sangrarnos a todos los escasos ámbitos de felicidad que nos quedan para dedicar a los afectos y a vivir en paz, para entonces, digo, desolado y triste me confieso derrotado de mundo, acabado de vida y huraño... Y le llaman discurso de futuro; y todo lo demás, al parecer, ya son tópicos, cuellos de botella, ineficiencias del sistema, trasnochado, viejas recetas y/o poco competitivo ya en el mundo de hoy...
Y así, sin esperanza y con el poco esfuerzo que les quede, volverán, volveremos todos, día a día, a la selva de Hobbes, donde imperaba la ley del egoísmo...
Y lo peor: la sociedad se desintegra, se individualiza, se fragmenta, con riesgos de desapegos y de cohesión social frustrada... Porque cuando los de arriba pierden la vergüenza, los de abajo pierden el respeto.
http://www.youtube.com/watch? v=7rZbvi6Tj6E
Porque si ya es una indecencia educar para sobrevivir en la selva, compitiendo, luchando, con el esfuerzo y el desapego al prójimo, dejando en el camino no sólo una moral pública colectiva que tanto esfuerzo costó crear, sino también dejando sin ilusión ni esperanza a toda una generacióna a la que le piden esfuerzo y productividad, ese otro eufemismo de sangrarnos a todos los escasos ámbitos de felicidad que nos quedan para dedicar a los afectos y a vivir en paz, para entonces, digo, desolado y triste me confieso derrotado de mundo, acabado de vida y huraño... Y le llaman discurso de futuro; y todo lo demás, al parecer, ya son tópicos, cuellos de botella, ineficiencias del sistema, trasnochado, viejas recetas y/o poco competitivo ya en el mundo de hoy...
Y así, sin esperanza y con el poco esfuerzo que les quede, volverán, volveremos todos, día a día, a la selva de Hobbes, donde imperaba la ley del egoísmo...
Y lo peor: la sociedad se desintegra, se individualiza, se fragmenta, con riesgos de desapegos y de cohesión social frustrada... Porque cuando los de arriba pierden la vergüenza, los de abajo pierden el respeto.
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