Esta serie me vino recomendada por Lord Pengallan, y entre eso y que la primera temporada eran solo 7 episodios me puse a verla, ahora que la serie ha iniciado su tercera temporada, parece un buen momento para hablar de ella.
La trama que configura la serie ya es en principio muy llamativa, Walter H. White (interpretado por un colosal Bryan Cranston, actor detrás del padre de Malcolm, en la excelente Malcolm in the Middle), profesor de química de un instituto americano, padre de familia y respetado ciudadano, descubre poco después de cumplir 50 años, que tiene cáncer, intentar curarse requiere un desembolso económico tal que arruinaría a su familia, no hacerlo implicaría dejar a su familia casi sin recursos para salir adelante, ante esta disyuntiva y aprovechando sus conocimientos en química, decide fabricar metanfetamina y poniéndose en contacto con un antiguo alumno suyo (Jesse Pinkman, interpretado por Aaron Paul), iniciar su distribución.
La serie desde un primer momento mezcla un humor negro, negrísimo, con situaciones kafkianas (cada vez que Jesse y Walter van con su “laboratorio móvil” -poco más que una destartalada caravana- a fabricar droga, solo puedes esperar que la situación más absurda inimaginable les ponga al borde de la muerte), y un intenso drama que crece a medida que Walter se mete en un mundo que no es el suyo pero que le cambia de manera radical, cambio que también se producirá en Jesse, un delincuente de poca monta hasta que Walter se cruza en su camino.
Construida como esta en torno a los personajes, destaca sobre todo Walter, del que a medida que va avanzando la serie conocemos más, el Walter que empieza la serie, dócil, alienado, casi patético, ahogado en fin, por una vida que no era la que imaginaba cuando era uno de los químicos más prometedores del país, nada tendrá que ver con el que va surgiendo episodio a episodio, un Walter mucho más duro, incluso cruel y manipulador que no duda en adoptar un nombre de guerra (Heisenberg, el del principio de incertidumbre, brillantes los guionistas, simplemente brillantes) para negociar con los distribuidores cuando Jesse demuestra no estar a la altura, a esto se añaden el delicado equilibrio que ha de mantener para ocultar la verdad a su familia en una situación cada vez más insostenible y más teniendo en cuenta que su cuñada es agente ni más ni menos que de la DEA (agencia antidroga americana), las barbaridades que ha de hacer para proteger su vida e identidad en un mundo criminal mucho más complejo de lo que nunca llego a imaginar, o el propio cáncer y la dureza de su tratamiento, todo se ve complicado además porque Walter sabe que tenía otra alternativa que su orgullo le impidió siquiera plantearse, con todo esto, Walter, poco a poco va consumiéndose por dentro en una situación en apariencia sin salida.
Junto con los personajes, otra de las claves de la serie es su entorno, situada en Albuquerque (Nuevo México), juega con elegancia con el contraste entre la ciudad y el inagotable desierto que la rodea, desierto donde Walter y Jesse fabrican la droga y donde el silencio casi se puede sentir, la fuerza de muchas de las imágenes de la serie, como consigue transmitir esa sensación de desamparo y de falta absoluta de orden que se produce allí está reflejada con maestría en muchas de las introducciones, que no pocas veces tiene carácter casi surrealista.
En definitiva, Breaking Bad es una serie distinta, inteligente, bien escrita y mejor plasmada que en sus dos primeras temporadas ha rozado el sobresaliente, a ver que nos trae ahora la tercera.
miércoles, 31 de marzo de 2010
lunes, 29 de marzo de 2010
Daredevil Historia de un hombre sin miedo: Parte CXX: El Daredevil de Ed Brubaker y Michael Lark I, una reflexión inicial.
Primer post de la serie de cuatro dedicados al Daredevil de Brubaker y Lark (ultima etapa del personaje incluida en esta Historia de un Hombre sin Miedo) hoy toca una revisión a los “títulos de crédito” de la etapa y un análisis general de la misma.
Etapa iniciada en el Daredevil volumen II USA (ya fuera del sello Marvel Knights) número 82 (con fecha de portada de Abril de 2006) y finalizada en el Daredevil 500 USA (que correspondería al 120 del segundo volumen americano y que tendría fecha de portada de Octubre de 2009), el comic se ha publicado en España entre los números 12 y 48 del segundo volumen del personaje bajo el sello de Panini (de Febrero de 2007 a Febrero de 2010).
De los 38 números que componen la etapa (más un anual y un especial fuera de colección), Brubaker ha sido el guionista de todos, contando eso si con la colaboración de su amigo Greg Rucka (Gotham Central, Detective Comics...) en los números 107-110 (Mayo-Octubre de 2008), también cabria mencionar que el numero 500 americano trae una historia de complemento con guiones de Nocenti y lápices del vallisoletano David Aja (Iron Fist), más deudor que nunca de Mazzuchelli; por su parte los lápices de la colección han corrido a cargo de Michael Lark (con su inseparable Stefano Gaudiano a las tintas) en 34 de los 38 números , las únicas excepciones han sido los números 88 (con David Aja), 94 (Lee Wecks, un viejo conocido en la colección ya desde la etapa Nocenti en la misma), 106 (Paul Azaceta, cuyo estilo ha sido tal vez el más discordante en una etapa que ha sabido mantener siempre la misma estética) y 116 (de nuevo David Aja, en un numero ambientada en A Costa da Morte gallega), a esto habría que añadir que el 100, como todo especial que se precie contó con la colaboración de diversos artistas, en ese número mientras que Lark dibujo la historia central, las diversas alucinaciones que sufrió el personaje, victima del gas de Mr. Miedo fueron reflejados por artistas como Alex Maleev, John Romita Sr., Marko Djurdjevic, Lee Bermejo y Bill Sienkiewicz.
Señalar por ultimo la labor de ya habitual Matt Hollingsworth al color (aunque los primeros números fueron de Frank D´Amata), mantenido en todo momento la estética fría y oscura tan característica de la colección, y la de los portadistas destacando sobre todo Tommy Lee Edwards, Lee Bermejo y Marko Djurdjevic, los cuales han mantenido la tradición de este segundo volumen (con autores como Quesada, Mack o Maleev) de crear unas portadas llamativas y que permiten a la serie destacar entre la multitud de comics presentes en las estanterías, pero que (al menos en la mayoría de los casos) no son meros pin-ups que nada tienen que ver con lo que luego se va a contar en el comic.
Empezando ya con el análisis en si de la etapa, lo que esta claro es que tanto Brubaker como Lark lo tenían muy difícil, no solo por que Bendis y Maleev hubieran creado una de las mejores etapas del personaje, no, el “problema” era como habían dejado la colección a sus sustitutos, con Matt en la cárcel y con su identidad secreta en boca de todo el mundo; esta situación de partida, tan estimulante como compleja fue la base de la que partieron Brubaker y Lark para crear la que probablemente sea su mejor saga en la colección, “El diablo en la galería-D”, donde Brubaker supo tratar al personaje como luego no fue capaz en el resto de la etapa.
Esta primera saga introduce ya alguna de las claves de lo que será la etapa, Matt siempre el limite, sin ningún momento de respiro, puesto contra las cuerdas tanto por sus propios actos como por lo de sus enemigos, sin embargo solo en esta primer saga nos encontramos en el Matt que todos conocemos, el Matt inteligente, fuerte, lleno de recursos, que se cae, si, pero que siempre, siempre se levanta, Brubaker pronto pareció olvidarse de quien era Matt, transformándolo a lo largo de su etapa en un personaje débil, de pocos recursos, insoportablemente lacrimógeno, y egoísta en extremo, y es que si bien el personaje siempre ha tenido un punto de egoísmo que ha configurado su personalidad, en manos de Brubaker se convierte en un autentico cabrón; y es que salvo en la primera saga, Brubaker dejo bien claro que nunca termino de comprender al personaje.
Esto es curioso, porque en contraste, Brubaker, si manejo de manera brillante el entorno y secundarios de la serie, retratando magníficamente a Foggy Nelson, aquí más guía y apoyo que nunca para Matt, rescatando del olvido a Becky Blake, antigua ayudante del dúo y ahora tornada en abogada y socia de Matt y Foggy, recuperando de una miniserie olvidada a Dakota North, detective privada de contrastada solvencia, personaje clave en la etapa y probablemente la principal aportación de Brubaker a la mitología del cuernecitos dado el potencial y el carisma del personaje; este afán nostálgico que tan buen resultado estaba teniendo llevo también a recuperar a Turk, aunque perdiendo esa vena humorística que tenía el personaje en al etapa Miller, además de estas recuperaciones, Brubaker uso clásicos en las serie como Ben Urich o Kingpin (al que manejo con maestría) a parte de recurrir a aliados como Danny Rand (cuya presencia en la serie fue clave para el lanzamiento de la colección Iron Fist), Tigre Blanco, o redefinir a personajes ajenos como Tarántula Negra (de nuevo como Kingpin proveniente del entorno de Spiderman) que se convertiría en un aliado vital de Daredevil, también crearía personajes de interés como el Maestro Izo (maestro de Stick) o Lady Bullseye (una peligrosa ninja asociada a La Mano y admiradora enfermiza de Bullseye), manejando con oficio e inteligencia un volumen de secundarios no muy habitual en la serie.
En general y como decía, Brubaker supo controlar el entorno del personaje (aunque no pudo evitar caer en tópicos ya excesivos como el trágico destino de Milla Donovan, esposa de Matt, y que se une a la excesivamente larga lista de parejas de Matt con destinos indeseables), el tono de al serie (mezcla entre genero negro y superhéroes, siempre en su propio microcosmos dentro del Universo Marvel), y hasta el ritmo (lento, si, pero sabía mantener el interés), es una lastima que con todos estos factores a su favor, no supiera llevar ni entender al personaje principal, haciendo que el balance global no pueda ser positivo.
Vista en su conjunto la etapa se puede dividir claramente en tres fases, la primera que se compondría básicamente de las dos primeras sagas, carga con la herencia de Bendis y Maleev, y lo que se trata sobre todo es de meter el genio de nuevo en la botella, lo que se consigue con un Deux-Ex Machina en toda regla, pero al menos bien llevado, en la segunda, que abarcaría las siguientes dos sagas, Brubaker libre ya de la herencia de Bendis busca su propio camino y lo hace tratando de revitalizar un villano, Mr. Miedo en su encarnación de Larry Cranston, que ni necesitaba esa revitalizacion (ya acometida de manera bastante brillante en su momento por Joe Kelly), ni desde luego necesita ser otro Hombre Púrpura, ya que básicamente lo que viene a hacer Brubaker es lo mismo que con ese villano hiciera Bendis en la magnifica Alias, la tercera y última fase, tras el interludio que supone la saga con Rucka (sin duda y después de la primera, la mejor de la etapa), abarca las dos últimas sagas, y en ellas cambia radicalmente el estatus del personaje, aprovechando para ello lo que se había construyendo en los números anteriores, para dejar una nueva “patata caliente” a su sucesor Andy Diggle, que suponemos tendrá que meter de nuevo el genio en la botella.
Hablando por ultimo, y aunque sea brevemente de Michael Lark, la verdad es que en este caso si supo manejar a la perfección todos los elementos de la serie, siendo un sustituto más que digno para el gran Alex Maleev, su estilo cargado de luces y sombras y con enorme habilidad narrativa encontró en Daredevil un vehículo de expresión ideal para su forma de concebir el comic, siendo este la clase de dibujantes que el tono característico en la serie, desde hace tantos años ya, requiere.
Etapa iniciada en el Daredevil volumen II USA (ya fuera del sello Marvel Knights) número 82 (con fecha de portada de Abril de 2006) y finalizada en el Daredevil 500 USA (que correspondería al 120 del segundo volumen americano y que tendría fecha de portada de Octubre de 2009), el comic se ha publicado en España entre los números 12 y 48 del segundo volumen del personaje bajo el sello de Panini (de Febrero de 2007 a Febrero de 2010).
De los 38 números que componen la etapa (más un anual y un especial fuera de colección), Brubaker ha sido el guionista de todos, contando eso si con la colaboración de su amigo Greg Rucka (Gotham Central, Detective Comics...) en los números 107-110 (Mayo-Octubre de 2008), también cabria mencionar que el numero 500 americano trae una historia de complemento con guiones de Nocenti y lápices del vallisoletano David Aja (Iron Fist), más deudor que nunca de Mazzuchelli; por su parte los lápices de la colección han corrido a cargo de Michael Lark (con su inseparable Stefano Gaudiano a las tintas) en 34 de los 38 números , las únicas excepciones han sido los números 88 (con David Aja), 94 (Lee Wecks, un viejo conocido en la colección ya desde la etapa Nocenti en la misma), 106 (Paul Azaceta, cuyo estilo ha sido tal vez el más discordante en una etapa que ha sabido mantener siempre la misma estética) y 116 (de nuevo David Aja, en un numero ambientada en A Costa da Morte gallega), a esto habría que añadir que el 100, como todo especial que se precie contó con la colaboración de diversos artistas, en ese número mientras que Lark dibujo la historia central, las diversas alucinaciones que sufrió el personaje, victima del gas de Mr. Miedo fueron reflejados por artistas como Alex Maleev, John Romita Sr., Marko Djurdjevic, Lee Bermejo y Bill Sienkiewicz.
Señalar por ultimo la labor de ya habitual Matt Hollingsworth al color (aunque los primeros números fueron de Frank D´Amata), mantenido en todo momento la estética fría y oscura tan característica de la colección, y la de los portadistas destacando sobre todo Tommy Lee Edwards, Lee Bermejo y Marko Djurdjevic, los cuales han mantenido la tradición de este segundo volumen (con autores como Quesada, Mack o Maleev) de crear unas portadas llamativas y que permiten a la serie destacar entre la multitud de comics presentes en las estanterías, pero que (al menos en la mayoría de los casos) no son meros pin-ups que nada tienen que ver con lo que luego se va a contar en el comic.
Empezando ya con el análisis en si de la etapa, lo que esta claro es que tanto Brubaker como Lark lo tenían muy difícil, no solo por que Bendis y Maleev hubieran creado una de las mejores etapas del personaje, no, el “problema” era como habían dejado la colección a sus sustitutos, con Matt en la cárcel y con su identidad secreta en boca de todo el mundo; esta situación de partida, tan estimulante como compleja fue la base de la que partieron Brubaker y Lark para crear la que probablemente sea su mejor saga en la colección, “El diablo en la galería-D”, donde Brubaker supo tratar al personaje como luego no fue capaz en el resto de la etapa.
Esta primera saga introduce ya alguna de las claves de lo que será la etapa, Matt siempre el limite, sin ningún momento de respiro, puesto contra las cuerdas tanto por sus propios actos como por lo de sus enemigos, sin embargo solo en esta primer saga nos encontramos en el Matt que todos conocemos, el Matt inteligente, fuerte, lleno de recursos, que se cae, si, pero que siempre, siempre se levanta, Brubaker pronto pareció olvidarse de quien era Matt, transformándolo a lo largo de su etapa en un personaje débil, de pocos recursos, insoportablemente lacrimógeno, y egoísta en extremo, y es que si bien el personaje siempre ha tenido un punto de egoísmo que ha configurado su personalidad, en manos de Brubaker se convierte en un autentico cabrón; y es que salvo en la primera saga, Brubaker dejo bien claro que nunca termino de comprender al personaje.
