...
Imaginemos la escena: una persona colgada de sus dedos al borde del
precipicio, a punto de caer en un abismo de 500 metros. Vemos a un
montañista que arriesga su vida intentando alcanzarle una soga. La
persona que apenas puede sostenerse le grita al andinista:
"-¡Salí,
andate, no estoy en peligro, es un relato tuyo para que yo me asuste!".
"-¡No, no!" -responde el deportista- "-Estás a punto de caer al fondo
de esta quebrada, son 500 metros de altura y abajo
hay rocas".
"-De ninguna manera" -insiste el colgado- "-Eso lo decís para crear
pánico, porque estás ideologizado". Y agrega: "-Esto es por la pesada
herencia, agarrá el piolet soguiplanero"
En ese momento aparece una persona con sonrisa de ingeniero y
retórica de muñeco de plástico, mira al que está intentando aferrarse
al borde de la roca y le dice:
"-Eso, eso: son años de populismo
montañista. No hacen falta las sogas, hay que confiar en nosotros
mismos, emprender, tener esperanza, vamos juntos...". Acto seguido y con
puntillosa precisión comenza a pisar los dedos que agarran la piedra,
uno a uno, mientras repite: "-¡No hay que esperar todo de las sujeciones
ni de las ménsulas que te aferran al pasado, hay que acostumbrarse a
vivir en la incertidumbre y disfrutarla!"
"-¡Sí, se puede; sí, se puede!" entonan a coro el colgado y el hombre con sonrisa de ingeniero.
El que está a punto de
caer festeja mirando a la persona con sonrisa de ingeniero y repite:
"-Si, se robaron todo, Tibor Sekelj, Tibor Sekelj, Edmund Hillary,
Edmund Hillary".
El hombre con retórica de muñeco de plastico
sonríe aún más, con una risa vacía y sardónica y grita: "-¡Juntos somos
más! ¡Juntos venimos bien! ¡En todo estás vos!" y aplasta el penúltimo
de los dedos.
El colgado lo mira con amor, con ojos de
fanático, suspira y se lanza al vacío soltando el metatarso restante.
"-¡Siiiiii, es la herencia recibida, se robaron todo, la luz al final del
túnel...!"
El ruido de los huesos quebrados al estrellarse contra el fondo del precipicio rebota en las paredes de granito.
El andinista colgado mira al muerto y mira al hombre con sonrisa de
ingeniero que ahora libera una mueca perversa de goce infinitesimal.
"-Lo mataste" -dice el montañista
"-No, él abandonó las falsas seguridades y emprendió un camino distinto..."
"-A mi no me vas a convencer" -responde el andinista
"-No está muerto, se ha reconvertido, se abrió al mundo aprovechando nuevas experiencias..."
"-A mi no me vas a convencer" -responde el andinista
"-Estás aferrado a un relato setentista, que distorsiona la realidad..."
"-A mi no me vas a convencer" -responde el andinista
"-Ya veo..." -dice el hombre con sonrisa de muñeco de plástico- "-¡Heidi!" -grita
Entonces el montañista ve un rostro de mujer que se asoma al precipicio, con una sonrisa
beatífica sostenida por dos ganchos que atados detrás de la cabeza,
empuñando una navaja con la que comienza a cortar la cuerda mientras canta: "-¡Es hermoso lo que estamos haciendo juntos!"