domingo, junio 28, 2020

A head full of ghosts

Cuando busco listas con recomendaciones de libros de terror más a menudo que no Paul Tremblay, y específicamente A head full of ghosts, figura en ellas, así que naturalmente tenía mucho interés en leerla.

Sí, A head full of ghosts es El exorcista, y su autor no finge en ningún momento que no lo sea, al contrario. Pero el toque que le da con lo del reality show es bastante original. La historia está contada por Merry, una joven que recuerda los sucesos cuando tenía ocho años y su hermana mayor de catorce tuvo un brote psicótico. Su padre, extremadamente religioso, creyó que debía consultar con su iglesia y entre unas cosas y otras la familia, que atravesaba serias dificultades económicas, terminó formando parte de una serie reality en la que afirmaban que la chica en realidad estaba poseída por un demonio.

En todo momento el enfoque se muestra bastante ambiguo. Es decir, parece evidente que es una enfermedad mental y de hecho uno de los temas que explora Tremblay es lo extremadamente peligroso que es no tomarse en serio la enfermedad e insistir en el tema de la posesión, pero en todo momento hay esa sensación de "vale, pero y sí...?", y más contando con que la narración viene de una chica tremendamente traumatizada por haber vivido una situación tan espantosa a los ocho años y sus recuerdos no son especialmente fiables. Tremblay lo deja un poco a elección del lector, y más con ese final, pero creo que en esta ocasión la ambigüedad funciona estupendamente.

Los "sustos" son un poco genéricos pero están bien. Hay una sección en la novela en la que un blog analiza el reality quince años después y expone cómo muchas de las escenas que supuestamente demuestran la posesión están basadas en películas de terror famosas. El autor es un auténtico forofo del género, tanto cine como literatura, y su libro está PLAGADO de referencias, algunas explícitas, otras más disimuladas. Hay un momento en el que parece que lo haga para fardar de lo mucho que domina (no es tan cansino como en Ready Player One, pero un poco en esa línea), pero bueno, el hombre le pone pasión y menciona una de mis películas favoritas, así que se lo perdono.

Otro de los temas entorno a los que gira es cómo a menudo este tipo de realities se aprovechan de gente desfavorecida que no está en situación de negarse y acaban perjudicando más que ayudando, como queda patente en todo el circo del exorcismo.

La narración me gustó mucho. Las partes del blog están geniales y cuando Merry es pequeña capta bien cómo actúa una niña de esa edad. La relación entre Merry y Marjorie es uno de los puntos más fuertes de la novela, y el desenlace de la historia la verdad es que deja con el corazón en un puño. 

A head full of ghosts es una buena novela de terror, interesante para los fans de las historias sobre posesiones, que le da un giro a El exorcista y que además es un homenaje en toda regla al género.

Nota: 4/5

viernes, junio 12, 2020

Howl's Moving Castle

Diana Wynne Jones tiene (mejor dicho, desgraciadamente, tenía) una imaginación prodigiosa, y en su novela más conocida lo demuestra desde la primera hasta la última página. Howl's Moving Castle es, literalmente, magia pura.

No he visto la película de Ghibli, así que me sumergí en su lectura sin ningún tipo de expectativa y ya desde el principio me enamoré de la pluma de la autora. ¿Sabéis esos escritores o escritoras que escriben de una forma que parece superfácil pero que en realidad sus historias tienen muchísimo intríngulis? DWJ es de esas, ofreciéndonos una historia que parece muy sencilla pero que está llena de detalles. Yo confieso que cuando lo terminé lo primero que hice fue empezarlo de nuevo para seguir todas las miguitas que iba dejando la autora, y lo disfruté todavía más esa segunda vez al captar las pistas de Calcifer o ver cómo los comentarios y acciones de Howl que parecían ir en una dirección en realidad iban por otro lado totalmente diferente.

Las aventuras de Sophie, una adolescente que es convertida en anciana por una malvada bruja, en el castillo volador del cruel (o más bien entrañable) mago Howl, son divertidísimas. Todos los personajes, imperfectos a su manera, son la monda, y las relaciones entre ellos son geniales. Sophie, Howl, Michael, Calcifer, Lettie, Martha, Percival... Todos son encantadores, y forman una extraña familia que a pesar de todo funciona. Sophie en particular me pareció una protagonista muy original, una chica responsable y algo tímida que en cuanto se convierte en anciana se olvida de todo su recato y no tiene ningún problema en decir lo que piensa a la cara de los demás y que los trae a todos locos. ¡Y siempre la está liando! Las reacciones de Howl cada vez que Sophie la vuelve a armar son oro.