Esto es curioso, porque en contraste, Brubaker, si manejo de manera brillante el entorno y secundarios de la serie, retratando magníficamente a Foggy Nelson, aquí más guía y apoyo que nunca para Matt, rescatando del olvido a Becky Blake, antigua ayudante del dúo y ahora tornada en abogada y socia de Matt y Foggy, recuperando de una miniserie olvidada a Dakota North, detective privada de contrastada solvencia, personaje clave en la etapa y probablemente la principal aportación de Brubaker a la mitología del cuernecitos dado el potencial y el carisma del personaje; este afán nostálgico que tan buen resultado estaba teniendo llevo también a recuperar a Turk, aunque perdiendo esa vena humorística que tenía el personaje en al etapa Miller, además de estas recuperaciones, Brubaker uso clásicos en las serie como Ben Urich o Kingpin (al que manejo con maestría) a parte de recurrir a aliados como Danny Rand (cuya presencia en la serie fue clave para el lanzamiento de la colección Iron Fist), Tigre Blanco, o redefinir a personajes ajenos como Tarántula Negra (de nuevo como Kingpin proveniente del entorno de Spiderman) que se convertiría en un aliado vital de Daredevil, también crearía personajes de interés como el Maestro Izo (maestro de Stick) o Lady Bullseye (una peligrosa ninja asociada a La Mano y admiradora enfermiza de Bullseye), manejando con oficio e inteligencia un volumen de secundarios no muy habitual en la serie.
En general y como decía, Brubaker supo controlar el entorno del personaje (aunque no pudo evitar caer en tópicos ya excesivos como el trágico destino de Milla Donovan, esposa de Matt, y que se une a la excesivamente larga lista de parejas de Matt con destinos indeseables), el tono de al serie (mezcla entre genero negro y superhéroes, siempre en su propio microcosmos dentro del Universo Marvel), y hasta el ritmo (lento, si, pero sabía mantener el interés), es una lastima que con todos estos factores a su favor, no supiera llevar ni entender al personaje principal, haciendo que el balance global no pueda ser positivo.
Vista en su conjunto la etapa se puede dividir claramente en tres fases, la primera que se compondría básicamente de las dos primeras sagas, carga con la herencia de Bendis y Maleev, y lo que se trata sobre todo es de meter el genio de nuevo en la botella, lo que se consigue con un Deux-Ex Machina en toda regla, pero al menos bien llevado, en la segunda, que abarcaría las siguientes dos sagas, Brubaker libre ya de la herencia de Bendis busca su propio camino y lo hace tratando de revitalizar un villano, Mr. Miedo en su encarnación de Larry Cranston, que ni necesitaba esa revitalizacion (ya acometida de manera bastante brillante en su momento por Joe Kelly), ni desde luego necesita ser otro Hombre Púrpura, ya que básicamente lo que viene a hacer Brubaker es lo mismo que con ese villano hiciera Bendis en la magnifica Alias, la tercera y última fase, tras el interludio que supone la saga con Rucka (sin duda y después de la primera, la mejor de la etapa), abarca las dos últimas sagas, y en ellas cambia radicalmente el estatus del personaje, aprovechando para ello lo que se había construyendo en los números anteriores, para dejar una nueva “patata caliente” a su sucesor Andy Diggle, que suponemos tendrá que meter de nuevo el genio en la botella.
Hablando por ultimo, y aunque sea brevemente de Michael Lark, la verdad es que en este caso si supo manejar a la perfección todos los elementos de la serie, siendo un sustituto más que digno para el gran Alex Maleev, su estilo cargado de luces y sombras y con enorme habilidad narrativa encontró en Daredevil un vehículo de expresión ideal para su forma de concebir el comic, siendo este la clase de dibujantes que el tono característico en la serie, desde hace tantos años ya, requiere.
viernes, 26 de marzo de 2010
Sobre el legado en el Universo DC.
Leía hace ya un tiempo en el imprescindible blog, Yo digo No, un post sobre distintos consejos que podría seguir de DC ahora que ha sufrido una importante reestructuración entre ellos me llamo la atención especialmente uno, “en DC hay muchos arqueros”.
Siempre se ha dicho que una de las principales diferencias entre el Universo DC y el de Marvel estaba en el concepto de legado presente en el primero, el que Wally West sustituyera a Barry Allen y este a su vez emulara Jay Garrick como Flash (el cual sin embargo pronto sería “reactivado”, mostrando ya desde un principio que la idea de legado era un poco laxa en el UDC), el que Dick Grayson pueda algún día sustituir a Bruce Wayne o que Connor Hawke llegara a sustituir a Green Arrow, eran muestras claras de que los héroes DC creaban tras de si un legado a seguir, dejaban una herencia que otros héroes estaban dispuestos a retomar, esto es más o menos cierto como idea general, por que por ejemplo Ed Brubaker (que se inicio en esto de los superhéroes en DC), ha usado el concepto de manera brillante en series como Capitán América o sobre todo Puño de Hierro.
Tal vez la mayor representación del concepto en el UDC la simbolizara durante tantos años Wally West; tras la heroica muerte de su antecesor en las Crisis originales, West asumió con firmeza el legado que quedaba tras de si, y a través de dos excelentes y largas etapas (con Mark Waid y Geoff Johns al frente), se convirtió en Flash por derecho propio, tal vez en el mejor Flash de todos; sin embargo ahora, 25 años después, Barry Allen regresa y nada parece ya ser cierto, no es la primera vez que algo así pasa, pero si parece la prueba definitiva de que la idea de legado en el UDC es más algo que se dice, que algo que exista realmente.
Ya hablamos hace tiempo que uno de los principales problemas del comic de superhéroes con respecto a la muerte, es su total falta de credibilidad, da igual que te intenten impactar con la muerte de tal o cual personaje, sabes que va a volver, sabes que todo es mentira, pero Barry Allen... con Barry Allen parecía que la cosa era distinta, murió heroicamente en un sacrificio que nada tuvo que ver con lo que en su día hicieron con Hal Jordan, y durante más de dos décadas fue una guía moral para su sucesor, un sucesor que asumió y superó su legado, que ahora regrese lo cambia todo.
Para que el concepto de legado funcione, ha de existir la posibilidad real de que este pueda producirse, lo cierto es que si uno mira al pasado, ya hay muchos ejemplos de legados “torcidos” por así decirlo, Green Arrow regresó de la tumba y recupero su papel, Hal Jordan ha vuelto a ser el mejor Green Lantern de todos y todos sabemos que Bruce Wayne siempre será Batman, pese a todo el que un personaje como Flash, tan icónico, tan central en el UDC asumiera el legado generacional significaba que tal vez la idea, aunque en pocas ocasiones, podría realmente llevarse a cabo, que Barry Allen regrese corta de raíz toda posibilidad de que nos podamos creer que el legado es un concepto vivo en el UDC.
Y es que si uno mira el panorama actual del Universo DC, tenemos tres Flash, cinco Green Lantern terrestres, cuatro arqueros (en espera de ver la evolución del nuevo status de Connor) , tres Robín...nadie muere realmente, incluso cosas que parecía sagradas Jasón Todd, Barry Allen) han dejado de serlo, y es que aunque si bien es cierto que el que haya muchos personajes que se llamen y se vistan igual no tiene por que ser malo, si todos se diferencian entre si en comportamiento, actitudes y demás, no es menos cierto que la credibilidad de un concepto hasta hace poco clave en el UDC, ha quedado, al menos en mi opinión, totalmente desfasado, no parece existir el legado en el UDC, solo gente que se viste igual y tiene los mismos poderes que determinados héroes, mientras estos siguen actuando, eso no es crear un legado, es otra cosa, que puede estar muy bien si, pero no es lo que se nos quiere vender.
Siempre se ha dicho que una de las principales diferencias entre el Universo DC y el de Marvel estaba en el concepto de legado presente en el primero, el que Wally West sustituyera a Barry Allen y este a su vez emulara Jay Garrick como Flash (el cual sin embargo pronto sería “reactivado”, mostrando ya desde un principio que la idea de legado era un poco laxa en el UDC), el que Dick Grayson pueda algún día sustituir a Bruce Wayne o que Connor Hawke llegara a sustituir a Green Arrow, eran muestras claras de que los héroes DC creaban tras de si un legado a seguir, dejaban una herencia que otros héroes estaban dispuestos a retomar, esto es más o menos cierto como idea general, por que por ejemplo Ed Brubaker (que se inicio en esto de los superhéroes en DC), ha usado el concepto de manera brillante en series como Capitán América o sobre todo Puño de Hierro.
Tal vez la mayor representación del concepto en el UDC la simbolizara durante tantos años Wally West; tras la heroica muerte de su antecesor en las Crisis originales, West asumió con firmeza el legado que quedaba tras de si, y a través de dos excelentes y largas etapas (con Mark Waid y Geoff Johns al frente), se convirtió en Flash por derecho propio, tal vez en el mejor Flash de todos; sin embargo ahora, 25 años después, Barry Allen regresa y nada parece ya ser cierto, no es la primera vez que algo así pasa, pero si parece la prueba definitiva de que la idea de legado en el UDC es más algo que se dice, que algo que exista realmente.
Ya hablamos hace tiempo que uno de los principales problemas del comic de superhéroes con respecto a la muerte, es su total falta de credibilidad, da igual que te intenten impactar con la muerte de tal o cual personaje, sabes que va a volver, sabes que todo es mentira, pero Barry Allen... con Barry Allen parecía que la cosa era distinta, murió heroicamente en un sacrificio que nada tuvo que ver con lo que en su día hicieron con Hal Jordan, y durante más de dos décadas fue una guía moral para su sucesor, un sucesor que asumió y superó su legado, que ahora regrese lo cambia todo.
Para que el concepto de legado funcione, ha de existir la posibilidad real de que este pueda producirse, lo cierto es que si uno mira al pasado, ya hay muchos ejemplos de legados “torcidos” por así decirlo, Green Arrow regresó de la tumba y recupero su papel, Hal Jordan ha vuelto a ser el mejor Green Lantern de todos y todos sabemos que Bruce Wayne siempre será Batman, pese a todo el que un personaje como Flash, tan icónico, tan central en el UDC asumiera el legado generacional significaba que tal vez la idea, aunque en pocas ocasiones, podría realmente llevarse a cabo, que Barry Allen regrese corta de raíz toda posibilidad de que nos podamos creer que el legado es un concepto vivo en el UDC.
Y es que si uno mira el panorama actual del Universo DC, tenemos tres Flash, cinco Green Lantern terrestres, cuatro arqueros (en espera de ver la evolución del nuevo status de Connor) , tres Robín...nadie muere realmente, incluso cosas que parecía sagradas Jasón Todd, Barry Allen) han dejado de serlo, y es que aunque si bien es cierto que el que haya muchos personajes que se llamen y se vistan igual no tiene por que ser malo, si todos se diferencian entre si en comportamiento, actitudes y demás, no es menos cierto que la credibilidad de un concepto hasta hace poco clave en el UDC, ha quedado, al menos en mi opinión, totalmente desfasado, no parece existir el legado en el UDC, solo gente que se viste igual y tiene los mismos poderes que determinados héroes, mientras estos siguen actuando, eso no es crear un legado, es otra cosa, que puede estar muy bien si, pero no es lo que se nos quiere vender.
miércoles, 24 de marzo de 2010
Dexter 4ª temporada, recuperando el sendero.
Este año (aunque más bien habría que decir esta temporada 2009/2010) he visto (y estoy viendo, vaya) muchas series, pocas me han impactado tanto como la cuarta temporada de Dexter, hoy me apetece escribir un poco sobre el porqué.
Dexter es otra de esas series que justifican a las claras el tópico (que como todo tópico, encierra tanto de verdad como de mentira) de que el buen cine americano se esta haciendo a día de hoy en la televisión, llegando a alcanzar unas cotas de calidad realmente sorprendentes.
La primera temporada sirvió para presentar al personaje y a su entorno, en ella la trama se centró en la elección que tuvo que hacer Dexter entre sus raíces y el mundo que se había creado, la segunda tuvo momentos de una tensión casi asfixiante con Dexter puesto contra las cuerdas y al borde de ser detenido.
Juntas, las dos primeras temporadas mostraban algunas de las claves del excepcional momento por el que pasa la ficción televisiva americana: excelentes guiones, actores comprometidos y de contrastada calidad, cuidada factura técnica, planificación capitular brillante con continuaras impactantes y una idea clara de lo que se quiere contar.
La tercera temporada languideció sin embargo del que probablemente sea el mayor problema de no pocas series, esto es querer seguir más allá de donde la lógica parece dictar, abusar y sobre-explotar un proyecto que merecía un final digno; y es que la tercera temporada de la serie, centrada en la posibilidad de que Dexter pudiera tener un amigo resulto todo lo contrario que las dos anteriores, carente de ritmo, anodina, lenta con momentos realmente increíbles y con una resolución que rozo el ridículo, parecía dejar claro que la serie había tocado techo y que ahora empezaba el lento descenso hacía la cancelación forzada.
En estas llegó la cuarta temporada, que partiendo de una estructura argumental que recordaba a la primera y centrada en la idea de si era posible que Dexter tuviera una familia, no prometía a priori, ser gran cosa, y sin embargo probablemente haya sido la mejor de todas.
Tomando elementos de las tres primeras temporadas (el asesino psicópata que obsesiona a Dexter de la primera, la puesta en peligro de la identidad de Dexter de la segunda, y la posibilidad de encontrar alguien afín de la tercera), la cuarta temporada de Dexter ha sido un continuo sufrimiento en espera de la llegada del siguiente episodio, con una tensión contenida brutal, y unos giros de trama soberbios, la temporada que empezó lenta, pareciendo cumplir los peores pronósticos, poco a poco fue cogiendo ritmo hasta llegar a alcanzar momentos escalofriantes.
Dexter el hombre que no podía sentir, el hombre que fingía tener una vida para protegerse a si mismo, va a darse cuenta, que creer estar fingiendo algo, no significa que realmente lo estés fingiendo, que hay cosas que ningún muro puede frenar, y que por mucho que lo intentes, lo que realmente sientes dentro de ti, no aflora hasta que temes perderlo todo.
Una temporada soberbia, con un final que deja con ganas con muchas ganas de que llegue al quinta temporada, y es que, al menos de momento, parece que en Dexter hay muchas cosas que contar.
Dexter es otra de esas series que justifican a las claras el tópico (que como todo tópico, encierra tanto de verdad como de mentira) de que el buen cine americano se esta haciendo a día de hoy en la televisión, llegando a alcanzar unas cotas de calidad realmente sorprendentes.
