Es curioso que siendo fan del cine de terror, en lo que respecta a la literatura no es de los géneros que más frecuento. Sí, leo mucho a Stephen King, Poe es uno de mis escritores favoritos y he disfrutado como una enana con novelas como
Déjame Entrar o
Guerra Mundial Z, pero no es lo primero que miro ni mucho menos cuando entro en una librería o en la biblioteca.
Uno de los autores más identificativos del género, del que beben muchos autores de terror modernos como el propio Stephen King que escribe la introducción del libro, es Richard Matheson. Autor de obras como
El Hombre Menguante,
Soy Leyenda o
Más Allá de los Sueños, tiene en su haber un buen número de historias cortas que exploran todo tipo de fenómenos sobrenaturales y miedos varios.
Pesadilla a 20.000 pies es una recopilación de algunos de sus relatos más destacables, y una introducción ideal a un autor al que había estado dejando de lado hasta ahora.
El libro se compone de un total de veinte historias cortas, que oscilan entre las diez y las cuarenta páginas y que fueron escritas en las décadas de los cincuenta y sesenta.
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Pesadilla a 20.000 pies: Un hombre toma un vuelo nocturno y ve algo por la ventanilla que le deja helado: un hombrecillo, en el ala del avión, tratando de sabotear el aparato. El problema es que cada vez que intenta avisar a alguien, el hombrecillo desaparece.
La primera historia, que da título al libro, es genial. El momento en el que el protagonista avista a la cosa por primera vez te pone los pelos de punta, y está muy lograda la tensión y la impotencia de no poder avisar a nadie porque todo el mundo le toma por loco. Además me hace gracia leer historias en aviones de estas eras porque los personajes fuman y viajan con pistolas sin ningún problema, qué tiempos, ¿no?
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Vestido de seda blanca: Una niña no puede dejar de entrar en la habitación de su difunta madre, pese a la prohibición de su abuela. Especialmente, se siente atraído por un vestido blanco muy bonito, y quiere enseñárselo a su mejor amiga.
De este relato mola el que esté escrito con la voz infantil de la protagonista, y que no sepas bien bien qué esperar de él. De hecho el final es más o menos ambiguo, y creo que eso le beneficia un montón porque es más inquietante imaginarse lo que de verdad ha pasado en esa habitación y el destino que ha sufrido la pobre de su amiga.
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Hijo de sangre: Jules es un niño muy particular. No tiene amigos, se inventa palabras y ha encontrado una nueva y extraña afición: releer compulsivamente el libro de Drácula y afirmar que de mayor quiere ser un vampiro.
De las mejores historias del libro, Jules provoca una mezcla de compasión y rechazo, y el autor refleja muy bien esa espiral de locura en la que se mete y de la que sabes que muy probablemente no va a salir. El final es la bomba.
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A través de los canales: Un niño explica lo que ha sucedido en su casa, propiciado por un extraño contenido que se transmitía a través de su televisor.
También de las mejores, el formato de diálogo y cómo te cuentan lo sucedido te pone el vello de punta. En el libro pone que muchas de estas historias fueron adaptadas a episodios de
The Twilight Zone y este sin duda es perfecto para ello, podría ser el fundador de creepypasta de hecho.
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Guerra de brujas: Siete chicas adolescentes utilizan sus poderes para abatir al ejército enemigo durante la guerra.
Bastante insípida, visualmente seguro que sería más chula que no en papel porque no da tiempo a desarrollar nada. Curiosa y ya.
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Una casa enloquecida: Un escritor frustrado cada día está más enfadado porque toda su casa parece haberse vuelto en su contra.
Tampoco es de las más destacables, aunque el concepto es original: el protagonista cada vez acumula más ira, y cuanto más lo hace, más le sale todo al revés: se le rompen las puntas de los lápices, el hilo dental, los cuchillos no cortan, las alfombras le resbalan cuando camina sobre ellas... Una alegoría sobre el círculo vicioso de la violencia y cómo acabamos afectando a nuestro entorno con nuestro carácter más que al revés.
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El número de la desaparición: Un hombre adúltero empieza a darse cuenta de que la gente que conoce está desapareciendo, empezando por su amante. Pero no es solo que se esfumen, es que es como si nunca hubieran existido en primer lugar.
Seguramente mi historia favorita, está muy bien hilado cómo empieza a desaparecer la gente y cómo sus allegados le toman por loco porque ellos no recuerdan a la gente que supuestamente existía y ya no lo hace. Perturbadora hasta decir basta y con un grandísimo final, aunque no puedo evitar escamarme un poco porque ya son dos historias seguidas de escritores frustrados que guardan rencor a sus esposas porque las consideran culpables de no haber alcanzado el éxito, hm.
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Legión de conspiradores: Un hombre está convencido de que hay una legión que conspira para hacerle la vida imposible.
Creo que muchos nos sentiríamos identificados con el protagonista, especialmente esos malos días en los que nos levantamos con el pie izquierdo y parece que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para sacarnos de quicio, desde el bebé que llora a altas horas de la madrugada en el piso de al lado, el vecino que pone la música a toda pastilla o el pesado en el metro que no para de hacer ruido a nuestro lado. Aunque mejor no llegar a los extremos del protagonista, jajaja.