El mundo que crea DWJ y las reglas del mismo, son una maravilla. Como digo, es la definición misma de magia, y todo está encauzado a la perfección hasta ese final tan redondo. Me encantó cómo escribe la autora el romance, sutil pero a la vez con todo el sentido del mundo. 

Diana Wynne Jones escribe ese tipo de historias que disfrutan tanto niños como adultos, y crea mundos y personajes tan vivos en los que es facilísimo perderse. Howl's Moving Castle combina la magia y las aventuras con un gran sentido del humor y esa pizquita de romance y el resultado es una historia divertidísima, original, adorable e inolvidable. Qué no daría yo para ser capaz de escribir así.

Nota: 5/5

jueves, junio 11, 2020

Rojo, blanco y sangre azul

El debut de Casey McQuinston con Rojo, blanco y sangre azul fue uno de los libros de los que más se habló en 2019, especialmente entre los fans de la literatura romántica. Ganó a mejor novela romántica en los premios Goodreads con más de 76.000 votos y en la categoría de debut con más de 60.000. ¿Qué tiene esta historia para haber enamorado a tantos de sus lectores?

Desde luego tiene muy claro el público a la que va dirigida, y es que McQuinston nos ofrece una realidad muy diferente a la nuestra en la que en 2016 las elecciones las ganó una mujer de Texas, demócrata, divorciada de un hombre mexicano y con dos hijos mestizos. Una presidenta que se preocupa por el pueblo, cuyo hijo Alex sueña con ser un día él mismo Senador y luchar contra la discriminación, y que se presenta a una reelección complicada con optimismo. Una realidad en la que un príncipe de Inglaterra, Henry, se enamora de Alex, y en la que Alex se enamora de Henry, y en la que tienen que esconder su amor para no perjudicar a la familia de ambos, hasta que irremediablemente todo sale a la luz. Y bueno, un puede esperarse cómo va a ir la cosa.

Estamos ante un enemies to friends to lovers de manual, de hecho hay muchas situaciones que se encuentran muy a menudo en el fanfiction (una vez leí a alguien afirmar que esta novela era un fanfic  AU Arthur/Merlin y un poco sí), aunque rivales lo son bastante poquito y amigos también, la novela va bastante directa al romance. McQuinston mezcla la historia de amor (muy, muy, muy pastel) con el clima político, mucho más idealizado de lo que sería la vida real. Ya no solo porque la política de Estados Unidos es básicamente todo lo contrario sino porque no hay más que ver cómo tratan los británicos a Megan para saber que jamás aprobarían un romance con un hombre.

Es una novela muy cuca, en la que seguimos a estos dos veinteañeros que no pueden vivir su romance de una forma normal por culpa de sus situaciones, pero que se las apañan para encontrar la manera de estar juntos. Hay bastante más smut de lo que me imaginaba, pero no me convence demasiado la forma en la que está escrito, porque por un lado la descripción del sexo en sí es super, supervaga, pero luego McQuinston te mete frases de diálogo en plan "acabas de tener mi p***a en la boca", y no sé, creo que hay un término medio.

Los personajes son bastante adorables. Al que más conocemos es a Alex, ya que la historia está narrada desde su punto de vista, y es bonito verlo crecer y convertirse en una persona diferente a la que tenía él en mente, un chico decidido a hacer el bien y muy, muy enamorado. Henry también es un amor, aunque le conozcamos un poco menos, y el resto de secundarios caen un poco en eso de ser un pelín "quirky", pero están bien.

McQuinston tiene un estilo muy bonito, muy ñoño, que brilla sobre todo en los monólogos interiores de Alex. Es en general una lectura muy amena, que gustará a los que busquen una historia de amor bonita entre dos jóvenes líderes mundiales y quieran evadirse un poco del mundo real para creer durante unas horas que las podrían ser diferentes.

Nota: 3/5


jueves, junio 04, 2020

Leyendo Sherlock Holmes: Relatos III

Los dos primeros relatos están ubicados antes de El signo de los cuatro, pero los junto con los siguientes para no hacer una entrada solo con estos dos.