La primera temporada sirvió para presentar al personaje y a su entorno, en ella la trama se centró en la elección que tuvo que hacer Dexter entre sus raíces y el mundo que se había creado, la segunda tuvo momentos de una tensión casi asfixiante con Dexter puesto contra las cuerdas y al borde de ser detenido.
Juntas, las dos primeras temporadas mostraban algunas de las claves del excepcional momento por el que pasa la ficción televisiva americana: excelentes guiones, actores comprometidos y de contrastada calidad, cuidada factura técnica, planificación capitular brillante con continuaras impactantes y una idea clara de lo que se quiere contar.
La tercera temporada languideció sin embargo del que probablemente sea el mayor problema de no pocas series, esto es querer seguir más allá de donde la lógica parece dictar, abusar y sobre-explotar un proyecto que merecía un final digno; y es que la tercera temporada de la serie, centrada en la posibilidad de que Dexter pudiera tener un amigo resulto todo lo contrario que las dos anteriores, carente de ritmo, anodina, lenta con momentos realmente increíbles y con una resolución que rozo el ridículo, parecía dejar claro que la serie había tocado techo y que ahora empezaba el lento descenso hacía la cancelación forzada.
En estas llegó la cuarta temporada, que partiendo de una estructura argumental que recordaba a la primera y centrada en la idea de si era posible que Dexter tuviera una familia, no prometía a priori, ser gran cosa, y sin embargo probablemente haya sido la mejor de todas.
Tomando elementos de las tres primeras temporadas (el asesino psicópata que obsesiona a Dexter de la primera, la puesta en peligro de la identidad de Dexter de la segunda, y la posibilidad de encontrar alguien afín de la tercera), la cuarta temporada de Dexter ha sido un continuo sufrimiento en espera de la llegada del siguiente episodio, con una tensión contenida brutal, y unos giros de trama soberbios, la temporada que empezó lenta, pareciendo cumplir los peores pronósticos, poco a poco fue cogiendo ritmo hasta llegar a alcanzar momentos escalofriantes.
Dexter el hombre que no podía sentir, el hombre que fingía tener una vida para protegerse a si mismo, va a darse cuenta, que creer estar fingiendo algo, no significa que realmente lo estés fingiendo, que hay cosas que ningún muro puede frenar, y que por mucho que lo intentes, lo que realmente sientes dentro de ti, no aflora hasta que temes perderlo todo.
Una temporada soberbia, con un final que deja con ganas con muchas ganas de que llegue al quinta temporada, y es que, al menos de momento, parece que en Dexter hay muchas cosas que contar.
lunes, 22 de marzo de 2010
Damages, o el control del tiempo narrativo.
Bajo la apariencia de lo que se ha venido a denominar como una serie “de abogados”, Damages resulto en su primera temporada un espectacular thriller, con un nivel de guión, puesta en escena e interpretación pocas veces vista en la pequeña pantalla.
Damages parte de la llegada de una joven, brillante y ambiciosa abogada, (Ellen Parsons interpretada por un bellísima Rose Byrne) al bufete de abogados Hewes y Asociados, dirigido por toda un leyenda del derecho, Patty Hewes (con una colosal Glenn Close detrás), famosa tanto por su profesionalidad casi enfermiza, como por una suerte de lado oscuro que hace que no todos sus colaboradores acaben bien., el caso al que han de hacer frente es el de una estafa masiva protagonizada por un, en apariencia, todopoderoso magnate (Arthur Frobisher, interpretado por el gran Ted Danson), que presuntamente es responsable de la perdida de las pensiones de todos sus trabajadores, los cuales, asociados recurren a Hewes para recuperar su dinero, un planteamiento en principio que no tiene nada de especial, pero como no podía ser de otra forma, la cosa tiene truco.
Y es que la gran baza de Damages, lo que hace que sea especial es su peculiar estructura temporal, con un guión construido al milímetro y que encaja a la perfección (no hay más que revisionar la serie para verlo), Damages juega a descolocar al espectador desde sus mismos inicios, con continuos flashforward que adelantan acontecimientos que no adquieren toda su significado hasta el final de la serie pero que te hacen preguntarte continuamente como vamos a llegar a ese punto, probablemente como historia lineal la primera temporada de Damages hubiera sido correcta y poco más, estructurada de esta forma consigue engancharte de principio a fin, mientras intentas encajar las piezas de un puzzle que hasta su conclusión final parece irresoluble.
Tras la brillantez de la primera temporada, y como casi siempre pasa en estos casos, el principal problema de la serie, es que, tal vez por el abuso de los mismos recursos que ya no sorprenden como la primera vez, tal vez por lo redonda que resulto esa primera temporada, lo cierto es que ni la segunda, ni lo que va de la tercera han estado a la altura que la serie se marco a si misma; si, las interpretaciones están ahí, los guiones siguen siendo sólidos, la factura técnica impecable, pero la capacidad para la sorpresa, el no saber lo que va a pasar, el desear la llegada del siguiente episodio, parece haberse perdido en una serie a la que ya se le va cogiendo el truco, y es que pese a sus diferencias, tanto la segunda como lo que llevamos de la tercera temporada, han sido demasiado parecidas a la primera, haciendo que una serie que ha conseguido alejarse de los “episodios formulas” tan comunes a este tipo de proyectos, se haya tornado por contra en una serie con “temporadas formulas” que no tienen otro recurso para sorprender al espectador que el flashforward.
Con todo Damages sigue siendo una serie de gran calidad, que en ningún momento aburre o se traiciona a si misma (por suerte esto no es Prison Break) y que aunque no parezca capaz de ofrecer más de lo que ya dio en su primera temporada, esto sigue siendo tanto, que sin duda merece la pena verla.
En fin poco más que añadir, si acaso señalar que, ver como mínimo la primera temporada, debería ser obligatorio para todo aquel que quiera disfrutar de una de las mejores series que han surgido en esta edad de oro de la ficción televisiva americana, palabra de un serie-adicto.
Damages parte de la llegada de una joven, brillante y ambiciosa abogada, (Ellen Parsons interpretada por un bellísima Rose Byrne) al bufete de abogados Hewes y Asociados, dirigido por toda un leyenda del derecho, Patty Hewes (con una colosal Glenn Close detrás), famosa tanto por su profesionalidad casi enfermiza, como por una suerte de lado oscuro que hace que no todos sus colaboradores acaben bien., el caso al que han de hacer frente es el de una estafa masiva protagonizada por un, en apariencia, todopoderoso magnate (Arthur Frobisher, interpretado por el gran Ted Danson), que presuntamente es responsable de la perdida de las pensiones de todos sus trabajadores, los cuales, asociados recurren a Hewes para recuperar su dinero, un planteamiento en principio que no tiene nada de especial, pero como no podía ser de otra forma, la cosa tiene truco.
Y es que la gran baza de Damages, lo que hace que sea especial es su peculiar estructura temporal, con un guión construido al milímetro y que encaja a la perfección (no hay más que revisionar la serie para verlo), Damages juega a descolocar al espectador desde sus mismos inicios, con continuos flashforward que adelantan acontecimientos que no adquieren toda su significado hasta el final de la serie pero que te hacen preguntarte continuamente como vamos a llegar a ese punto, probablemente como historia lineal la primera temporada de Damages hubiera sido correcta y poco más, estructurada de esta forma consigue engancharte de principio a fin, mientras intentas encajar las piezas de un puzzle que hasta su conclusión final parece irresoluble.
Tras la brillantez de la primera temporada, y como casi siempre pasa en estos casos, el principal problema de la serie, es que, tal vez por el abuso de los mismos recursos que ya no sorprenden como la primera vez, tal vez por lo redonda que resulto esa primera temporada, lo cierto es que ni la segunda, ni lo que va de la tercera han estado a la altura que la serie se marco a si misma; si, las interpretaciones están ahí, los guiones siguen siendo sólidos, la factura técnica impecable, pero la capacidad para la sorpresa, el no saber lo que va a pasar, el desear la llegada del siguiente episodio, parece haberse perdido en una serie a la que ya se le va cogiendo el truco, y es que pese a sus diferencias, tanto la segunda como lo que llevamos de la tercera temporada, han sido demasiado parecidas a la primera, haciendo que una serie que ha conseguido alejarse de los “episodios formulas” tan comunes a este tipo de proyectos, se haya tornado por contra en una serie con “temporadas formulas” que no tienen otro recurso para sorprender al espectador que el flashforward.
Con todo Damages sigue siendo una serie de gran calidad, que en ningún momento aburre o se traiciona a si misma (por suerte esto no es Prison Break) y que aunque no parezca capaz de ofrecer más de lo que ya dio en su primera temporada, esto sigue siendo tanto, que sin duda merece la pena verla.
En fin poco más que añadir, si acaso señalar que, ver como mínimo la primera temporada, debería ser obligatorio para todo aquel que quiera disfrutar de una de las mejores series que han surgido en esta edad de oro de la ficción televisiva americana, palabra de un serie-adicto.
viernes, 19 de marzo de 2010
Daredevil Historia de un hombre sin miedo: Parte CXIX: Bullseye y el Reinado Oscuro.
Junto con la de Elektra, esta es la segunda miniserie de cinco números dedicada a un personaje relacionado con el universo de Daredevil y ambientada en el reinado Oscuro de Norman Osborn.
Al igual que en caso de Elektra antes de entrar en materia conviene contextualizar un poco las cosas para comprender mejor el estatus con el que Bullseye encara esta miniserie; tras el final de Civil War, y ante la ambigüedad moral que se instalo en las fuerzas de seguridad de los EEUU, Norman Osborn fue rehabilitado (nunca he terminado de comprender como Stark consintió esto, pero esa es otra historia), y se le puso al frente de los Thunderbolts, grupo que hasta entonces había estado compuesto fundamentalmente por ex-villanos en permanente intento de redención, con Osborn al frente los Thunderbolts se convirtieron en caza-héroe, persiguiendo a todos aquellos superhéroes que se negaban a facilitar su identidad al gobierno y a entrar a formar parte de su programa superhéroico (La Iniciativa), entre los miembros de los Thunderbolts, ocultos a los ojos del público estaban algunos de los villanos más peligrosos de la Tierra, gente como Veneno...o como Bullseye.
Con la promesa de una suculenta paga y la exoneración de sus crímenes a cambio de un año de servicio, Bullseye se convirtió en un destacado miembro de los Thunderbolts de Osborn y en pieza clave para que este se mantuviera en su puesto, por eso, tras el fin de la Invasión Secreta y con Osborn al frente del cotarro, Bullseye fue uno de los invitados por el antiguo Duende Verde para convertirse en uno de sus Vengador...ocultando su identidad bajo la máscara de uno de los Vengadores más importantes de siempre, Ojo de Halcón.
En este contexto se sitúa la miniserie de cinco números, Dark Reign: Hawkeye, recopilada en España por Panini en tan solo dos grapas y que cuenta con los guiones del británico Andy Diggle, actual guionista de Daredevil y los lápices de Tom Raney (Aniquilación Conquista), excepto en su quinto y último número, salido en los USA con varios meses de retraso, y en el que Diggle conto con la colaboración en los guiones del semi desconocido Antony Johnson, mientras que Raney, ocupado en una miniserie sobre el origen de la Viuda Negra, es sustituido por otro ilustre desconocido, Andrés Guinaldo.
Ante una miniserie así uno tal vez podría esperar un enfrentamiento entre Clint Barton (el verdadero Ojo de Halcón) y Bullseye, o incluso siendo Diggle el guionista, un nuevo encuentro de Bullseye con Daredevil en una situación claramente nueva, en lugar de esto (que tal vez quede para más adelante), Diggle opta por dar una vuelta de tuerca a esa mediocridad que fue Bullseye: Grandes Éxitos, retomando argumentos allí narrados y dándoles una conclusión que ahora sí parece definitiva.
La obra se centra en un Bullseye, que lejos de sentirse atraído por su nueva faceta heroica, y por el halago del público que eso conlleva (pese a que, a su personalidad exhibicionista le encantan los elogios, tener que ocultarse bajo otra mascara no le entusiasma precisamente), sigue siendo un autentico psicópata que tiene que dar rienda suelta a sus instintos criminales para no volverse loco, esto pone en más de un brete a un Osborn que se las ve y se las desea para tapar las barbaridades de un subordinado absolutamente incontrolable, a lo que se une un Ben Urich que empieza a hacerse muchas preguntas sobre el errático comportamiento de este nuevo Ojo de Halcón.
Así las cosas, el principal interés de esta miniserie se centra en lo bien retratado que esta Bullseye, cuyo violento comportamiento no es edulcorado, ni mucho menos justificado, y en la investigación de Urich, que homenajea sin disimulo, a la que en la etapa Miller en Daredevil hiciera sobre el corrupto Winston Cherry, candidato a la alcaldía de Fisk, con resultados por otra parte bastante similares.
Más allá de esto, la trama resulta un tanto ridícula, con un misterioso personaje que parece pretender llevar a la locura (más de lo que ya está, claro) a Bullseye, la identidad de ese personaje, y la justificación de cómo está vivo (recurriendo a Solo, un personaje secundario de Spiderman, que no se sabe muy bien que pinta en la historia), resulta pillada por los pelos, y parece estar ahí solo para demostrar lo que es capaz de hacer Bullseye, como si las salvajadas que hace en el primer número no fueran más que suficiente para ello.
En definitiva estamos ante una miniserie tan innecesaria y superflua (al contrario que la de Elektra ni sirve para situar al personaje en el Universo Marvel actual, ya que para eso ya están Los Vengadores Oscuros, ni cuenta nada sobre el mismo que no sepamos ya), como entretenida, algo es algo, pero en otros tiempos cuando este tipo de proyectos se hacían para aportar algo al personaje sobre el que se centraban, un comic como este era poco menos que inimaginable, y es que ¿para qué dedicar una miniserie a un personaje si no vas a contar nada nuevo o relevante sobre el mismo?, para sacar dinero a cuenta del Reinado Oscuro supongo y lo cierto es que al menos conmigo les ha funcionado.
Al igual que en caso de Elektra antes de entrar en materia conviene contextualizar un poco las cosas para comprender mejor el estatus con el que Bullseye encara esta miniserie; tras el final de Civil War, y ante la ambigüedad moral que se instalo en las fuerzas de seguridad de los EEUU, Norman Osborn fue rehabilitado (nunca he terminado de comprender como Stark consintió esto, pero esa es otra historia), y se le puso al frente de los Thunderbolts, grupo que hasta entonces había estado compuesto fundamentalmente por ex-villanos en permanente intento de redención, con Osborn al frente los Thunderbolts se convirtieron en caza-héroe, persiguiendo a todos aquellos superhéroes que se negaban a facilitar su identidad al gobierno y a entrar a formar parte de su programa superhéroico (La Iniciativa), entre los miembros de los Thunderbolts, ocultos a los ojos del público estaban algunos de los villanos más peligrosos de la Tierra, gente como Veneno...o como Bullseye.
