Allá lejos y hace tiempo publiqué (en mi otra resurrección) un post sobre La Dormida. Como habrán sospechado con razón, del nombre citado proviene el gentilicio "Dormidano" (gentilicio incorrecto por otra parte, debería ser Dormideño, pero la fuerza de la costumbre es la costumbre).
En ese viejo post contaba algo sobre el pueblo que me soportó mientras crecía.
Resulta que ayer, buscando información para un texto futuro e improbable, apareció en el listado del buscador un artículo de Wikipedia mentando a La Dormida.
Al recorrerlo me encontré con la sorpresa de que mi viejo texto sobre el pueblo había sido usado como fuente para la nota de Wikipedia. Cosa que por otra parte no demuestra que mi artículo sea importante sino que hay poco o casi nada escrito acerca de mi pueblo en Internet y en otros soportes más tradicionales.
¡Plop!
Me volvió a la memoria el motivo de aquel antiguo post y recordé que fue elaborado en ocasión de una protesta de productores de la zona que arrojaron a la ruta internacional gran parte de su producción de damascos para llamar la atención sobre el ¿precio? que tenía esa fruta. El post data de diciembre de 2008.
Lamento corroborar hoy, a cuatro años de distancia, que la cosa no ha cambiado mucho. Pasó mucha agua bajo el puente pero todo está como era entonces, según indicaba el poema aquel.
En este momento se está negociando el precio de la uva, el ingrediente que provoca la fiesta de la vendimia y el vino. Me informaron que el valor del kilo de uva será aproximadamente 1,50 $. Si si, leyeron bien. 1,50 $. Y es un precio mayor que el de la cosecha pasada, así que imagínense.
Eso si, hay una presión fiscal que tiene ciertas características diferenciales. Digo, presiona a los pequeños productores pero permite a las grandes empresas vitivinícolas eludir el pago de los impuestos a la producción presunta, garpa el laburante que tiene una o dos hectáreas pero no una megaempresa, que aprovecha sus dimensiones para lograr ventajas impositivas.
Eso se ve dramáticamente en La Dormida.
Hay algunos fenómenos asociados a la paupérrima situación de los pequeños y medianos productores de esa zona del este de Mendoza (calculo que en otros lugares pasa algo parecido pero me voy a concentrar en el lugar que conozco como la palma de mi pie): la población en edad productiva emigra dado que no tiene laburo en el departamento por tanto busca en otros lugares, ya sea la capital de la provincia, otras provincias, etc. La población está en alerta amarillo porque, sin ser una ciudad europea, se está quedando sin jóvenes. El acceso a servicios básicos es problemático, la empresa de telefonía monopólica no provee Internet al pueblo porque no es "rentable". Hasta hace poco tiempo no había gas natural de red (de hecho en muchas zonas del pueblo no lo hay). No hay cloacas.
La oferta educativa superior es menos que acotada y el Instituto Superior Terciario que se abrió hace algunos años es pasto de peleas políticas que no intelectuales.
Las megaempresas vitivinícolas siguen asentadas en el territorio del departamento, pero sus explotaciones tienen un impacto laboral e impositivo casi nulo en la economía del lugar.
Los políticos de la zona no están a la altura de las circunstancias, por varios motivos. Calculo que, además de la consabida ausencia de virtudes morales, hay un un baldío intelectual a nivel polìtico que asusta. Porque, en rigor de verdad, nadie en su sano juicio le encargaría a semejantes personajes manejar algo, mucho menos el destino de miles de personas. Sin embargo ahí están, cosa que agrega una descalificación ad hoc a las personas que los votan y refrendan en cada elección.
Ayer leía a Umberto Eco que se despachaba contra el pensamiento mágico presente en la tecnología. Pensamiento que le hace creer al usuario de armatostes sofisticados que, detrás de los aparatos hay magia. Y no, lo que hay es un largo camino de investigación, prueba, error, falsaciones varias. Un arduo sendero que recorre el investigador y que, en última instancia, permite obtener los conocimientos necesarios para fabricar un MP3. Pero el MP3 no es magia, es el resumen acotado de un esfuerzo enorme.
El pensamiento mágico intenta obviar este tránsito y busca un efecto inmediato de una causa inmediata.
En eso parecen estar en el departamento de Santa Rosa (en donde está La Dormida) dado que están apostando sus porotos a la instalación de La Salada en el lugar.
Suponiendo que, por algún tipo de abracadabra, el resultado será el progreso de todo el pueblo.
Pero no. Quizás sirva y le sirva a varios, pero seguramente no a todos.
Lo que se le opone a estos razonamientos mágicos es el laburo. Tener un proyecto de departamento que contemple fortalezas, debilidades, recursos, capacitación, entorno, y que ante todo tenga objetivos a largo y mediano plazo. Objetivos que puedan orientar acciones que de a poco, con todo el esfuerzo que eso supone, permitan solucionar los problemas diversos que se presentan en el día a día y en el horizonte.
Claro, eso necesita discusión, trabajo, acuerdos, y luego, ejecución paciente y constante.
Y los resultados no serán políticamente relevantes dado que los cambios efectuados de esa forma llevan tiempo, frustraciones, avances y retrocesos.
Es más simple pensar que La Salada resolverá todos los problemas del departamento.
Si eso no es pensamiento mágico.
Estas cosas agregan a la perplejidad que me causó ser citado como fuente, un amargo sentimiento de impotencia y rabia, si se me permite el desborde.
Porque, y vuelo a citar el viejo poema: todo está como era entonces...
No me gusta ser Casandra (versión 2023)
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Otro año interesante ,en el sentido de la maldición china,se termina.
Siempre me he considerado el nivel cero de la perspicacia. No soy buena
previendo aco...