Más allá de esto, tenemos una serie de aficionados que, antes en los blog (donde modestamente, podría entrar este espacio) o webs, ahora sobre todo (que no sólo) en los podcast, aportan su visión sobre el mundo del cómic, de una manera desprejuiciada, por amor al arte y en ocasiones con curros realmente desmesurados, con trabajos que parecen hechos por profesionales (pienso, no sólo, en el excelente podcast y web de Es la hora de las tortas). Su trabajo, gratuito y en no pocas ocasiones de enorme calidad, enriquecen el medio y pese a sus limitaciones, llegan a mucha gente, realizando una labor divulgativa que es muy de agradecer. Sin embargo el hecho de estar realizados por aficionados y no por periodistas/críticos, tiene sus limitaciones y una de las más grandes a mi parecer viene en las entrevistas a los editores.
Estos espacios y fundamentalmente los podcast, se han convertido, con justicia en lugares de referencia para multitud de aficionados (entre los que me incluyo) lo que ha llevado a que sean también sitios muy golosos para los editores, donde pueden dar a conocer, "vender” sus productos, hablar de planes futuros y demás. También es algo muy bueno para estos espacios que, pueden atraer, teóricamente a lectores interesados en los planes de determinada editorial incluso gente que habitualmente no escuche/lea ese espacio. Un win-win de manual, pero, siempre hay un pero...
En un mundo ideal, el hecho de tener a tu disposición para entrevistar a tal o cual editor, debería servir para ir más allá del publireportaje, para preguntar cosas “polémicas” e intentar indagar en aspectos del mundo editorial que van más allá de “·el mes que viene sale no se que…” Sin embargo, no sé si por esa falta de profesionalismo, por no querer meterse en camisa de once varas o por miedo a no volver a tener acceso a ese editor, nada de esto se hace y cada entrevista de este estilo es un masaje continuo a tal nivel, que he de reconocer que he dejado de escuchar/leer este tipo de material por su absoluta falta de colmillo.
No digo ya entrar en los precios, es un tema muy complejo, más en la coyuntura actual y no siempre el editor es el responsable de esto. Aunque a este nivel, siempre me pareció escandaloso que quien tuvo la oportunidad, no preguntase a Panini con más ahínco por la salvaje subida de la grapa en un contexto no inflacionista, pero en fin. El tema es que, no sé, preguntar al editor de Norma, en el contexto económico de encarecimiento salvaje del medio, el motivo de sacar la primera edición en España de Do a Powerbomb! en un formato de lujo ultra caro, deba molestar a nadie y creo que es información útil para el lector.
Lo mismo por ejemplo en el caso de ECC no creo que haya nada de malo en preguntar el motivo de la implosión de la grapa, de a que se debe el formato jibarizado a esos precios, cual es la razón por la que se agota el número 12 The Nice house on the lake y la única respuesta a quien tiene los 11 primeros es “comprate el tomo”, de que ha pasado con su compromiso de “acabar todo lo que se empieza” del que parecen haber renegado o preguntar por el conflicto de interés que supone para las librerías especializadas cosas como el crowfunding o en el caso de Panini los regalos que da por comprar en su web. Son sólo algunos ejemplos de las cientos de preguntas que se me ocurren y van más allá de lo habitual y que creo que interesan al lector.
Como digo preguntar por todo esto, de manera un poco incisiva, no es ser agresivo y no creo que deba a molestar a nadie. Sin embargo este nunca es el enfoque, el enfoque siempre es publicitario, el conseguir alguna exclusiva sobre que se va a publicar en los próximos meses/el año que viene y un continuo masaje sin ningún enfoque crítico que hace que en mi opinión, este tipo de contenido no valga para nada.