Con la promesa de una suculenta paga y la exoneración de sus crímenes a cambio de un año de servicio, Bullseye se convirtió en un destacado miembro de los Thunderbolts de Osborn y en pieza clave para que este se mantuviera en su puesto, por eso, tras el fin de la Invasión Secreta y con Osborn al frente del cotarro, Bullseye fue uno de los invitados por el antiguo Duende Verde para convertirse en uno de sus Vengador...ocultando su identidad bajo la máscara de uno de los Vengadores más importantes de siempre, Ojo de Halcón.
En este contexto se sitúa la miniserie de cinco números, Dark Reign: Hawkeye, recopilada en España por Panini en tan solo dos grapas y que cuenta con los guiones del británico Andy Diggle, actual guionista de Daredevil y los lápices de Tom Raney (Aniquilación Conquista), excepto en su quinto y último número, salido en los USA con varios meses de retraso, y en el que Diggle conto con la colaboración en los guiones del semi desconocido Antony Johnson, mientras que Raney, ocupado en una miniserie sobre el origen de la Viuda Negra, es sustituido por otro ilustre desconocido, Andrés Guinaldo.
Ante una miniserie así uno tal vez podría esperar un enfrentamiento entre Clint Barton (el verdadero Ojo de Halcón) y Bullseye, o incluso siendo Diggle el guionista, un nuevo encuentro de Bullseye con Daredevil en una situación claramente nueva, en lugar de esto (que tal vez quede para más adelante), Diggle opta por dar una vuelta de tuerca a esa mediocridad que fue Bullseye: Grandes Éxitos, retomando argumentos allí narrados y dándoles una conclusión que ahora sí parece definitiva.
La obra se centra en un Bullseye, que lejos de sentirse atraído por su nueva faceta heroica, y por el halago del público que eso conlleva (pese a que, a su personalidad exhibicionista le encantan los elogios, tener que ocultarse bajo otra mascara no le entusiasma precisamente), sigue siendo un autentico psicópata que tiene que dar rienda suelta a sus instintos criminales para no volverse loco, esto pone en más de un brete a un Osborn que se las ve y se las desea para tapar las barbaridades de un subordinado absolutamente incontrolable, a lo que se une un Ben Urich que empieza a hacerse muchas preguntas sobre el errático comportamiento de este nuevo Ojo de Halcón.
Así las cosas, el principal interés de esta miniserie se centra en lo bien retratado que esta Bullseye, cuyo violento comportamiento no es edulcorado, ni mucho menos justificado, y en la investigación de Urich, que homenajea sin disimulo, a la que en la etapa Miller en Daredevil hiciera sobre el corrupto Winston Cherry, candidato a la alcaldía de Fisk, con resultados por otra parte bastante similares.
Más allá de esto, la trama resulta un tanto ridícula, con un misterioso personaje que parece pretender llevar a la locura (más de lo que ya está, claro) a Bullseye, la identidad de ese personaje, y la justificación de cómo está vivo (recurriendo a Solo, un personaje secundario de Spiderman, que no se sabe muy bien que pinta en la historia), resulta pillada por los pelos, y parece estar ahí solo para demostrar lo que es capaz de hacer Bullseye, como si las salvajadas que hace en el primer número no fueran más que suficiente para ello.
En definitiva estamos ante una miniserie tan innecesaria y superflua (al contrario que la de Elektra ni sirve para situar al personaje en el Universo Marvel actual, ya que para eso ya están Los Vengadores Oscuros, ni cuenta nada sobre el mismo que no sepamos ya), como entretenida, algo es algo, pero en otros tiempos cuando este tipo de proyectos se hacían para aportar algo al personaje sobre el que se centraban, un comic como este era poco menos que inimaginable, y es que ¿para qué dedicar una miniserie a un personaje si no vas a contar nada nuevo o relevante sobre el mismo?, para sacar dinero a cuenta del Reinado Oscuro supongo y lo cierto es que al menos conmigo les ha funcionado.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Hellblazer de Andy Diggle.
Sigo por aquí con el repaso a las distintas etapas que sobre la colección emblema de Vertigo va publicando Pda, en este caso le toca el turno a la recién finalizada etapa escrita por el actual guionista de Daredevil, Andy Diggle y dibujada por el ya habitual Leonardo Manco.
Recopilada aquí en tres tomos la etapa de Andy Diggle y Leonardo Manco al frente de John Constatine ha sido al final más corta de lo que seria deseable, habida cuenta de lo interesante de lo planteado en estos apenas 18 números.
Empezando por el dibujante viejo conocido de la colección desde los tiempos de Carey, como siempre su estilo, siniestro, lleno de luces y sombras, se adapta como un guante al personaje y al entorno en el que este se mueve, Diggle por su parte, ha conseguido abrirse camino en el comic comercial americano, primero con Los Perdedores, serie de 32 números también para el sello Vertigo y que Planeta, aprovechando su llegada al cine va a recopilar en un solo tomo (tomaco más bien), después con diversos proyectos en el Universo DC (Green Arrow: Año Uno, Adam Strange con el gran Pascual Ferry o la primera saga de Batman Confidencial), para luego pasar a Marvel, donde tras una breve pero intensa etapa en los Thunderbolts, ha pasado a ganar cada vez más peso en la editorial siendo el actual guionista de Daredevil.
El Hellblazer de Andy Diggle recuerda bastante al de Warren Ellis, primero por la brevedad de una etapa que en un principio se antojaba mucho más larga, segundo por el excelente dominio del personaje, con una caracterización magnifica que le hacía parecer el guionista ideal para Constantine, dominio que además extiende a su entorno con un Londres que una vez más es otro personaje en la serie, recuerda también a Ellis por lo escatológico y violento de su planteamiento, donde la magia juega una vez más un papel clave, pero una magia que tiene muy poco de mística y si mucho de física, con un mago caníbal que adquiere el poder de aquellos magos a los que devora y un poderoso político en busca de la vida eterna, que asume la vida de los demás como propia para realizar toda aquella depravación que quepa en su retorcida imaginación sin temor alguno a las consecuencias.
Atrapado entre dos fuegos, Constantine tratara de enfrentar entre si a sus dos enemigos, poniendo por el camino a su entorno en peligro (algo ya bastante habitual en la serie), pero saliéndole el tiro por la culata, todo para acabar, sin embargo en una resolución demasiado fácil y hasta precipitada, que sin embargo permite a Diggle llegar al punto que andaba buscando desde que inicio su etapa.
El Constantine que Diggle se encuentra ha de ser por fuerza distinto al que deja con su marcha, y es que Diggle se hace una pregunta clave ¿cómo es que Constantine siempre esta metido en problemas?, ¿por qué su entorno siempre pierde haga lo que él haga?, ¿por qué la casualidad parece rodear su vida?, la respuesta que da Diggle a todo esto resulte tal vez poco satisfactoria, al fin y al cabo parece venir a exculpar a Constantine de gran parte de los errores, de las cosas que han ido mal en su vida, pero al menos permite un punto de partida totalmente distinto para el personaje, con un Constantine por fin solo, completo y responsable único de su destino; esto ya quedará en manos de Peter Milligan, un guionista algo irregular, capaz de lo mejor en obras como Blanco Humano o X-Statix, pero también de lo peor en comics como Elektra o X-Men, veremos que cara nos ofrece en Hellblazer.
Recopilada aquí en tres tomos la etapa de Andy Diggle y Leonardo Manco al frente de John Constatine ha sido al final más corta de lo que seria deseable, habida cuenta de lo interesante de lo planteado en estos apenas 18 números.
Empezando por el dibujante viejo conocido de la colección desde los tiempos de Carey, como siempre su estilo, siniestro, lleno de luces y sombras, se adapta como un guante al personaje y al entorno en el que este se mueve, Diggle por su parte, ha conseguido abrirse camino en el comic comercial americano, primero con Los Perdedores, serie de 32 números también para el sello Vertigo y que Planeta, aprovechando su llegada al cine va a recopilar en un solo tomo (tomaco más bien), después con diversos proyectos en el Universo DC (Green Arrow: Año Uno, Adam Strange con el gran Pascual Ferry o la primera saga de Batman Confidencial), para luego pasar a Marvel, donde tras una breve pero intensa etapa en los Thunderbolts, ha pasado a ganar cada vez más peso en la editorial siendo el actual guionista de Daredevil.
El Hellblazer de Andy Diggle recuerda bastante al de Warren Ellis, primero por la brevedad de una etapa que en un principio se antojaba mucho más larga, segundo por el excelente dominio del personaje, con una caracterización magnifica que le hacía parecer el guionista ideal para Constantine, dominio que además extiende a su entorno con un Londres que una vez más es otro personaje en la serie, recuerda también a Ellis por lo escatológico y violento de su planteamiento, donde la magia juega una vez más un papel clave, pero una magia que tiene muy poco de mística y si mucho de física, con un mago caníbal que adquiere el poder de aquellos magos a los que devora y un poderoso político en busca de la vida eterna, que asume la vida de los demás como propia para realizar toda aquella depravación que quepa en su retorcida imaginación sin temor alguno a las consecuencias.
Atrapado entre dos fuegos, Constantine tratara de enfrentar entre si a sus dos enemigos, poniendo por el camino a su entorno en peligro (algo ya bastante habitual en la serie), pero saliéndole el tiro por la culata, todo para acabar, sin embargo en una resolución demasiado fácil y hasta precipitada, que sin embargo permite a Diggle llegar al punto que andaba buscando desde que inicio su etapa.
El Constantine que Diggle se encuentra ha de ser por fuerza distinto al que deja con su marcha, y es que Diggle se hace una pregunta clave ¿cómo es que Constantine siempre esta metido en problemas?, ¿por qué su entorno siempre pierde haga lo que él haga?, ¿por qué la casualidad parece rodear su vida?, la respuesta que da Diggle a todo esto resulte tal vez poco satisfactoria, al fin y al cabo parece venir a exculpar a Constantine de gran parte de los errores, de las cosas que han ido mal en su vida, pero al menos permite un punto de partida totalmente distinto para el personaje, con un Constantine por fin solo, completo y responsable único de su destino; esto ya quedará en manos de Peter Milligan, un guionista algo irregular, capaz de lo mejor en obras como Blanco Humano o X-Statix, pero también de lo peor en comics como Elektra o X-Men, veremos que cara nos ofrece en Hellblazer.
lunes, 15 de marzo de 2010
El Flash de Geoff Johns.
A lo largo de las próximas semanas van a ir cayendo por aquí una serie de post sobre los pocos tebeos de mi lista de comics de la década de los que aún no he hablado por el blog, hoy le toca el turno al Flash de Geoff Johns.
Es curioso esto de los comics de superhéroes, y es que no son pocas las etapas que han marcado historia en el medio (el DD de Miller, el Thor de Simonson...) que se han producido casi por casualidad, cuando nadie daba un duro por ello, el caso de Flash es distinto pero algo de esto también tiene.
Tras la extensa y exitosa etapa de Mark Waid al frente del hombre más rápido del Universo DC (del 61 al 162 USA, ahí es nada), la serie de Flash parecía afrontar la nueva década si un rumbo claro ante la ausencia de la principal clave de su éxito, en esto, un por entonces poco conocido Geoff Johns recibió el encargo de realizar una saga de seis números (164-169 USA), con dibujos del español Ángel Unzueta, en principio era un sustituto interino mientras se buscaba al escriba que iba a regir los destinos de la serie, hete aquí sin embargo que la saga de Johns gusto, gusto mucho, y el que iba a escribir tan solo seis números se acabo quedando en al serie más de cinco años, en un caso que recuerda mucho al de Ann Nocenti en Daredevil.
En esa primera saga ya se ven muchas de la claves de lo que va a ser el Flash de Geoff Johns, primero tenemos a un héroe seguro de si mismo, consciente de su poder, y que ha asumido ya en su plenitud el enorme legado dejado por el anterior Flash, sus dudas hace tiempo que quedaron atrás, por otro lado, Johns busca revindicar la galería de villanos de Flash, tradicionalmente ridiculizados, y a los que en general incluso Waid olvido, Johns centra gran parte de su etapa en tornar en una amenaza real a los villanos más clásicos del personaje, con especial hincapié en el Capitán Frió, transformado en un personaje magnifico en manos de Johns, su etapa adquiría carta de naturaleza con la llegada de Scott Kolins, el cual le acompañaría hasta el 200 americano, el dibujante dotado de un dinamismo y una fuerza que el venían como anillo al dedo al personaje, permitió a Johns asentar su etapa, que tendría aparte de los ya mencionados otros dos pilares: primero Keystone City, la ciudad de Flash, el Detroit del Universo DC, una ciudad obrera, orgullosa de serlo, que se convierte en un personaje más de la serie, tras los continuos viajes por el tiempo y la búsqueda de las raíces del poder de los velocistas que presidieron al etapa de Waid, Johns terrenaliza al personaje, lo asienta sobre su ciudad y aprovecha el que su identidad sea pública para mostrarnos su especial relación con la ciudad que ha jurado proteger y sus habitantes; segundo, los secundarios, habiendo ya Waid retratado de manera brillante la relación de Flash con su “familia velocista” (Max Mercury, Jesse Quick, Bart Allen...), y ahondando en la terrenalización antes mencionada, Johns crea un grupo de personajes secundarios en torno a la policía de Keystone que se convertirán en aliados y amigos del héroe, de todos ellos destaca Hunter Zolomon, cuyo trágico destino será otras de las claves de la etapa.
Teniendo todo esto en cuenta la larga etapa de Johns al frente del personaje se puede estructurar en dos grandes fases, tras el excelente prologo que supuso la saga de Unzueta, la primera de esas fases se corresponde con los números dibujados por Kolins, un dibujante como decía ideal para la colección, esta etapa se cierra en el número 200, un final triste a la par que épico con un combate brutal entre Flash y el nuevo Zoom (el Flash reverso), tras esto y con una nueva saga a modo de prologo dibujada por el argentino Alberto Dose, donde Johns demuestra que se puede contar una historia oscura y deprimente con el personaje, la luz regresa de la mano de Howard Potter, un dibujante clásico, pero a años luz de Kolins, lo que hace que esta segunda fase, pese a seguir esquemas parecidos a los de la primera quede bastante más deslucida.
La etapa de Johns finaliza en el 225 USA con una saga que si está a la altura de los mejores momentos con Kolins y que deja al personaje con un status ideal para seguir adelante (lastima que no sirviera de nada, los números que vendría después sería bastante lamentables), terminando de configurar el que sigue siendo en mi opinión, el mejor trabajo realizado por el actual guionista clave del Universo DC.
Es curioso esto de los comics de superhéroes, y es que no son pocas las etapas que han marcado historia en el medio (el DD de Miller, el Thor de Simonson...) que se han producido casi por casualidad, cuando nadie daba un duro por ello, el caso de Flash es distinto pero algo de esto también tiene.
