Parece increíble, aunque estemos en pleno siglo XXI. Y es que este país es diferente. La celebración de las fiestas populares parece admitir cualquier animalada (textual). Pues bien, pasado mañana Tordesillas puede culminar otro crimen para celebrar sus fiestas anuales, el crimen que todos los años se comete, matar salvajemente, con lanzas, entre “unos cuantos valientes”, a un toro, con un único objetivo: que los vecinos de Tordesillas se lo pasen pipa (niños incluidos) mientras ven desangrarse al animal, hasta morir, atravesado por decenas de lanzas.
Es más, al que consigue darle muerte se le considera un héroe. ¿Puede haber acto más salvaje? ¿Por qué se permite esta tortura animal? ¿Cuándo llegará septiembre y no habrá fiestas bárbaras?
No me gustan los espectáculos donde se maltratan animales. Ni corridas, ni correbous, ni espectáculos circenses donde los animales sufren. Pero es que, en el toro de Tordesillas, además de violencia, tortura y crimen, hay ensañamiento. Se goza con el sufrimiento y, de forma cobarde, se arrincona al animal hasta que a lanzadas puras, se desangra y agoniza.
No es posible una sociedad sana si somos capaces de admitir estos espectáculos salvajes y bochornosos. Es incomprensible que año tras año se siga celebrando esta fiesta que demuestra la absoluta crueldad de un pueblo que busca perpetuar una costumbre bárbara que debería estar penalizada, con la única defensa de ser una tradición ancestral, argumento que podría validar la esclavitud o la inquisición.
Recuerdo cómo hace unos años, en un pueblo de funestos recuerdos, se tiraba una cabra desde el campanario para gozo y disfrute de los vecinos, hasta que se prohibió. Ya es hora de que en Tordesillas ocurra lo mismo, ya es hora de que este acto salvaje se prohíba.
Este país, donde los espectáculos crueles con toros son el pan nuestro de cada día, bien sean corridas o encierros u otras salvajadas, debe acabar con costumbres tan bárbaras y penalizar el maltrato animal, porque no es posible que pervivan estas costumbres inhumanas que demuestran la insensibilidad de quienes las permiten y que hacen de España un país cruel y medieval.
Pero, ¿quién pone el cascabel al gato?, la gran mayoría de los vecinos se sienten orgullosos de “su fiesta” sin que ninguna autoridad, ni local, ni autonómica, ni estatal se atreva a hacer algo por evitar este espectáculo tan atroz.
Ahí tienen ustedes al Partido Popular, orgulloso de esta fiesta y decidido a apoyarla, haciendo uso de esa insensibilidad que tanto les caracteriza, y que no sólo demuestran con animales.
Y qué decir del PSOE, cuando el alcalde de Tordesillas es de este partido y se enorgullece de este evento. Y es que aunque Pedro Sánchez haya dicho que si llega a presidente la prohibiría, debería demostrar su liderazgo en su partido y obligar a un alcalde del mismo a abolir tan salvaje acontecimiento.
Esto sólo lo podrá parar, como está ocurriendo con otras cuestiones, la presión ciudadana. Ayer, se celebró en Madrid una manifestación contra este evento, donde asistieron miles de personas, pidiendo el fin de esta fiesta cavernícola. Hace unos días se entregó un manifiesto con 120.000 firmas. Hace un par de meses, varios artistas importantes trataron de negociar el cambio de este espectáculo deleznable por un concierto gratuito en el pueblo. Esta claro que es necesario mucha más presión para que los gobernantes sientan en sus propias carnes la pérdida de votos que puede originar seguir con este suceso. Ese es el único lenguaje que entienden.
Pasado mañana será otro día triste, serán muchos los que vayan a oponerse a esta salvajada y a protestar por tan infausto acontecimiento, pero allí, los vecinos de Tordesillas y los salvajes que apoyan esta fiesta estarán blindados por numerosos guardias civiles y policías que defenderán a los lanceros criminales, mientras clavan con sus indignas lanzas el cuerpo del toro “Rompe-suelas”, la víctima de este año.
Y un año más, el pueblo de Tordesillas, sus vecinos, sus autoridades y los gobiernos y partidos que han podido o pueden abolir esta despiadada celebración, y no lo han hecho ni lo hacen, clavarán su lanza en Rompe-suelas, un toro sin voz, y volverán a ser “la vergüenza nacional”. ¡Malditos sean!
Salud y República