EL ROSTRO AMARILLO

Holmes y Watson prestan ayuda a un preocupado esposo que está convencido de que su mujer, con la que hasta hacía poco se llevaba maravillosamente, le esconde un secreto terrible y que tiene que ver con la casa vecina a la suya, hasta entonces desocupada. Al ir a investigar, un rostro amarillo de aspecto extraño al que atisba en la ventana del piso superior le llena de desasosiego.

Esta historia es peculiar porque no solo Holmes no hace absolutamente nada, sino que sus conjeturas, por una vez, están erradas. Ya le hacía falta una buena cura de humildad, y él mismo la aprecia como tal. La resolución es preciosa.

EL INTÉRPRETE GRIEGO

Watson se sorprende porque Holmes, que no es dado a hablar de su familia, de repente le suelta que tiene un hermano mayor al que considera con más dotes de observación y deducción que él mismo, pero que es tan vago que no se toma las molestias de seguir todos los rastros que necesita una investigación. La pareja se va a ver a Mycroft al Club Diógenes, donde pasa las tardes, y allí este les involucra en el caso de su vecino, un intérprete griego que fue secuestrado y que fue testigo de algo en apariencia muy turbio.

Lo mejor del relato es obviamente la introducción de Mycroft, cuando los dos hermanos se ponen a hacer deducciones sobre una persona que pasa por la calle para competir entre ellos e impresionar de paso a un anonadado Watson es buenísimo. Aquí de nuevo Holmes no tiene mucho que hacer, pero ya es más de lo que haría Mycroft.

Y hablando de Mycroft, es curioso que en casi todas las últimas adaptaciones no lo muestren con sobrepeso cuando es una de sus características más definidas, Stephen Fry es el que más se acerca a la descripción que da Doyle.

EL MISTERIO DE COPPER BEECHES

Una institutriz acude a Holmes y a Watson para que le aconsejen sobre si aceptar un trabajo que parece demasiado bonito para ser verdad; le pagan un montón de dinero a cambio de que de vez en cuando lleve un vestido determinado, se siente donde ellos digan y se corte el pelo. La chica finalmente acepta porque la oferta es demasiado jugosa, pero en cuanto se da cuenta de que hay gato encerrado, vuelve a ponerse en contacto con los detectives.

Doyle le estaba cogiendo gustillo a eso de trasladar la acción al campo (¡y aquí también hay un sabueso!). Esta de esas historias en las que Holmes tampoco tiene mucho que hacer, pero se da un aire a Barbazul y eso siempre gana puntos para mí. Buena explicación del misterio y buen final.


EL MISTERIO DE BOSCOMBE VALLEY

Lestrade llama a Holmes para que le ayude en un caso de asesinato en el que un granjero australiano ha sido hallado muerto con el cráneo aplastado. Todas las pistas apuntan a que su propio hijo fue el perpetrador del crimen, pero una amiga de este insiste en que Holmes investigue y saque sus propias conclusiones.

Entiendo que hayan cosas que se repitan de una historia a otra porque se iban publicando por separado y no todos los lectores leerían todas y cada una de ellas y por orden, pero me hace gracia siempre que Sherlock presume de su monografía acerca de las diferentes cenizas de tabaco, como si Watson no lo supiera. No está mal pero no ofrece nada nuevo, muy parecida por ejemplo a La corbeta Gloria Scott. Doyle tiene un poco de obsesión con hombres que se reencuentran con pasados que creían que habían dejado atrás en otro continente.

Meitantei Holmes (1984-1985)


EL OFICINISTA DEL CORREDOR DE BOLSA

Aquí de nuevo tenemos a un cliente al que le han ofrecido un chollo de trabajo que tiene que tener algún truco, y Holmes ya se huele por dónde van los tiros en cuanto se le explican los hechos.

Como ya he dicho alguna que otra vez, una de las cosas que más me gustan de estos relatos es lo creativos que son los criminales, y aquí se da otro de esos casos. Parecido al de La liga de los pelirrojos con eso del trabajo que mantiene al cliente ocupado mientras por detrás se fraguan otros planes.

EL TRATADO NAVAL

Esta es de las historias más largas, y recuerda un poco a La segunda mancha en tanto que una vez más desaparece un importante documento cuyo robo podría tener repercusiones internacionales pero el ladrón tiene dificultades para venderlo. El cliente en esta ocasión es un antiguo compañero de colegio de Watson, que trabaja en la oficina de asuntos exteriores y al que le roban un tratado naval cuando estaba haciendo una copia. Tras enfermar gravemente a causa de la ansiedad, cuando por fin empieza a recobrar la salud le ruega a Watson que convenza a Holmes para hacerse cargo de su caso.