Tras la extensa y exitosa etapa de Mark Waid al frente del hombre más rápido del Universo DC (del 61 al 162 USA, ahí es nada), la serie de Flash parecía afrontar la nueva década si un rumbo claro ante la ausencia de la principal clave de su éxito, en esto, un por entonces poco conocido Geoff Johns recibió el encargo de realizar una saga de seis números (164-169 USA), con dibujos del español Ángel Unzueta, en principio era un sustituto interino mientras se buscaba al escriba que iba a regir los destinos de la serie, hete aquí sin embargo que la saga de Johns gusto, gusto mucho, y el que iba a escribir tan solo seis números se acabo quedando en al serie más de cinco años, en un caso que recuerda mucho al de Ann Nocenti en Daredevil.
En esa primera saga ya se ven muchas de la claves de lo que va a ser el Flash de Geoff Johns, primero tenemos a un héroe seguro de si mismo, consciente de su poder, y que ha asumido ya en su plenitud el enorme legado dejado por el anterior Flash, sus dudas hace tiempo que quedaron atrás, por otro lado, Johns busca revindicar la galería de villanos de Flash, tradicionalmente ridiculizados, y a los que en general incluso Waid olvido, Johns centra gran parte de su etapa en tornar en una amenaza real a los villanos más clásicos del personaje, con especial hincapié en el Capitán Frió, transformado en un personaje magnifico en manos de Johns, su etapa adquiría carta de naturaleza con la llegada de Scott Kolins, el cual le acompañaría hasta el 200 americano, el dibujante dotado de un dinamismo y una fuerza que el venían como anillo al dedo al personaje, permitió a Johns asentar su etapa, que tendría aparte de los ya mencionados otros dos pilares: primero Keystone City, la ciudad de Flash, el Detroit del Universo DC, una ciudad obrera, orgullosa de serlo, que se convierte en un personaje más de la serie, tras los continuos viajes por el tiempo y la búsqueda de las raíces del poder de los velocistas que presidieron al etapa de Waid, Johns terrenaliza al personaje, lo asienta sobre su ciudad y aprovecha el que su identidad sea pública para mostrarnos su especial relación con la ciudad que ha jurado proteger y sus habitantes; segundo, los secundarios, habiendo ya Waid retratado de manera brillante la relación de Flash con su “familia velocista” (Max Mercury, Jesse Quick, Bart Allen...), y ahondando en la terrenalización antes mencionada, Johns crea un grupo de personajes secundarios en torno a la policía de Keystone que se convertirán en aliados y amigos del héroe, de todos ellos destaca Hunter Zolomon, cuyo trágico destino será otras de las claves de la etapa.
Teniendo todo esto en cuenta la larga etapa de Johns al frente del personaje se puede estructurar en dos grandes fases, tras el excelente prologo que supuso la saga de Unzueta, la primera de esas fases se corresponde con los números dibujados por Kolins, un dibujante como decía ideal para la colección, esta etapa se cierra en el número 200, un final triste a la par que épico con un combate brutal entre Flash y el nuevo Zoom (el Flash reverso), tras esto y con una nueva saga a modo de prologo dibujada por el argentino Alberto Dose, donde Johns demuestra que se puede contar una historia oscura y deprimente con el personaje, la luz regresa de la mano de Howard Potter, un dibujante clásico, pero a años luz de Kolins, lo que hace que esta segunda fase, pese a seguir esquemas parecidos a los de la primera quede bastante más deslucida.
La etapa de Johns finaliza en el 225 USA con una saga que si está a la altura de los mejores momentos con Kolins y que deja al personaje con un status ideal para seguir adelante (lastima que no sirviera de nada, los números que vendría después sería bastante lamentables), terminando de configurar el que sigue siendo en mi opinión, el mejor trabajo realizado por el actual guionista clave del Universo DC.
viernes, 12 de marzo de 2010
Dollhouse, esta vez tampoco pudo ser.
Dos temporadas, 27 episodios es todo lo que ha dado de sí una serie que, esta al menos ha podido ser cerrada de manera coherente, sin embargo la estrella de su creador, el gran Joss Whedon parece más apagada que nunca en esta era dorada de la ficción televisiva.
El planteamiento de Dollhouse era bastante atrayente, una poderosa organización (algo muy habitual en la obra de Whedon) ha creado una tecnología que permite borrar todo rastro de la personalidad de un sujeto a la vez que se le puede programar cualquier otro tipo de personalidad, convirtiendo a los Doll en los amantes/guardaespaldas/detectives/lo que sea perfectos, de todo aquel que pueda permitírselo.
Protagonizada por Eliza Dushku (otra que pese a ser considerada una estrella de la TV, sigue sin despegar del todo) en el papel de Echo, una Doll algo especial, la serie juega con las implicaciones éticas y morales que sin duda plantea la existencia de una tecnología así, mientras que teje una gran conspiración detrás de todo.
Como decía el planteamiento me parece interesante, pero al contrario que la magnífica Firefly, que fue masacrada por la Fox hasta su injusta cancelación, el fracaso de Dollhouse se debe casi exclusivamente a sus responsables, y es que pese a la fuerza de su planteamiento, la categoría de muchos de sus actores y la brillantez de algún episodio puntual, Dollhouse se ha cavado su propia tumba, y es que durante gran parte de la primera temporada Dollhouse no fue sino una serie formula, donde en cada episodio Echo asumía una u otra personalidad y se metía en líos, todo ello hubiera tenido cierto sentido si, para empezar la serie hubiera sido un éxito de audiencia que permitiera explorar poco a poco como la absorción de distintas personalidades iba configurando a Echo, no era el caso, la serie tenía garantizados apenas si 12 episodios y las audiencias fueron desde un principio pobres, por otro lado las limitaciones de Dushku como actriz, hacía que las diferentes personalidades parecieran siempre la misma solo que con un par de matices diferenciadores, tal vez un poco más de coralidad, en una serie que por otro lado la pedía a gritos, hubiera podido subsanar este problema, pero no fue posible ante la omnipresencia de Echo, aún así la serie pego un acelerón (tal vez tardío) hacia el final y los últimos episodios resultaron muy interesantes, en especial el número 13, Epitaph One, un futuro apocalíptico y tenebroso que era el camino hacía el que parecía llevar la serie.
De manera un tanto sorprendente, la serie se prorrogo una segunda temporada, tal vez la Fox consciente de la injustica cometida con Firefly tratara de compensar a Whedon, sea como sea lo cierto es que la segunda temporada fue una nueva muestra de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, de nuevo al igual que en la primera la serie empezó en plan formula y con Dushku como protagonista casi absoluta, de nuevo acelero al final y cuajo un par de buenos episodios cuando ya era muy tarde, la audiencias fueron aún peor que en la primera temporada, y pensar en una tercera temporada no era sino una utopía, al menos Whedon pudo cerrar todas las tramas, y con algún giro que otro demasiado rocambolesco la cosa no quedo mal del todo con un episodio final, Epitaph Two, que aunque lejos, muy lejos de la calidad del primero, supuso un final digno para una serie que tenía mucho más potencial.
En fin, desde que se acabo el buffyverso, parece que el éxito televisivo se resiste a uno de los más grandes creadores que ha dado la pequeña pantalla, esperemos que la próxima vez haya más suerte, y sobre todo esperemos que haya más acierto.
El planteamiento de Dollhouse era bastante atrayente, una poderosa organización (algo muy habitual en la obra de Whedon) ha creado una tecnología que permite borrar todo rastro de la personalidad de un sujeto a la vez que se le puede programar cualquier otro tipo de personalidad, convirtiendo a los Doll en los amantes/guardaespaldas/detectives/lo que sea perfectos, de todo aquel que pueda permitírselo.
Protagonizada por Eliza Dushku (otra que pese a ser considerada una estrella de la TV, sigue sin despegar del todo) en el papel de Echo, una Doll algo especial, la serie juega con las implicaciones éticas y morales que sin duda plantea la existencia de una tecnología así, mientras que teje una gran conspiración detrás de todo.
Como decía el planteamiento me parece interesante, pero al contrario que la magnífica Firefly, que fue masacrada por la Fox hasta su injusta cancelación, el fracaso de Dollhouse se debe casi exclusivamente a sus responsables, y es que pese a la fuerza de su planteamiento, la categoría de muchos de sus actores y la brillantez de algún episodio puntual, Dollhouse se ha cavado su propia tumba, y es que durante gran parte de la primera temporada Dollhouse no fue sino una serie formula, donde en cada episodio Echo asumía una u otra personalidad y se metía en líos, todo ello hubiera tenido cierto sentido si, para empezar la serie hubiera sido un éxito de audiencia que permitiera explorar poco a poco como la absorción de distintas personalidades iba configurando a Echo, no era el caso, la serie tenía garantizados apenas si 12 episodios y las audiencias fueron desde un principio pobres, por otro lado las limitaciones de Dushku como actriz, hacía que las diferentes personalidades parecieran siempre la misma solo que con un par de matices diferenciadores, tal vez un poco más de coralidad, en una serie que por otro lado la pedía a gritos, hubiera podido subsanar este problema, pero no fue posible ante la omnipresencia de Echo, aún así la serie pego un acelerón (tal vez tardío) hacia el final y los últimos episodios resultaron muy interesantes, en especial el número 13, Epitaph One, un futuro apocalíptico y tenebroso que era el camino hacía el que parecía llevar la serie.
De manera un tanto sorprendente, la serie se prorrogo una segunda temporada, tal vez la Fox consciente de la injustica cometida con Firefly tratara de compensar a Whedon, sea como sea lo cierto es que la segunda temporada fue una nueva muestra de que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, de nuevo al igual que en la primera la serie empezó en plan formula y con Dushku como protagonista casi absoluta, de nuevo acelero al final y cuajo un par de buenos episodios cuando ya era muy tarde, la audiencias fueron aún peor que en la primera temporada, y pensar en una tercera temporada no era sino una utopía, al menos Whedon pudo cerrar todas las tramas, y con algún giro que otro demasiado rocambolesco la cosa no quedo mal del todo con un episodio final, Epitaph Two, que aunque lejos, muy lejos de la calidad del primero, supuso un final digno para una serie que tenía mucho más potencial.
En fin, desde que se acabo el buffyverso, parece que el éxito televisivo se resiste a uno de los más grandes creadores que ha dado la pequeña pantalla, esperemos que la próxima vez haya más suerte, y sobre todo esperemos que haya más acierto.
miércoles, 10 de marzo de 2010
DC: ¿Tenía Norma razón?
Esto de los planes editoriales a cuenta gotas se esta poniendo de moda y Pda lo ha elevado a la enésima potencia, por que sacar un plan editorial anual en Marzo cuando ya casi se conocen las novedades de Abril, es un poco raro, pero bueno menos es nada.
Es curioso, porque ya han pasado unos pasado unos añitos desde que Planeta se hizo con DC y una cosa parece quedar clara (o al menos eso interpreto yo de los hechos que narraré a continuación), DC vende menos, mucho, mucho menos que Marvel (con las excepciones conocidas por todos), y no parece haber nada que se pueda hacer para remediarlo.
Analizando la trayectoria editorial de Planeta grosso modo y obviando sus múltiples errores, interpretaciones sobre si quiso o no saturar el mercado y esas cosas, el asunto quedaría tal que así:
- Tras peder los derechos de Marvel, editorial que llevaba publicando más de 20 años en España, Planeta se hace al poco con los derechos de DC, en general la noticia fue bien recibida, Norma publicaba todo en tomos caros (los famosos 2x3, o 5x6 etc, etc), a una gran distancia de los USA (en general vaya, había excepciones) y salvo meses puntuales muy poco material.
- Tras unos meses iniciales muy titubeantes en los que Pda sacó muy poca cosa, como si hacerse con los derechos de DC les hubiera pillado por sorpresa, Planeta se pone las pilas, se multiplican las grapas, se publica una mayor cantidad de comics del UDC, salen varios clásicos....parece que la cosa tira para adelante, eso si la distancia con los USA sigue siendo demasiado grande, casi dos años.
- Planeta se pone las pilas a saco, empieza a sacar comics por un tubo, muchos tomos, grapas dobles, triples e incluso más, todo para sincronizar el UDC en España y ponerse a un año de los USA, seguir el Universo DC se vuelve una tarea compleja, sobre todo por lo cara, no de los comics en sí, que en general tienen precios bastante competitivos, si no por qué salen muchos, pero bueno se supone que la cosa va a pasar cuando consigan ponerse a un año.
- Conseguido el objetivo, las primeras señales de que la cosa no peta se ven en que Planeta en vez de sacar grapas simples, una vez todo sincronizado a un año de distancia, se poner a hacer experimentos “mezclando sin mezclar” series (Green Lantern y Green Arrow compartiendo cabecera en grapas dobles, un mes Oliver, otro Hal), y subiendo precios lo que termina llevando a que una grapa doble sea más cara que una suelta, lo nunca visto.
- La cosa culmina con lo que ha pasado este año, el experimento “mezclador” dura un año y algo, y poco a poco, las grapas se quedan en casi nada, los precios se disparan y Planeta publica casi todo en tomos caros (rondando los famosos 2x3, o 5x6 etc, etc, siendo en todo caso los tomos más caros que las grapas sueltas), y salvo meses puntuales publica una escasa representación del UDC, dejando números y series enteras inéditas a cascoporro.
El circulo se ha cerrado y Pda publica DC de manera muy, muy cercana a como lo hacia Norma, sigue siendo más barata que aquella (no hay que olvidar que Norma pedía hace cinco años 10,50 por tomos de 4 números, Pda “solo” pide 9.95 hoy en día), pero esta a años luz de Panini/Marvel en lo que a posición dominante se refiere.
Así que esta claro que publicar el UDC de forma popular (no solo en grapa, también valdría aquí el tomo “barato”, en plan Hulka o Nova de Panini) no funciona y Pda se ha tirado de cabeza a los tochacos, los tomos caros y la tapa dura; en fin que después de todo parece que Norma tenía cierta razón, eran unos careros de cojones, pero tenían cierta razón, hay que joderse.
Es curioso, porque ya han pasado unos pasado unos añitos desde que Planeta se hizo con DC y una cosa parece quedar clara (o al menos eso interpreto yo de los hechos que narraré a continuación), DC vende menos, mucho, mucho menos que Marvel (con las excepciones conocidas por todos), y no parece haber nada que se pueda hacer para remediarlo.
Analizando la trayectoria editorial de Planeta grosso modo y obviando sus múltiples errores, interpretaciones sobre si quiso o no saturar el mercado y esas cosas, el asunto quedaría tal que así:
- Tras peder los derechos de Marvel, editorial que llevaba publicando más de 20 años en España, Planeta se hace al poco con los derechos de DC, en general la noticia fue bien recibida, Norma publicaba todo en tomos caros (los famosos 2x3, o 5x6 etc, etc), a una gran distancia de los USA (en general vaya, había excepciones) y salvo meses puntuales muy poco material.
- Tras unos meses iniciales muy titubeantes en los que Pda sacó muy poca cosa, como si hacerse con los derechos de DC les hubiera pillado por sorpresa, Planeta se pone las pilas, se multiplican las grapas, se publica una mayor cantidad de comics del UDC, salen varios clásicos....parece que la cosa tira para adelante, eso si la distancia con los USA sigue siendo demasiado grande, casi dos años.
