Es costumbre de Mauricio colgarse de los muertos para buscar rédito político. Ya lo hizo con las víctimas de Cromañón y ahora repite la estrategia con las víctimas del accidente de Once.
Quizás haya que recordarle al Ingeniero algunas cosas que el prefiere olvidar para disfrazarse de justiciero: por ejemplo, su estrecha relación con Juan Pablo Schiavi, que fue su jefe de campaña en el 2003 entre otras cosas. O los lazos que lo unen a Ricardo Jaime, vía Capitanich y cierto escándalo por coimas que nunca quedó del todo claro. O su relación con la familia Cirigliano.
En una de esas, recordando el tenor de su participación en el proceso que transformó los medios de transporte argentinos es una trampa mortal se abstendría de ir por ahí reclamando una justicia que el procura evitar a toda costa.
Pero somos unos ingénuos ¿no?