Lo más interesante de esta historia es cómo el ladrón parece haberse esfumado tras cometer el robo, y algunos aspectos extraños en el asunto, como el hecho de que tocara una campanilla que avisaba de su presencia segundos antes de cometer el delito. Hacia el final ya se hace claro qué ha pasado y la forma que tiene Sherlock de anunciar que ha resuelto el caso es una  monada. La verdad es que le cogí cariño a Phelps.

LA CAJA DE CARTÓN

Este relato fue muy polémico en su momento y de hecho llegó a estar censurado en múltiples ediciones de las recopilaciones por la resolución que le da Doyle. Y puedo entenderlo, porque esta historia es bastante oscura y, lo es peor, realista, viendo que casos así se suceden muy a menudo...

El misterio comienza cuando una mujer recibe un paquete que contiene dos orejas humanas de dos personas diferentes. Ella no tiene ni idea de cuál puede ser el motivo de la persona que le ha enviado tan siniestro regalo, pero Sherlock sospecha a quién puede haber sido dirigido realmente y cuáles son los motivos reales del presunto asesino. Holmes va bastante sobrado, aquí, incluso más que de costumbre.

Lo que más gracia me hace de este relato es que en Estudio en Escarlata Holmes se mofaba de Dupin diciendo que su truco de adivinar los pensamientos de otros era superficial y petulante para aquí hacer él exactamente lo mismo... ¡solo para impresionar a Watson! Ay, Sherlock...

miércoles, junio 03, 2020

The Mysterious Affair at Styles

La primera novela de Agatha Christie, en la que ya hace aparición el emblemático Hercule Poirot, es también la primera novela suya que leí, hace casi quince años... Lo cierto es que no me acordaba de absolutamente de nada, ni siquiera de la identidad de la persona responsable de la muerte de la pobre señora Inglethorp, así que sumado al hecho de que esta vez me lo he leído en su idioma original, lo he podido disfrutar al máximo otra vez. (Aquí está la reseña que hice en su momento, por si interesa).

El caso que investiga Poirot es el de una mujer de setenta años que ha muerto envenenada. Toda su familia sospecha de su reciente marido, un hombre veinte años más joven que parece claro que estaba con ella con su dinero, y el hecho de que se encuentren los restos calcinados de un testamento en la chimenea de la víctima parece indicar que precisamente el dinero es el motivo. Claro está, el marido no es el único que anda tras la fortuna de la fallecida...

The Mysterious Affair at Styles es recordada frecuentemente precisamente por ser la primera novela publicada de la reina del suspense, y en la que como hemos dicho se daría a conocer un personaje que hoy día sigue siendo más que recordado (eso sí, Kenneth Brannagh no se parece en NADA a la descripción que nos da Christie; David Suchet, en cambio, es perfecto), pero no es de sus obras más emblemáticas pese a que estamos ante un misterio que hasta el último capítulo mantiene en vilo al lector.

Christie menciona a Sherlock Holmes cuando Hastings, el protagonista, dice que le encantaría ser un detective como él, y podemos ver la influencia en el hecho de que la historia esté narrada en primera persona por el "ayudante" del excéntrico detective y cómo esté se guarda información clave hasta tener una idea clara del conjunto. Pero las similitudes se quedan ahí, ya que el estilo de Christie, incluso en una obra tan temprana, ya indica que va a ser único y que la escritora va a ser tan influyente en la literatura posterior como lo fue Doyle en su momento.

Salvando las distancias este libro es como un episodio de Ley y Orden, en el que el trabajo de investigación se combina con las vistas judiciales en la que los abogados tratan de convencer al jurado con los hallazgos encontrados en dicha investigación. No me acordaba de este detalle y los capítulos dedicados a los juicios me encantaron.

Es fácil ir haciendo conjeturas y descartando y añadiendo sospechosos no solo porque casi todos los personajes ocultan cosas, sino porque Hastings es un poco idiota y se entera de la misa la mitad. Me hizo mucha gracia cómo continuamente se iba diciendo a sí mismo que Poirot ya no es lo que era y convenciéndose de que estaba equivocado. Que Poirot es un poco insoportable, eso está claro, ¡pero Hastings para querer ser detective no es especialmente observador! 

En definitiva, que soy muy fan de Agatha Christie y me lo paso de miedo con la forma tan maravillosa que tiene de jugar al despiste con el lector.

Nota: 4/5