- Planeta se pone las pilas a saco, empieza a sacar comics por un tubo, muchos tomos, grapas dobles, triples e incluso más, todo para sincronizar el UDC en España y ponerse a un año de los USA, seguir el Universo DC se vuelve una tarea compleja, sobre todo por lo cara, no de los comics en sí, que en general tienen precios bastante competitivos, si no por qué salen muchos, pero bueno se supone que la cosa va a pasar cuando consigan ponerse a un año.
- Conseguido el objetivo, las primeras señales de que la cosa no peta se ven en que Planeta en vez de sacar grapas simples, una vez todo sincronizado a un año de distancia, se poner a hacer experimentos “mezclando sin mezclar” series (Green Lantern y Green Arrow compartiendo cabecera en grapas dobles, un mes Oliver, otro Hal), y subiendo precios lo que termina llevando a que una grapa doble sea más cara que una suelta, lo nunca visto.
- La cosa culmina con lo que ha pasado este año, el experimento “mezclador” dura un año y algo, y poco a poco, las grapas se quedan en casi nada, los precios se disparan y Planeta publica casi todo en tomos caros (rondando los famosos 2x3, o 5x6 etc, etc, siendo en todo caso los tomos más caros que las grapas sueltas), y salvo meses puntuales publica una escasa representación del UDC, dejando números y series enteras inéditas a cascoporro.
El circulo se ha cerrado y Pda publica DC de manera muy, muy cercana a como lo hacia Norma, sigue siendo más barata que aquella (no hay que olvidar que Norma pedía hace cinco años 10,50 por tomos de 4 números, Pda “solo” pide 9.95 hoy en día), pero esta a años luz de Panini/Marvel en lo que a posición dominante se refiere.
Así que esta claro que publicar el UDC de forma popular (no solo en grapa, también valdría aquí el tomo “barato”, en plan Hulka o Nova de Panini) no funciona y Pda se ha tirado de cabeza a los tochacos, los tomos caros y la tapa dura; en fin que después de todo parece que Norma tenía cierta razón, eran unos careros de cojones, pero tenían cierta razón, hay que joderse.
lunes, 8 de marzo de 2010
Daredevil Historia de un hombre sin miedo: Parte CXVIII: Las muchas caras de Matt Murdock.
A lo largo de su dilatada trayectoria Matt Murdock ha tenido muchas caras, y es que más allá de la dualidad de la dualidad Daredevil/Murdock, el personaje ha asumido otras múltiples identidades, ahí van alguna de las más destacadas.
- Mike Murdock.- (Daredevil 25–41 USA/BM: Daredevil números 4 a 7 en España). Con un desatado Stan Lee a los guiones y con Gene Colan a los lápices, Daredevil vivió uno de los momentos más surrealistas de su historia, cuando se produjo la aparición de su “hermano gemelo” Mike Murdock.
Agobiado ante la posibilidad de que Foggy y Karen descubrieran su (ya por entonces) endeble identidad secreta, Matt decidió inventar la existencia de un supuesto “hermano gemelo”, Mike, que sería quien en realidad se ocultaría tras la mascara del hombre sin miedo; para conseguir que su mascarada fuera más creíble, Matt torno a Mike en todo lo que él, al menos por entonces, no era, para empezar usando sus súper sentidos, y unas omnipresentes gafas de sol, Mike no era ciego, después su personalidad era totalmente arrolladora, no dudaba en tirarle los tejos a Karen (lo que contrastaba con la timidez de Matt), mientras que se convertía en el centro de todas las fiestas con una personalidad desbordante y extrovertida, en cierto sentido, Mike se comportaba como Daredevil (entonces alegre y dicharachero), pero sin necesidad de mascaras.
Vista la evolución del personaje esta triple personalidad encaja a la perfección con alguien tan inestable como Matt, pero entonces apenas si fue un contrapunto humorístico más en una serie que por otra parte ya tenía bastante de eso, las cosas evidentemente no fueron sencillas para Matt, que si ya tenía problemas para mantener en orden sus dos identidades, los tuvo mucho mayores para armonizar las tres, así que al final, y cuando ya era claro que Mike le había creado más problemas de los que le había resuelto, decidió “acabar con su vida”, eso sí de manera heroica, “sacrificándose” para salvar a Karen de los Ani-hombres, Mike al menos se había ganado eso.
-Jack Murdock.- (Daredevil 284-290 USA/Daredevil volumen II 26-31 en España) Habría que esperar muchos años antes de que Matt volviera a sumir una nueva personalidad, en concreto hasta los números finales de la larga etapa de Ann Nocenti al frente del hombre sin miedo.
Tras una durísima batalla en el mismísimo Infierno de Mefisto, Matt había quedado muy tocado psicológicamente, hacía tiempo que se había marchado de New York en un viaje a lo largo de todo el país para “encontrarse a si mismo”, y ahora de vuelta, cada vez estaba más confuso, tanto que poco a poco empezó a olvidar quien era, sus recuerdos, su misma identidad se difuminaban cuando en un callejón oscuro despertó creyéndose su padre, Jack Murdock.
Como Jack, empezaría una prometedora carrera como boxeador, encontraría el amor y algo muy parecido a la felicidad, sin embargo sus sueños le acosaban, mostrándole que algo no iba bien, no iba nada bien, a lo que no ayudaba que Daredevil (en realidad Bullseye disfrazado) correteara por la ciudad haciendo cosas impensables para él, sus recuerdos estaban volviendo, y terminarían por hacerlo en un enfrenamiento final con Bullseye en el que Matt volvería al fin a asumir su verdadera identidad, quedando además patente su necesidad de Daredevil, en una escena final donde abraza casi entre sollozos las mascara arrebatada a su enemigo derrotado.
- Jack Battlin.- (Daredevil 321-350 USA/Daredevil: Caída del Paraíso a Daredevil volumen III 7 en España). En plenos 90, con multitud de “versiones más duras” de los mismos héroes (Capitán América/USA Agente, Thor/Thunderstrike, Batman/Azrael, Spiderman/Spiderclon...), Daredevil no podía ser menos, y de la mano de D. G. Chichester y Scott McDaniel, llego un nuevo Daredevil, un Daredevil mas duro y con los dientes más apretados acorde a unos tiempos más duros en los que los dentistas de los superhéroes debieron forrarse.
Aunque en la etapa de McKenzie y Miller al frente de la colección Ben Urich había quemado el articulo que escribió donde se venía a mostrar que Matt y Daredevil eran la misma persona, parece que el bueno de Ben decidió guardar una copia, por si acaso, sin duda fue una mala idea, alguien robo esa copia y de repente a los medios salto la noticia, Daredevil y Matt eran la misma persona, la vida de Matt y la de su entorno se había vuelto a poner en peligro, y ante tal circunstancia, Matt decidió fingir su propia muerte y asumir una nueva identidad, la de Jack Battlin.
Para ello contó con factores a su favor, como la existencia de un doble demoníaco, que salido de la páginas de La Guerra del Infinito (un crossover cósmico de la época a cargo de Jim Starlin), permitió a Matt, con su muerte accidental, completar su mascarada, ya que el cadáver que quedó era igualito al propio Matt, por otro lado aprovechado la circunstancia, Matt cambio de traje, poniéndose una suerte de armadura, y modifico su actitud, volviéndose más “duro”.
La idea tras todo esto era crear un nuevo entorno, con toda una serie de secundarios nuevos alrededor de al vida de Jack, el cual de nuevo gracias a sus súper sentidos fingía no ser ciego, y se ganaba la vida como trilero, la cosa que duro bastantes números, pero apenas si fue desarrollada, alcanzó su final en una interesante saga de Jean Marc DeMatties, donde se ahondo en la maltratada psique del personaje, para volver al status inicial, con Matt siendo Matt de nuevo.
- Laurent Levasseaur.- (Daredevil 376-379 USA/Daredevil volumen IV tomos 3 y 4 en España). Estamos aquí ante una breve, pero interesante saga a cargo de Scott Lobdell y Cully Hamer que en una trama que recuerda a la genial (y posterior) Sleeper, vuelven a jugar con la identidad de Matt.
Aquí la cosa no esta tanto en la psique del personaje, como más bien en una misión de alto secreto encargada por S.H.I.E.L.D con el objeto de que Matt se infiltrase en una operación mafiosa que tenía lugar en Francia, para ello se le sometió a cirugía estética e incluso se le implantaron recuerdos falsos con el fin de cumplir tal misión, la cosa se complico cuando el agente de S.H.I.E.L.D al cargo de la operación fue atropellado y Matt quedo atrapado, sin saberlo, en su nueva identidad.
Una saga entretenida, llena de acción, y que es hasta ahora la última vez que Matt ha asumido otra identidad más allá de la del hombre sin miedo.
- Mike Murdock.- (Daredevil 25–41 USA/BM: Daredevil números 4 a 7 en España). Con un desatado Stan Lee a los guiones y con Gene Colan a los lápices, Daredevil vivió uno de los momentos más surrealistas de su historia, cuando se produjo la aparición de su “hermano gemelo” Mike Murdock.
Agobiado ante la posibilidad de que Foggy y Karen descubrieran su (ya por entonces) endeble identidad secreta, Matt decidió inventar la existencia de un supuesto “hermano gemelo”, Mike, que sería quien en realidad se ocultaría tras la mascara del hombre sin miedo; para conseguir que su mascarada fuera más creíble, Matt torno a Mike en todo lo que él, al menos por entonces, no era, para empezar usando sus súper sentidos, y unas omnipresentes gafas de sol, Mike no era ciego, después su personalidad era totalmente arrolladora, no dudaba en tirarle los tejos a Karen (lo que contrastaba con la timidez de Matt), mientras que se convertía en el centro de todas las fiestas con una personalidad desbordante y extrovertida, en cierto sentido, Mike se comportaba como Daredevil (entonces alegre y dicharachero), pero sin necesidad de mascaras.
Vista la evolución del personaje esta triple personalidad encaja a la perfección con alguien tan inestable como Matt, pero entonces apenas si fue un contrapunto humorístico más en una serie que por otra parte ya tenía bastante de eso, las cosas evidentemente no fueron sencillas para Matt, que si ya tenía problemas para mantener en orden sus dos identidades, los tuvo mucho mayores para armonizar las tres, así que al final, y cuando ya era claro que Mike le había creado más problemas de los que le había resuelto, decidió “acabar con su vida”, eso sí de manera heroica, “sacrificándose” para salvar a Karen de los Ani-hombres, Mike al menos se había ganado eso.
-Jack Murdock.- (Daredevil 284-290 USA/Daredevil volumen II 26-31 en España) Habría que esperar muchos años antes de que Matt volviera a sumir una nueva personalidad, en concreto hasta los números finales de la larga etapa de Ann Nocenti al frente del hombre sin miedo.
Tras una durísima batalla en el mismísimo Infierno de Mefisto, Matt había quedado muy tocado psicológicamente, hacía tiempo que se había marchado de New York en un viaje a lo largo de todo el país para “encontrarse a si mismo”, y ahora de vuelta, cada vez estaba más confuso, tanto que poco a poco empezó a olvidar quien era, sus recuerdos, su misma identidad se difuminaban cuando en un callejón oscuro despertó creyéndose su padre, Jack Murdock.
Como Jack, empezaría una prometedora carrera como boxeador, encontraría el amor y algo muy parecido a la felicidad, sin embargo sus sueños le acosaban, mostrándole que algo no iba bien, no iba nada bien, a lo que no ayudaba que Daredevil (en realidad Bullseye disfrazado) correteara por la ciudad haciendo cosas impensables para él, sus recuerdos estaban volviendo, y terminarían por hacerlo en un enfrenamiento final con Bullseye en el que Matt volvería al fin a asumir su verdadera identidad, quedando además patente su necesidad de Daredevil, en una escena final donde abraza casi entre sollozos las mascara arrebatada a su enemigo derrotado.
- Jack Battlin.- (Daredevil 321-350 USA/Daredevil: Caída del Paraíso a Daredevil volumen III 7 en España). En plenos 90, con multitud de “versiones más duras” de los mismos héroes (Capitán América/USA Agente, Thor/Thunderstrike, Batman/Azrael, Spiderman/Spiderclon...), Daredevil no podía ser menos, y de la mano de D. G. Chichester y Scott McDaniel, llego un nuevo Daredevil, un Daredevil mas duro y con los dientes más apretados acorde a unos tiempos más duros en los que los dentistas de los superhéroes debieron forrarse.
Aunque en la etapa de McKenzie y Miller al frente de la colección Ben Urich había quemado el articulo que escribió donde se venía a mostrar que Matt y Daredevil eran la misma persona, parece que el bueno de Ben decidió guardar una copia, por si acaso, sin duda fue una mala idea, alguien robo esa copia y de repente a los medios salto la noticia, Daredevil y Matt eran la misma persona, la vida de Matt y la de su entorno se había vuelto a poner en peligro, y ante tal circunstancia, Matt decidió fingir su propia muerte y asumir una nueva identidad, la de Jack Battlin.
Para ello contó con factores a su favor, como la existencia de un doble demoníaco, que salido de la páginas de La Guerra del Infinito (un crossover cósmico de la época a cargo de Jim Starlin), permitió a Matt, con su muerte accidental, completar su mascarada, ya que el cadáver que quedó era igualito al propio Matt, por otro lado aprovechado la circunstancia, Matt cambio de traje, poniéndose una suerte de armadura, y modifico su actitud, volviéndose más “duro”.
La idea tras todo esto era crear un nuevo entorno, con toda una serie de secundarios nuevos alrededor de al vida de Jack, el cual de nuevo gracias a sus súper sentidos fingía no ser ciego, y se ganaba la vida como trilero, la cosa que duro bastantes números, pero apenas si fue desarrollada, alcanzó su final en una interesante saga de Jean Marc DeMatties, donde se ahondo en la maltratada psique del personaje, para volver al status inicial, con Matt siendo Matt de nuevo.
- Laurent Levasseaur.- (Daredevil 376-379 USA/Daredevil volumen IV tomos 3 y 4 en España). Estamos aquí ante una breve, pero interesante saga a cargo de Scott Lobdell y Cully Hamer que en una trama que recuerda a la genial (y posterior) Sleeper, vuelven a jugar con la identidad de Matt.
Aquí la cosa no esta tanto en la psique del personaje, como más bien en una misión de alto secreto encargada por S.H.I.E.L.D con el objeto de que Matt se infiltrase en una operación mafiosa que tenía lugar en Francia, para ello se le sometió a cirugía estética e incluso se le implantaron recuerdos falsos con el fin de cumplir tal misión, la cosa se complico cuando el agente de S.H.I.E.L.D al cargo de la operación fue atropellado y Matt quedo atrapado, sin saberlo, en su nueva identidad.
Una saga entretenida, llena de acción, y que es hasta ahora la última vez que Matt ha asumido otra identidad más allá de la del hombre sin miedo.
viernes, 5 de marzo de 2010
¿Cuál ha sido la mejor grapa de la década?