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Llamada a larga distancia: Una anciana que no puede moverse de la cama empieza a recibir inquietantes llamadas en las que no se oye nada al otro lado, ni siquiera el tono de la línea...
También muy buena, especialmente hacia el final. Nada da más miedo que llamadas en plena noche en las que no se oye nada, creo que Stephen King se inspiró muy mucho en ella para uno de sus propios relatos cortos.
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La casa Slaughter: Dos hermanos compran una casa que lleva años abandonada, sin hacer caso a los rumores que dicen que está encantada. Al poco de mudarse allí, empiezan a presenciar fenómenos extraños.
Historia de terror gótico bastante estándar, se hace un pelín larga. Me recordó un poco al cuento de los hermanos Grimm de las zapatillas rotas de las tres princesas.
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Paja húmeda: Un hombre empieza a tener sueños muy vívidos sobre una granja, oliendo la paja húmeda sobre la que está tumbado y sintiendo la lluvia golpear el cristal de la ventana. ¿Son solo sueños o algo más?
No llega a ocho páginas pero aun así te deja impresionado con ese final tan espectacular. Muy buena también.
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El baile de los muertos: Un grupo de universitarios presencian un baile que está muy de moda entre los jóvenes y que no es apto para corazones sensibles.
Escrita en 1954, me gustan este tipo de historias por la forma en la que los escritores utilizan su imaginación para dibujar un futuro, ya que esta historia está ubicada a finales de los noventa, después de una hipotética Tercera Guerra Mundial. Tiene una estética cyber-punk muy chula y el baile de EVA realmente da miedito, aunque no logré meterme mucho en su atmósfera.
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Los Hijos de Noah: Un hombre sobrepasa el límite de velocidad mientras cruza de madrugada un pueblo diminuto en Maine. Tiene la mala suerte de que es detenido por la policía, pero para su sorpresa no se limitan a ponerle una multa sino que lo encierran en espera de recibir un castigo afín a su crimen.
La historia es genial hasta ese final, que hoy en día no pasaría. Pero se publicó en 1957, así que las connotaciones racistas en aquella época no hubieran hecho pestañear a nadie. Aun así, esa sensación de que algo terrible está por llegar está muy lograda.
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El Hombre de las Fiestas: Un hombre tiene un poder tan extraordinario como terrorífico: es capaz de ver el futuro con asombrosa claridad.
La idea de base es buena, pero en poco más de cinco páginas no da tiempo a desarrollar nada decente, así que de las más flojas del libro.
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Viejos Territorios: Un hombre decide volver a su antiguo apartamento de estudiante y hacer un tour por los recuerdos de su juventud.
Esta me gustó mucho porque también es fácil sentirse identificado con el protagonista. La nostalgia es un arma de doble filo, porque es maravilloso poder recordar aquellos buenos momentos junto a nuestros amigos, amores pasados, locuras adolescentes que una vez vivimos, pero también es doloroso saber que nunca podremos volver a aquellos tiempos y que esa poderosa sensación de saber que tenemos todo el futuro por delante y de que hay millones de posibilidades frente a nosotros se ha convertido en un "mira lo que he hecho con mi vida". Tiene un poco de terror pero es más una historia psicológica sobre remordimientos y tristeza por la juventud perdida.
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El distribuidor: Un hombre se muda a un nuevo barrio. Al poco, empiezan a sucederse todo tipo de conflictos entre los vecinos.
Me hubiera gustado más si tuviera menos personajes, porque para un relato tan corto aprenderse los nombres de todos es muy farragoso y llega un momento que no sabes quién es quién, por lo que se me atragantó bastante.
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Grillos: Un joven matrimonio disfruta de unas agradables vacaciones hasta que un extraño hombre les asegura que es capaz de descifrar el lenguaje de los grillos y que estos hablan de hombres y mujeres muertos que están preparando algo terrible.
También está bastante lograda pese a su corta duración, aunque no me hubiera importado que durara un poco más. Un pelín previsible, pero chula.
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Primer anivesario: Después de su primer aniversario, un hombre empieza a notar cosas extrañas en su mujer. Sabe diferente, huele diferente, el tacto es diferente.
La idea está bien mientras cabe la posibilidad de que sea un problema psicológico del marido, luego el final es bastante meh.
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El semblante de Julie: Un chico nunca se había fijado en su compañera de clase Julie hasta que un día se da cuenta de que no puede parar de pensar en ella. Ahora, está dispuesto a cualquier cosa con tal de tenerla.
Muy desagradable, aun con el giro. No están las cosas hoy día como para leer algo así.
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Presa: Amelia tiene el regalo perfecto para su novio, aficionado a la antropología: una figurita en la que supuestamente habita el espíritu de un temible cazador. Antes de darse cuenta, Julie se ha convertido en la presa del muñeco.
Otra historia que seguramente ha inspirado a películas de terror posteriores, un muñeco corriendo por toda la casa tratando de cazar a la aterrorizada mujer. Se las arregla para ser trepidante y divertida, un buen cierre para la novela.
Juzgar este tipo de libros es difícil porque al ser tantas historias es inevitable que unas sean mejores que otras, pero sí puedo decir que me lo he pasado muy bien leyéndolo y me alegro de haber probado por fin a Matheson, del que espero poder leer algo más en el futuro, algo más largo a ver si se le da tan bien como los relatos cortos.
Nota: 7