Es el debut de la autora Helene Wecker, y a menudo se recomienda cuando alguien busca algo que se asemeje a El Circo de la Noche de Erin Morgenstern; en este caso creo que es una comparación acertada porque ambas novelas tienen un aura similar, como de sueño, en la que los personajes y el entorno tienen más peso que la trama en sí.
En Viajeros de la Noche, una golem y un genio que por casualidad han acabado en el Nueva York de 1899, terminan por cruzar caminos y forjar una interesante amistad en un mundo que resulta todo un reto para ambos, cada uno con sus circunstancias personales.
Empezando por lo positivo, la prosa de Wecker es una maravilla, pausada y evocadora, con un estilo limpio y accesible. Su obra es más realismo mágico mezclado con ficción histórica que no fantasía urbana, y la autora se toma su tiempo en establecer las historias de cada personaje, así como de describir a la perfección cómo era la ciudad en aquella época, en la que cada día cientos de inmigrantes llegaban en barco dispuestos a labrarse un futuro. Buena parte de la novela también sucede en el desierto, mientras el genio va recordando su pasado y qué le llevó a estar encerrado en una botella que acaba en Nueva York siglos después. Es una novela muy rica en ese sentido, ya que encontramos muchos detalles de culturas que no están tan presentes en el género fantástico más popular.
Además de la golem y el genio, tenemos a varios personajes más cuyas historias se van entrecruzando unas con otras, y cuyas acciones acaban repercutiendo en los otros. Schalmaan, en particular, tiene el recorrido más interesante y la forma en la que su historia se integra con la trama general es fantástica. También me gustó mucho la historia de Saleh.
Por supuesto los más importantes son Chava y Ahmad, la golem y el genio, que tienen que adaptarse a una situación que en cualquier momento les puede sobrepasar; Chava que se he quedado sin amo nada más despertar, perdiendo así toda su esencia, y Ahmad que se ve confinado a un cuerpo humano, mientras su naturaleza anhela la libertad que tuvo un día.
La novela empieza siendo fascinante, y lo que más me gustó fue ver cómo tanto Chava como Ahmad se iban haciendo a su nuevo mundo con la ayuda de sus nuevos amigos. Me hubiera gustado que la autora hubiera desarrollado un poco más la amistad entre Ahmad y Arbeely, porque me encantan las historias de amistad entre humanos y no humanos, pero en última instancia Ahmad es el personaje más distinto de todos y tampoco es justo esperar que se comporte como uno de nosotros cuando no lo es.
Hacia la mitad o así se me empezó a hacer pesado. Aparte de que ya de por sí es un libro bastante lento, creo que mi mayor problema es que Nueva York a finales del siglo XIX, principios del XX no es un escenario especialmente excitante, o tal vez es la autora que no lo sabe hacer lo suficientemente excitante, y una vez la golem y el genio ya se han acostumbrado a vivir ahí que pierde buena parte de su magia. De hecho muchas veces el elemento fantástico casi está en un segundo plano. También creo que ambos personajes son más interesantes por separado que juntos, cuando se relacionan con otros personajes, por ejemplo Chava con Anna y Ahmad con Arbeely o Matthew.
Tampoco me convenció la resolución de algunas tramas, como la de Chava y Michael o la de Sophia. El clímax es correcto pero le falta un poco de chicha.
Y bueno, cuanto más pienso en la historia, creo que lo que eché en falta es que fuera más emocionante en general. Es una historia bonita, de eso no hay duda, pero no consiguió atraparme como sí lo ha hecho con tantos otros lectores. Una lástima, aunque no descarto leer la secuela para ver cómo ha evolucionado Wecker en todos estos años.
Nota: 3/5
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