Llegamos hoy al último post dedicado a repasar algunos de los principales elementos que, bajo mi punto de vista, han configurado el comic mainstream de la década recién finalizada.
Hemos vivido una década, en la que la grapa, no como formato, si no como concepto, ha vivido un claro retroceso en el mainstream superhéroico, la rápida ascensión del decompressive storytelling con su consecuente política de recopilatorios, ha terminado por relegar la vertiente folletinesca del género a una relevancia cada vez menor, aún así ha habido magnificas grapas, comics que reúnen todas las condiciones necesarias para demostrar que este formato sigue siendo una forma más que valida de contar historias.
El propósito de este post es seleccionar una única grapa que haya cumplido todos los requisitos necesarios para que este formato funcione, con una única grapa me refiero a una grapa individual, no a una colección seriada en ese formato, evidentemente es una tarea difícil, y es más que probable que queden atrás grapas más que interesantes, ya que diez años son muchos años, pero bueno, yendo al lío, a la hora de seleccionar una grapa como la mejor de la década, hay que seguir una serie de criterios que configuren esa decisión, en mi caso los criterios serían:
- Ha de haber sido publicada en grapa: Parece de perogrullo, pero tiene su aquel, no son pocos los comics que en los USA salen en grapa y aquí en tomo, aparte de prestigios y demás que aunque publican una historia completa que cumpliría los requisitos que citare más abajo, no cabrían ser mencionados como “mejor grapa de la década”, al fin y al cabo el formato también tiene su importancia, o al menos la tiene en este caso, por lo que el comic seleccionado habrá de ser un comic publicado tanto en España como en los USA en grapa, y que por supuesto se haya publicado por primera vez desde Enero del 2000 a Diciembre del 2009, tanto en uno como en otro país.
- Personajes: Una buena grapa te presenta el status quo de los personajes en apenas un par de viñetas, sabes cómo son los personajes protagonistas de la historia, y sabes el momento que están atravesando leyendo el comic, no necesitas leer nada antes ni después, esto es curioso, porque muchas veces se consigue haciendo referencia al pasado, pero no pasa nada siempre y cuando puedas situar a los personajes sin más apoyo, un ejemplo algo burdo de esto sería el clásico de Spiderman “tengo que vender fotos al Daily Bugle si no, no podrá pagar el alquiler, pero el tirano de Jameson lleva semanas negándose a comprar fotos de Spiderman en acción”, con este solo dialogo, ya sabemos que el personaje trabaja de fotógrafo en un periódico, que tiene problemas económicos o que su jefe es un tirano, como decía es un ejemplo algo burdo, pero creo que sirve para hacerse una idea de lo que quiero decir.
- Contar una historia: Aquí hay un difícil equilibrio, una buena grapa ha de contar una historia, ha de dar al lector que ha pagado por el comic algo que justifique la compra del mismo, y claro ha de conseguir esto haciendo consciente al lector de que esa historia forma parte de algo mayor, que detrás de todo hay algo que merece la pena seguir, todo esto claro, con el objetivo de que ese lector repita, como decía un delicado equilibrio que sin embargo se ha venido consiguiendo con éxito a lo largo de los años, un ejemplo perfecto de esto podría ser la maravillosa Lección de Anatomia de Alan Moore, Stephen Bissette y John Totleben en la Cosa del Pantano.
-El dibujo: Bueno a parte del formato y el guión otro pilar clave para una buena grapa ha de ser obviamente el dibujo, si la grapa está muy bien escrita y tiene todo lo que antes mencionaba pero está mal dibujada o peor, mal narrada, todo lo demás no vale para nada, el responsable gráfico de la obra es vital para que estemos o no ante una buena grapa.
- Continuara: Como último elemento que incluiría en mis requisitos de la grapa perfecta está el continuara, aunque parezca que no, en mi opinión no resulta contradictorio con lo anterior, más al contario resulta complementario, y es que contar una historia, y terminar con un continuara de proporciones mayúsculas no hace si no que enganchar definitivamente al lector y hacer que este espere con ganas el siguiente número.
Teniendo en cuenta todos estos parámetros, ¿cuál ha sido en mi opinión la mejor grapa de la década?, bueno ha habido varios candidatos, pero al final he decidió quedarme con Capitán América número 1 (fecha de portada de enero de 2005), publicado aquí en grapa por Panini en su número 1 del actual volumen, Brubaker no es el mejor ejemplo de un autor que saca todo su jugo a una grapa, pero lo cierto es que este número me parece magnífico, y creo que cumple de sobra todos los requisitos, primero claro, se ha publicado en grapa, aquí y allí, segundo, creo que presenta el status del Capi y su situación psicológica (Los Vengadores disueltos, y su vida en pleno caos) de manera magnifica, además de mostrarnos su entorno (con especial hincapié en Sharon Carter) de manera muy convincente, el comic cuenta una solida historia de acción con principio y fin a la par que deja entrever que detrás de todo hay mucho más, una gran conspiración de la que apenas si se empiezan a ver los hilos, tiene un dibujante magnifico, un Steve Epting muy distinto al que vimos en los 90, espectacular y buen narrador, su Capi resulta poderoso e icónico, y por último pero no menos importante, la historia tiene un continuara de aúpa, con el destino (lo que por entonces parecía el destino, vaya) de Cráneo Rojo, todo esto trae consigo una grapa magnifica y todo un ejemplo a seguir.
Como digo fuera quedan muchos comics, pero esta es mi propuesta, ¿alguien se atreve a dar la suya?
Hemos vivido una década, en la que la grapa, no como formato, si no como concepto, ha vivido un claro retroceso en el mainstream superhéroico, la rápida ascensión del decompressive storytelling con su consecuente política de recopilatorios, ha terminado por relegar la vertiente folletinesca del género a una relevancia cada vez menor, aún así ha habido magnificas grapas, comics que reúnen todas las condiciones necesarias para demostrar que este formato sigue siendo una forma más que valida de contar historias.
El propósito de este post es seleccionar una única grapa que haya cumplido todos los requisitos necesarios para que este formato funcione, con una única grapa me refiero a una grapa individual, no a una colección seriada en ese formato, evidentemente es una tarea difícil, y es más que probable que queden atrás grapas más que interesantes, ya que diez años son muchos años, pero bueno, yendo al lío, a la hora de seleccionar una grapa como la mejor de la década, hay que seguir una serie de criterios que configuren esa decisión, en mi caso los criterios serían:
- Ha de haber sido publicada en grapa: Parece de perogrullo, pero tiene su aquel, no son pocos los comics que en los USA salen en grapa y aquí en tomo, aparte de prestigios y demás que aunque publican una historia completa que cumpliría los requisitos que citare más abajo, no cabrían ser mencionados como “mejor grapa de la década”, al fin y al cabo el formato también tiene su importancia, o al menos la tiene en este caso, por lo que el comic seleccionado habrá de ser un comic publicado tanto en España como en los USA en grapa, y que por supuesto se haya publicado por primera vez desde Enero del 2000 a Diciembre del 2009, tanto en uno como en otro país.
- Personajes: Una buena grapa te presenta el status quo de los personajes en apenas un par de viñetas, sabes cómo son los personajes protagonistas de la historia, y sabes el momento que están atravesando leyendo el comic, no necesitas leer nada antes ni después, esto es curioso, porque muchas veces se consigue haciendo referencia al pasado, pero no pasa nada siempre y cuando puedas situar a los personajes sin más apoyo, un ejemplo algo burdo de esto sería el clásico de Spiderman “tengo que vender fotos al Daily Bugle si no, no podrá pagar el alquiler, pero el tirano de Jameson lleva semanas negándose a comprar fotos de Spiderman en acción”, con este solo dialogo, ya sabemos que el personaje trabaja de fotógrafo en un periódico, que tiene problemas económicos o que su jefe es un tirano, como decía es un ejemplo algo burdo, pero creo que sirve para hacerse una idea de lo que quiero decir.
- Contar una historia: Aquí hay un difícil equilibrio, una buena grapa ha de contar una historia, ha de dar al lector que ha pagado por el comic algo que justifique la compra del mismo, y claro ha de conseguir esto haciendo consciente al lector de que esa historia forma parte de algo mayor, que detrás de todo hay algo que merece la pena seguir, todo esto claro, con el objetivo de que ese lector repita, como decía un delicado equilibrio que sin embargo se ha venido consiguiendo con éxito a lo largo de los años, un ejemplo perfecto de esto podría ser la maravillosa Lección de Anatomia de Alan Moore, Stephen Bissette y John Totleben en la Cosa del Pantano.
-El dibujo: Bueno a parte del formato y el guión otro pilar clave para una buena grapa ha de ser obviamente el dibujo, si la grapa está muy bien escrita y tiene todo lo que antes mencionaba pero está mal dibujada o peor, mal narrada, todo lo demás no vale para nada, el responsable gráfico de la obra es vital para que estemos o no ante una buena grapa.
- Continuara: Como último elemento que incluiría en mis requisitos de la grapa perfecta está el continuara, aunque parezca que no, en mi opinión no resulta contradictorio con lo anterior, más al contario resulta complementario, y es que contar una historia, y terminar con un continuara de proporciones mayúsculas no hace si no que enganchar definitivamente al lector y hacer que este espere con ganas el siguiente número.
Teniendo en cuenta todos estos parámetros, ¿cuál ha sido en mi opinión la mejor grapa de la década?, bueno ha habido varios candidatos, pero al final he decidió quedarme con Capitán América número 1 (fecha de portada de enero de 2005), publicado aquí en grapa por Panini en su número 1 del actual volumen, Brubaker no es el mejor ejemplo de un autor que saca todo su jugo a una grapa, pero lo cierto es que este número me parece magnífico, y creo que cumple de sobra todos los requisitos, primero claro, se ha publicado en grapa, aquí y allí, segundo, creo que presenta el status del Capi y su situación psicológica (Los Vengadores disueltos, y su vida en pleno caos) de manera magnifica, además de mostrarnos su entorno (con especial hincapié en Sharon Carter) de manera muy convincente, el comic cuenta una solida historia de acción con principio y fin a la par que deja entrever que detrás de todo hay mucho más, una gran conspiración de la que apenas si se empiezan a ver los hilos, tiene un dibujante magnifico, un Steve Epting muy distinto al que vimos en los 90, espectacular y buen narrador, su Capi resulta poderoso e icónico, y por último pero no menos importante, la historia tiene un continuara de aúpa, con el destino (lo que por entonces parecía el destino, vaya) de Cráneo Rojo, todo esto trae consigo una grapa magnifica y todo un ejemplo a seguir.
Como digo fuera quedan muchos comics, pero esta es mi propuesta, ¿alguien se atreve a dar la suya?
miércoles, 3 de marzo de 2010
Los comics de superhéroes más influyentes de la década.
Escribía el otro día sobre alguna de las principales características que ha tenido la década recién finalizada en el comic de superhéroes, dejaba para el final una breve referencia a la importancia que en estos años ha tenido la figura del héroe descreído, hoy toca retomar el tema.
A la hora de hablar de influencias hay que tener muy claro que el concepto dista mucho del de calidad, una obra un autor puede haber sido muy influyente en una determinada época, sin que su calidad sea ni mucho menos algo incuestionable, así tenemos el ejemplo de Rob Liefeld uno de los autores más influyentes de principios de los 90 cuya calidad ha sido casi siempre muy cuestionada, por otro lado la influencia de un autor o de una obra suele ser algo más objetivo, o mejor dicho, más fácilmente demostrable que su calidad, que siempre depende más bien de gustos personales (aunque personalmente creo que hay obras cuyas calidad es incuestionable, independientemente de que a ti particularmente te gusten o no), volviendo al ejemplo de Liefeld, su influencia en esos años es clara, y en cuanto a su calidad aún hoy existe mucha gente que defiende su trabajo con fervor.
Partiendo de esta base, esta década como todas ha tenido una serie de obras representativas, cuya presencia ha influido y configurado de una manera u otra el devenir del género, puede que haya más, pero hoy nos centraremos en dos: The Authority y Crisis de Identidad.
The Authority, creada por Warren Ellis y Brian Hitch, llevo el concepto sobre el que se asentó la etapa de Morrison en la JLA a su enésima potencia, seres superpoderosos enfrentados a amenazas cada vez más grande en un tour de force sin aparente fin, pero si la base era semejante, el desarrollo era bien distinto, The Authority eran héroes prácticamente antisistema, que no aceptaban ordenes de nadie, que bebían, fumaban y se drogaban cuando les venia en gana, que usaban sus poderes para acabar con sus enemigos sin apenas escrúpulos, que no eran ni pretendían ser un ejemplo para nadie, que estaban dispuestos a hacer lo que creían que debía hacerse sin pensar en nada más y que desde luego no iban a esperar a que el villano de turno actuase, iban a por él antes de pudiera hacerlo, eran héroes posmodernos y descreídos que se comportaban acordes a su esencia: dioses en la Tierra con debilidades muy humanas; todas estas características ya presentes en Ellis, se elevaron a la enésima potencia cuando Mark Millar se hizo con los guiones de la serie, con el escocés al frente de al colección los niveles de violencia y la amoralidad de los protagonistas de la serie llegaron a poner nerviosos a los jefes de la DC que tras cancelar la colección, la relanzaron con una oportuna suavización de los personajes y entornos, lo que no hizo si no que convencionalizar el concepto.
Es curioso observar como en The Authority ya encontramos algunas de la claves de la década como el decompressive storytelling (aunque lejos de los niveles que llegaría a alcanzar), el arco argumental destinado a sus posterior recopilación en tomo o la actitud chulesca y prepotente de sus protagonistas, todos más chulos que un ocho y con diálogos “molones” como bandera, pero es aún más curioso observar como, algo que en una colección de universo tan joven como el de Wildstorm, y que podía tener sentido allí, fue poco a poco exportado a los universos Marvel y DC, sin llegar nunca a los niveles de The Authority, la proactividad, la violencia excesiva y sobre todo, el cuestionamiento de al figura del héroe, y de su propia moralidad llego al corazón del comic de superhéroes.
Y así llegamos a Crisis de Identidad, cuya influencia es aún si cabe mayor que la de The Authority, la obra de Brad Meltzer y Rag Morales, surgida a mediados de la década, fue un autentico exitazo (o lo fue a los niveles en los que se ha movido la industria estos años), y su importancia radica tanto en que volvió poner de moda los crossovers o en poner de nuevo de relieve la identidad secreta de los superhéroes como pieza clave de su existencia (en definitiva la Civil War viene de todo esto) como en que termino de cerrar el camino ahondado por la obra de Ellis y Hitch, así Crisis de Identidad supuso el cuestionamiento definitivo de la figura del héroe de cara al nuevo milenio, solo que en este caso lo hacía no con héroes creados casi ex profeso con apenas bagaje detrás, lo hacía con Flash, lo hacía con Green Arrow, lo hacía con Zatanna, héroes de toda la vida, que ahora lo parecían menos, el envilecimiento de la figura del superhéroe, en su afán por volverlos aún más humanos, permitió justificar que personajes que como Superboy Prime, que en Crisis en Tierras Infinitas, lo había sacrificado todo por permitir la existencia de una nueva Tierra, se volviera un autentico psicópata 20 años después, permitió que el Capitán América e Iron Man se enfrentaran a muerte por una diferencia de criterio y permitió al fin que a un asesino confeso como Norman Osborn se le entregaran las llaves del reino como si tal cosa.
Todo esto empezó en The Authority y se apuntalo en Crisis de Identidad, de esta fase parece que empezamos a salir ahora con la Edad Heroica marvelita y con al presumible influencia de Crisis Final en DC, pero durante esta década hemos tenido unos héroes que en ocasiones han estado más preocupados por pegarse entre sí, pactar con demonios o incluso matar a inocentes, que por ser héroes, personalmente creo que tanto The Authority como Crisis de Identidad son buenos comics, aunque en general he de decir que no me entusiasma su influencia a lo largo de esta década, en todo caso no es culpa suya haber tenido tanto éxito.
A la hora de hablar de influencias hay que tener muy claro que el concepto dista mucho del de calidad, una obra un autor puede haber sido muy influyente en una determinada época, sin que su calidad sea ni mucho menos algo incuestionable, así tenemos el ejemplo de Rob Liefeld uno de los autores más influyentes de principios de los 90 cuya calidad ha sido casi siempre muy cuestionada, por otro lado la influencia de un autor o de una obra suele ser algo más objetivo, o mejor dicho, más fácilmente demostrable que su calidad, que siempre depende más bien de gustos personales (aunque personalmente creo que hay obras cuyas calidad es incuestionable, independientemente de que a ti particularmente te gusten o no), volviendo al ejemplo de Liefeld, su influencia en esos años es clara, y en cuanto a su calidad aún hoy existe mucha gente que defiende su trabajo con fervor.
Partiendo de esta base, esta década como todas ha tenido una serie de obras representativas, cuya presencia ha influido y configurado de una manera u otra el devenir del género, puede que haya más, pero hoy nos centraremos en dos: The Authority y Crisis de Identidad.
The Authority, creada por Warren Ellis y Brian Hitch, llevo el concepto sobre el que se asentó la etapa de Morrison en la JLA a su enésima potencia, seres superpoderosos enfrentados a amenazas cada vez más grande en un tour de force sin aparente fin, pero si la base era semejante, el desarrollo era bien distinto, The Authority eran héroes prácticamente antisistema, que no aceptaban ordenes de nadie, que bebían, fumaban y se drogaban cuando les venia en gana, que usaban sus poderes para acabar con sus enemigos sin apenas escrúpulos, que no eran ni pretendían ser un ejemplo para nadie, que estaban dispuestos a hacer lo que creían que debía hacerse sin pensar en nada más y que desde luego no iban a esperar a que el villano de turno actuase, iban a por él antes de pudiera hacerlo, eran héroes posmodernos y descreídos que se comportaban acordes a su esencia: dioses en la Tierra con debilidades muy humanas; todas estas características ya presentes en Ellis, se elevaron a la enésima potencia cuando Mark Millar se hizo con los guiones de la serie, con el escocés al frente de al colección los niveles de violencia y la amoralidad de los protagonistas de la serie llegaron a poner nerviosos a los jefes de la DC que tras cancelar la colección, la relanzaron con una oportuna suavización de los personajes y entornos, lo que no hizo si no que convencionalizar el concepto.
Es curioso observar como en The Authority ya encontramos algunas de la claves de la década como el decompressive storytelling (aunque lejos de los niveles que llegaría a alcanzar), el arco argumental destinado a sus posterior recopilación en tomo o la actitud chulesca y prepotente de sus protagonistas, todos más chulos que un ocho y con diálogos “molones” como bandera, pero es aún más curioso observar como, algo que en una colección de universo tan joven como el de Wildstorm, y que podía tener sentido allí, fue poco a poco exportado a los universos Marvel y DC, sin llegar nunca a los niveles de The Authority, la proactividad, la violencia excesiva y sobre todo, el cuestionamiento de al figura del héroe, y de su propia moralidad llego al corazón del comic de superhéroes.
Y así llegamos a Crisis de Identidad, cuya influencia es aún si cabe mayor que la de The Authority, la obra de Brad Meltzer y Rag Morales, surgida a mediados de la década, fue un autentico exitazo (o lo fue a los niveles en los que se ha movido la industria estos años), y su importancia radica tanto en que volvió poner de moda los crossovers o en poner de nuevo de relieve la identidad secreta de los superhéroes como pieza clave de su existencia (en definitiva la Civil War viene de todo esto) como en que termino de cerrar el camino ahondado por la obra de Ellis y Hitch, así Crisis de Identidad supuso el cuestionamiento definitivo de la figura del héroe de cara al nuevo milenio, solo que en este caso lo hacía no con héroes creados casi ex profeso con apenas bagaje detrás, lo hacía con Flash, lo hacía con Green Arrow, lo hacía con Zatanna, héroes de toda la vida, que ahora lo parecían menos, el envilecimiento de la figura del superhéroe, en su afán por volverlos aún más humanos, permitió justificar que personajes que como Superboy Prime, que en Crisis en Tierras Infinitas, lo había sacrificado todo por permitir la existencia de una nueva Tierra, se volviera un autentico psicópata 20 años después, permitió que el Capitán América e Iron Man se enfrentaran a muerte por una diferencia de criterio y permitió al fin que a un asesino confeso como Norman Osborn se le entregaran las llaves del reino como si tal cosa.
Todo esto empezó en The Authority y se apuntalo en Crisis de Identidad, de esta fase parece que empezamos a salir ahora con la Edad Heroica marvelita y con al presumible influencia de Crisis Final en DC, pero durante esta década hemos tenido unos héroes que en ocasiones han estado más preocupados por pegarse entre sí, pactar con demonios o incluso matar a inocentes, que por ser héroes, personalmente creo que tanto The Authority como Crisis de Identidad son buenos comics, aunque en general he de decir que no me entusiasma su influencia a lo largo de esta década, en todo caso no es culpa suya haber tenido tanto éxito.
lunes, 1 de marzo de 2010
Marvel y DC: Claves de una década.
Siguiendo un poco con la temática de la semana pasada, hoy voy a hacer un breve repaso sobre las que para mi han sido alguna de las claves fundamentales de la década en los universos superheroicos de Marvel y DC.
Diez años dan para mucho, y más en un mundo cíclico como es el superheroico, en esta década ha habido muchos de esos ciclos (poco tiene que ver la Marvel de Quesada y Jemas de principios de al década con la actual, al igual que poco tiene que ver la DC casi autista e inamovible de los primeros años con al que se desarrollo tras Crisis de Identidad), sin embargo si ha habido una serie de características más o menos o comunes que se han dejado sentir con mayor o menor fuerza en esa década:
- El cine y la televisión: El éxito de la primera cinta de X-Men cogió desprevenido no solo a Marvel, si no a toda la industria...tanto cinematográfica como del comic, aunque el comic siempre ha sido una fuente de inspiración para el cine, lo vivido en esta década ha sido realmente espectacular, y la influencia del cine en los comics se ha dejado sentir tanto en al planificación de las historias como en la estética, la pregunta sería si todo esto ha servido para atraer realmente nuevos publico, si ha servido para conseguir ese ansiado pero inexistente relevo generacional; la respuesta no parece ser positiva, las cifras de ventas han llegado a extremos patéticos, los comics han seguido “encerrados” en las librerías especializadas y uno tiene la sensación de que tanto Marvel como DC se están transformado en un campo de pruebas para Hollywood, que si bien puede crear exitosas franquicias cinematográficas, no esta consiguiendo que los comics (encerrados en su propia endogamia) vuelvan a ser un verdadero entretenimiento de masas.
- Nuevos talentos llegados de otros medios: De nuevo estamos ante una característica preexistente que en esta década ha alcanzado cotas sin precedentes, la llegada de autores (sobre todo guionistas) procedentes de otros medios (sobre todo cine y televisión, pero también la literatura), se ha convertido en algo común en estos años, autores como Joss Whedon (Buffy), Brad Meltzer (famoso autor de best-sellers), Joe Michael Straczynski (Babylon 5) o Kevin Smith (Dogma), han traído frescura a una industria deseosa de nuevos enfoques que por lo general les ha recibido con los brazos abiertos, lo curioso del caso es que casi todos (por no decir todos), han dejado colgado algún proyecto, o ha protagonizado escandalosos retrasos por aquello de sus múltiples obligaciones.
- Decompressive Storytelling: Esta forma de narrar, heredada de al televisión y caracterizada por la extremada lentitud en al que avanzan las tramas, se ha terminado por convertir en el santo y seña de la década y ha traído como consecuencia otra de sus características claves: la sobreabundancia de recopilatorios.
En un mercado en continua regresión poder vender la misma cosa dos veces, aunque sea a costa de condicionar el futuro ha parecido ser bien visto por las dos gigantes editoriales, así un género esencialmente folletinesco, que necesita su serialización para ser lo que hoy es, se ha visto paulatinamente desnaturalizado, al cambiar el viejo paradigma de “cada grapa ha de tener el suficiente valor en si mismo como para justificar su compra” por “cada arco argumental ha de tener el suficiente valor en si mismo como para justificar su compra”, esto ha hecho que no pocos escritores realicen su labor pensando en el posterior tomo recopilatorio, haciendo que la grapa en si misma pierda su valor como tal.
- Crossovers: De mucha mayor relevancia en la segunda mitad de la década, resulta curioso como la obligación anual en la que se han transformado estos eventos choca con la tendencia a la desnaturalización de la grapa que se ha visto en toda la década, ya que un crossovers como Civil War o Crisis Infinitas no tendría sentido de no publicarse por entregas, sin embargo esto no ha impedido que el decompressive siga siendo la forma estrella de narrar en el medio, y que las obras se sigan planificando para su futura recopilación.
Volviendo al tema, no pocas veces se ha comentado que esta década ha sido en general muy parecida a los 90, con sus portadas múltiples, sus crossovers a tutiplén y su poner la historia por encima de los personajes y su esencia, la principal diferencia sería que si en la última década del siglo XX las estrellas fueron los dibujantes, en esta primera del siglo XXI lo han sido los guionistas, sea como sea, la sobreabundancia de crossovers ha hecho que estos eventos, en teoría especiales y claves en los universos de ficción donde se ubican, se hayan tornado en meramente rutinarios perdiendo por ello gran parte de su magia.
En fin estas son algunas de las características claves que se me ocurren en Marvel y DC de la década que acaba de finalizar, evidente hay más, como la figura del héroe posmoderno y descreído, pero eso queda para el próximo día.
Diez años dan para mucho, y más en un mundo cíclico como es el superheroico, en esta década ha habido muchos de esos ciclos (poco tiene que ver la Marvel de Quesada y Jemas de principios de al década con la actual, al igual que poco tiene que ver la DC casi autista e inamovible de los primeros años con al que se desarrollo tras Crisis de Identidad), sin embargo si ha habido una serie de características más o menos o comunes que se han dejado sentir con mayor o menor fuerza en esa década:
- El cine y la televisión: El éxito de la primera cinta de X-Men cogió desprevenido no solo a Marvel, si no a toda la industria...tanto cinematográfica como del comic, aunque el comic siempre ha sido una fuente de inspiración para el cine, lo vivido en esta década ha sido realmente espectacular, y la influencia del cine en los comics se ha dejado sentir tanto en al planificación de las historias como en la estética, la pregunta sería si todo esto ha servido para atraer realmente nuevos publico, si ha servido para conseguir ese ansiado pero inexistente relevo generacional; la respuesta no parece ser positiva, las cifras de ventas han llegado a extremos patéticos, los comics han seguido “encerrados” en las librerías especializadas y uno tiene la sensación de que tanto Marvel como DC se están transformado en un campo de pruebas para Hollywood, que si bien puede crear exitosas franquicias cinematográficas, no esta consiguiendo que los comics (encerrados en su propia endogamia) vuelvan a ser un verdadero entretenimiento de masas.
- Nuevos talentos llegados de otros medios: De nuevo estamos ante una característica preexistente que en esta década ha alcanzado cotas sin precedentes, la llegada de autores (sobre todo guionistas) procedentes de otros medios (sobre todo cine y televisión, pero también la literatura), se ha convertido en algo común en estos años, autores como Joss Whedon (Buffy), Brad Meltzer (famoso autor de best-sellers), Joe Michael Straczynski (Babylon 5) o Kevin Smith (Dogma), han traído frescura a una industria deseosa de nuevos enfoques que por lo general les ha recibido con los brazos abiertos, lo curioso del caso es que casi todos (por no decir todos), han dejado colgado algún proyecto, o ha protagonizado escandalosos retrasos por aquello de sus múltiples obligaciones.
- Decompressive Storytelling: Esta forma de narrar, heredada de al televisión y caracterizada por la extremada lentitud en al que avanzan las tramas, se ha terminado por convertir en el santo y seña de la década y ha traído como consecuencia otra de sus características claves: la sobreabundancia de recopilatorios.
En un mercado en continua regresión poder vender la misma cosa dos veces, aunque sea a costa de condicionar el futuro ha parecido ser bien visto por las dos gigantes editoriales, así un género esencialmente folletinesco, que necesita su serialización para ser lo que hoy es, se ha visto paulatinamente desnaturalizado, al cambiar el viejo paradigma de “cada grapa ha de tener el suficiente valor en si mismo como para justificar su compra” por “cada arco argumental ha de tener el suficiente valor en si mismo como para justificar su compra”, esto ha hecho que no pocos escritores realicen su labor pensando en el posterior tomo recopilatorio, haciendo que la grapa en si misma pierda su valor como tal.
- Crossovers: De mucha mayor relevancia en la segunda mitad de la década, resulta curioso como la obligación anual en la que se han transformado estos eventos choca con la tendencia a la desnaturalización de la grapa que se ha visto en toda la década, ya que un crossovers como Civil War o Crisis Infinitas no tendría sentido de no publicarse por entregas, sin embargo esto no ha impedido que el decompressive siga siendo la forma estrella de narrar en el medio, y que las obras se sigan planificando para su futura recopilación.
Volviendo al tema, no pocas veces se ha comentado que esta década ha sido en general muy parecida a los 90, con sus portadas múltiples, sus crossovers a tutiplén y su poner la historia por encima de los personajes y su esencia, la principal diferencia sería que si en la última década del siglo XX las estrellas fueron los dibujantes, en esta primera del siglo XXI lo han sido los guionistas, sea como sea, la sobreabundancia de crossovers ha hecho que estos eventos, en teoría especiales y claves en los universos de ficción donde se ubican, se hayan tornado en meramente rutinarios perdiendo por ello gran parte de su magia.
En fin estas son algunas de las características claves que se me ocurren en Marvel y DC de la década que acaba de finalizar, evidente hay más, como la figura del héroe posmoderno y descreído, pero eso queda para el próximo día.
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